Pablo Iglesias a las puertas del hemiciclo en el Congreso de los Diputados.

Pablo Iglesias a las puertas del hemiciclo en el Congreso de los Diputados. EFE

Política CRISIS EN PODEMOS

Esperando a Pablo Iglesias: sin campaña, sin mensaje... Podemos lo fía todo al regreso de su líder

El partido no tiene presencia en los medios, se le caen las confluencias y Sánchez capitaliza sus negociaciones haciendo electoralismo vía decreto.

3 marzo, 2019 02:00

La espantada de Errejón, el lío del realtor, los Presupuestos caídos, las encuestas desangrando las expectativas, el adelanto electoral, la crisis de las confluencias en Galicia y Comunidad Valenciana, la negociación de decretos de última hora que lanzan la precampaña de Pedro Sánchez, la división en los Comunes que desgarra la unidad de acción en Cataluña, la precampaña morada que no empieza... Podemos echa de menos a su líder, Pablo Iglesias, y guarda en secreto la fecha de su vuelta con ansiedad: hay que cumplir el compromiso de estar de baja, al menos, y preparar una reaparición sonada. Hay que retomar la iniciativa.

En los pasillos de la sede de la formación morada, y en las conversaciones casuales por la M-30 del Congreso, los dirigentes desvían la el hilo y centran el tiro en "las propuestas", evitando debates personales. "Parece que no nos conocen, nosotros trabajamos por textos, por iniciativas, para mejorar la vida de la gente".

Cada lunes, Pablo Echenique y Noelia Vera se ponen detrás del atril de la sala de prensa de la séptima planta de Princesa, 2 a capear el temporal. A rebotar las preguntas con respuestas de manual:

¿Qué pasa con Madrid? "Los compañeros de Podemos Madrid os pueden dar mejor respuesta, nosotros estaremos a lo que ellos digan cuando terminen su proceso". Y luego se filtra a un medio de línea editorial afín que Isabel Serra va a ser la candidata... ¿Por qué no comienza la precampaña de Podemos? "Somos el partido más preparado, no nos afecta que los demás estén lanzados, pero este sábado ya iniciamos la ruta que os contamos la semana pasada, será en Barcelona". Y después la dirección envía una nota explicando que el acto de la capital catalana se suspende... 

Pablo Echenique y Noelia Vera, portavoces de la Ejecutiva de Podemos.

Pablo Echenique y Noelia Vera, portavoces de la Ejecutiva de Podemos. ADP

Es cierto que Iglesias, a pesar de su empeño por ser coherente con la baja de paternidad -en lo personal, porque se la cree, y en lo profesional, por la imagen-, la ha suspendido en al menos tres ocasiones. Para mostrar su "tristeza y dolor" con la "traición" de Íñigo Errejón, para apagar el fuego de sus secretarios autonómicos a la semana siguiente en un Consejo Ciudadano convulso, y para ir a la Moncloa a pasar revista al lío con Pedro Sánchez, a petición propia por cierto.

Pero eso, lejos de apuntalar la teoría de que el partido sobrevive sin el líder y que éste sólo actúa por responsabilidad cuando no hay más remedio, demuestra -con tres días de trabajo no previstos en menos de dos meses- que Podemos lo pasa mal sin él.

El volumen de iniciativas, proposiciones de ley y no de ley, sesiones informativas, convocatorias ante la escalinata del Congreso para hacer balances... ha crecido exponencialmente, porque el partido de verdad cree en que son los contenidos los que los diferencian del resto de formaciones. Pero el mensaje no cala: en los pasillos de la sede del partido se lamentan de "boicot" en los medios, sobre todo los públicos, porque en plena carrera electoral son los fichajes de Rivera, los decretos de Sánchez, las soflamas de Abascal y las promesas de Casado las que acaparan los titulares.

La bicefalia paritaria no funciona

El regreso de Irene Montero, coincidente -claro- con el paso al ostracismo de Iglesias, ha mostrado una portavoz en plena forma. Se le preparó un acto público de reaparición a su medida, una charla en la Nave de Terneras de Matadero Madrid, en un momento propicio para criticar "la espiral reaccionaria en la que nos quieren meter Abascal, Rivera y Casado".

