¿Es verdad que nadie hace caso a Podemos? ¿Es cierto que sólo se habla de sus crisis internas y no de sus iniciativas políticas? ¿Acaso no se reseñan en los medios sus actos públicos, las causas que defienden como el "colapso irresponsable" en las oficinas de inmigración o el "sospechoso" oscurantismo gubernamental en las licencias del cannabis? ¿Ningún periódico informa de sus negociaciones con el Gobierno para los decretos de los "viernes sociales" y las medidas que logran "arrancar" al PSOE?
Es cierto que la ausencia de Pablo Iglesias desde finales de diciembre, de baja por paternidad, ha dejado a la formación algo huérfana en lo mediático. El perfil tan personalista del partido, que de hecho ha perdido a todos los demás primeros espadas desde la fundación del mismo -Monedero, Bescansa, Errejón... todos han abandonado los focos morados, cada uno por sus circunstancias- se cobra ahora sus consecuencias.
Fuentes de la dirección de Podemos llevan lamentando las últimas semanas su ostracismo "sobre todo en los medios públicos". Lo llegaron a llamar "boicot" aunque optaban por el perfil bajo, en conversaciones de pasillo, sin posibilidad de citar fuentes.
Ahora, la ofensiva se ha convertido en pública, con lamentos desde la cuenta oficial del partido en Twitter. Se acusa a las cadenas privadas Telecinco y Antena 3 de querer "silenciar a la tercera fuerza política en este país". Y se adivina en los dirigentes del partido de Iglesias cierto nerviosismo ante los números que arrojan las encuestas, pues algunas ya los colocan como quinto partido tras el 28-A por detrás incluso del Vox de Abascal.
Porque el mensaje no calaba a pesar de que el número de iniciativas, proposiciones de ley y no de ley, convocatorias ante la escalinata del Congreso para hacer balances... ha crecido exponencialmente. En plena carrera electoral son los fichajes de Rivera, los decretos de Sánchez, las soflamas de Abascal y las promesas de Casado las que acaparan los titulares.
Problemas sin resolver
Podemos está, de hecho, en plena oleada de vías de agua. Con las confluencias valenciana y gallega rotas, la espantada del exnúmero dos de la mano de Manuela Carmena, la escisión entre separatistas y federalistas en los Comunes catalanes y la dificultad de vender el mensaje de que los decretos de Sánchez son "electoralistas" pero se votarán a favor. Con tanto lío no ha comenzado su ruta electoral hasta este domingo y aun así se quejan de boicot en los medios.
Hasta este domingo, Podemos no ha dado el pistoletazo de salida a su precampaña. Y lo ha hecho con un acto de perfil medio, en Valladolid, con el diputado Rafa Mayoral como estrella más rutilante. Y, además, deslucido por la polémica de incluir entre los candidatos presentados a Pilar Baeza, alcaldable por Ávila y condenada a 30 años de prisión por complicidad en un asesinato.
A pesar de haber sido el primer partido en proclamar a su candidato, después del adelanto de las primarias al pasado diciembre, Podemos no ha sabido reaccionar. Con PSOE, PP, Cs y Vox lanzados a competir por los votos y a criticar a los rivales, la formación morada no había anunciado ningún mitin hasta este sábado. Pero el arranque a lo grande en Barcelona, con Echenique de la mano de Ada Colau, hubo de suspenderse porque la crisis de los Comunes era más urgente. Una asamblea para gestionar la escisión provocada por Elisenda Alamany se solapaba con el mitin.
Este lunes tiene Podemos una oportunidad para comenzar, de verdad, a superar ese supuesto boicot. Irene Montero, portavoz de la formación en el Congreso, será la protagonista en horario de máxima audiencia, durante el telediario de la noche por Carlos Franganillo. Siguiendo los turnos que les corresponden, tras visitar al presidente en Moncloa a los tres días de convocar elecciones y al líder de la oposición una semana después, tocaba entrevistar al líder de Podemos... pero Iglesias sigue de baja. Y Podemos esperándolo como agua de mayo.