"Era mejor divertirse con Clemente, claro...". Lo escribió un irónico Albert Rivera, pero en 2012 y en referencia al entrenador de fútbol y exseleccionador nacional. En las redes sociales del presidente de Ciudadanos no hay ni rastro de la otra Clemente, Silvia, cuyo fichaje acaba de dinamitar la estabilidad que solía caracterizar los procesos internos de la formación naranja.
"Albert estaba con mucho trabajo, plenamente centrado en su lanzamiento como candidato. Nos dijo que tenía que empezar a delegar ciertas cosas". Con esta frase define un miembro de la Ejecutiva el mensaje que transmitió Rivera a los suyos cuando el partido adquirió opciones de gobernar. A partir de ahí, el líder liberal se fue desvinculando de las "decisiones orgánicas".
Rivera no se opuso cuando la admisión de Clemente tuvo que ser refrendada por el partido. Implícitamente, la convirtió en la candidata del aparato para las primarias de Castilla y León, pero "a él se lo dieron hecho". El presidente de Ciudadanos no mantuvo ninguna reunión con ella, no se fotografiaron -la única imagen que existe es de un acto institucional de 2015-, tampoco aireó mensajes de ánimo.
El fichaje de la expresidenta de las Cortes castellanas se gestó así: Pablo Yáñez, miembro de la Ejecutiva y secretario de Comunicación en esa autonomía, "vendió" a Clemente a la dirección nacional -a través de José Manuel Villegas- como una "gran candidata", con influencia en los medios locales y "muy conocida". La organización le dio el visto bueno, pero curiosamente sin la supervisión del headhunter habitual y secretario de Organización, Fran Hervías.
Tanto es así que el propio Hervías reconoció en rueda de prensa -tras haberse realizado el segundo recuento que aupó a Francisco Igea- que "nunca" había hablado con ella. "Albert tardó muy poco en darse cuenta de que aquello podía salir mal. Por eso no se posicionó. Fíjate qué diferencia con Toni Cantó, Felisuco o Joan Mesquida", cuenta un miembro de la Ejecutiva.
Varios dirigentes de Ciudadanos, en conversación con este diario, alaban la "intuición" de Rivera como una de sus mayores "virtudes": "Es una facultad nata, en este tipo de casos suele tomar las decisiones correctas". ¿Y esa "intuición" no le permitió ver lo de Clemente? "Ahora parece muy fácil. Pero algo ya se olió. Silvia fue la única candidata importante del partido que no recibió su apoyo explícitamente".
Más allá del pucherazo, que se consumó la noche del pasado viernes, la mera incorporación de Clemente agrietó la tradicional unidad de la Ejecutiva. Luis Garicano y Toni Roldán, encargados de redactar el programa para las generales, se posicionaron a favor de Paco Igea, la alternativa al aparato. Lo mismo hizo el grueso del grupo parlamentario naranja en el Congreso. El médico y hasta ahora diputado avisó en primera persona a la dirección: "Ella no puede representar la regeneración que buscamos".
Esta realidad fue enarbolada por la mayoría de quienes se opusieron a la captación de Clemente: a diferencia del resto de fichajes que llegaron desde el bipartidismo, "ella no se fue por un motivo ideológico claro, todo fueron luchas de poder".
En las horas crepusculares de la campaña, trascendió una investigación de la Justicia castellano leonesa. El dueño de Patatas Meléndez, marido de Silvia Clemente, recurrió en su día la retirada de una subvención que la Junta le otorgó cuando su pareja era consejera. El Tribunal Superior de Justicia, además, percibió una posible manipulación documental. Para más inri, la sucesora de Clemente al frente de las Cortes ha denunciado la desaparición de unos papeles de propiedad pública vinculados con el caso.
Se acercaba la votación. Rivera, tanto en público como en privado, exteriorizaba un "que gane el mejor". Mientras, Villegas, Girauta o Miguel Gutiérrez respaldaban a Clemente. Llegaron los resultados, que dieron una ajustada victoria a la ex del PP. Igea lo asumió y se apartó. Hasta que miembros de su equipo le advirtieron de las anomalías informáticas. De esa investigación salieron los 82 votos fraudulentos que la organización no es capaz de vincular a los afiliados.
Según ha testado este diario, el aparato ya trata de cerrar la crisis. Les basta con la dimisión de Yáñez. Pero varios dirigentes, no conformes, apuntan: "Tiene que hacerse Justicia. Si no, el roto será mayor". Rivera sabe que se trató de un fichaje fallido. Lo supo incluso antes de que ocurriera el pucherazo.