La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero.

La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero. Efe

Rodeada de organizaciones feministas, activistas por la revalorización de las pensiones y la igualdad de género sirvió para retomar la iniciativa cambiando el mensaje de "alerta antifascista" y la toma de las calles andaluzas contra un resultado electoral legítimo -movilizaciones que se volvieron en contra del partido- por el de "la España de la derecha, la de los trillizos reaccionarios".

Entretanto, se construyó una bicefalia paritaria con Pablo Echenique, encargado de llevar las riendas del partido, como secretario de Organización, y del contenido de las negociaciones con el Ejecutivo, como secretario de Acción de Gobierno. En sus tres facetas de demiurgo de la formación en plena formación de candidaturas, látigo del "ala derecha del Gobierno" ante cada incumplimiento del pacto de Presupuestos, y tuitero incendiario, Echenique había sacado tiempo para inaugurar la precampaña electoral este sábado en Barcelona. Pero el acto se ha caído, porque el carajal de los Comunes lo desaconsejaba.

Ada Colau, lideresa de la marca catalana que viaja de la mano de Podemos a las elecciones, tiene que apagar un enorme fuego. No se sabe qué fue antes, si la gallina de la ambigüedad calculada en el procés o el huevo de albergar independentistas convencidos en el seno de la formación. Pero ese huevo ha eclosionado recientemente: Elisenda Alamany, portavoz de los Comunes en el Parlament hasta hace dos semanas, ha fundado un nuevo partido -o plataforma, que ya no se sabe- como instrumento político que le dé visibilidad y la acerque a Esquerra Republicana. Así que, ante la Asamblea convocada por Colau que debe apagar ese fuego, Echenique se queda en Madrid.

Que los Comunes se partan en dos no deja de ser un nuevo aviso electoral para Podemos, convertido ya en el quinto partido de ámbito nacional si nos atenemos a los sondeos y a que su lista en la Comunidad Valenciana iba de la mano de Compromís, y ya no, y la de Galicia se llamaba En Marea y el dueño de esa marca se quiere desmarcar para abrazar el nacionalismo irredento galaico. Así las cosas, si las elecciones fueran ahora, según la última encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, la marca Unidos Podemos cosecharía 33 escaños... si lo de los Comunes no se termina de romper.

Ya no marcan la agenda

De este modo, en la formación morada el discurso ha tornado en reactivo, cuando desde su nacimiento estaban acostumbrados a marcar la agenda. Hoy, los tuits de Echenique se centran en desacreditar las encuestas -"¿quién se va a creer que con 800 entrevistas puedes prever nada?"- y en advertir de que "sí se puede aunque os digan que no".

Y mientras Izquierda Unida se hace hasta con cabezas de cartel en el acuerdo de confluencia, cosa que no rascó más que en plazas "imposibles" en 2016 -Ciudad Real, Palencia y Teruel-, la convocatoria del 28-A le ha dado más tiempo para trabajar en su lista a la Comunidad de Madrid a Errejón: ya ha alcanzado acuerdo con Equo y sigue negociando con IU. Entretanto, Podemos sólo ha filtrado el nombre de Isabel Serra, hermana de la número dos de Íñigo, para rivalizar. La madrileña es autonómica pero en realidad es el síntoma de la crisis general de Podemos.

Este periódico ha avanzado que Sánchez ha recuperado a sus socios de la moción de censura -Podemos e independentistas- para pactar un nuevo decreto de vivienda "que baje los alquileres", pero en él no está la reivindicación principal de los de Iglesias, la de dar poder a los Ayuntamientos para poner precios máximos. Del decreto eléctrico que exige la formación morada para bajar el precio de la luz, no se sabe nada según fuentes del partido, a pesar de las soflamas de Iglesias por Twitter.

Hasta a Montero se le escapó ante los periodistas hace una semana que todo está fiado al regreso de Iglesias: "Él es el único al que no le van a temblar las piernas delante de los fondos buitre y de las eléctricas". Habrá que esperar a finales de marzo, pero ya serán mensajes electorales, no leyes "para cambiar la vida de la gente".