Se publicitó como "el debate decisivo", pero si algo ha caracterizado el partido de vuelta, además del ambiente bronco, fue el cambio de registro de los moderadores de Atresmedia, Ana Pastor y Vicente Vallés. Habitualmente incisivos, mordaces y lanzando repreguntas, se desdibujaron en el plató frente a los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno.
El formato mostró sus costuras desde el primer minuto: frente a la escaleta encorsetada que se desplegó en RTVE -que, sin favorecer el debate, permitía la explicación y comprensión de las propuestas por parte de la audiencia-, este martes la batuta era tan libre que por momentos pareció que no existía. Hay quienes agradecieron esa cesión del protagonismo, pero también quien echó de menos el orden en la sala.
Sobre todo, por cómo se había vendido que sería. La propia Ana Pastor aseguraba que, lo que diferenciaría este debate sobre el televisado en la pública, sería la capacidad de los moderadores de lanzar preguntas en cualquier momento, lo que desembocaría en un programa "más periodístico", "más dinámico, plural y objetivo". Pero, a la hora de la verdad, reinó la confrontación.
La sensación de espectacularidad y circo se gestó desde los primeros instantes, con las imágenes previas, que fue similar a lo mostrado en la televisión pública. Pero después todo cambió: la cita se inició con una ronda rápida de preguntas de actualidad, quizás el momento más periodístico del combate. A continuación, en la apertura de cada bloque, demandas incisivas para cada candidato, pero que se perdían en el ambiente con la agresividad mostrada entre los políticos. Y, de ahí, al barro.
"Usted qué es, ¿el árbitro?"
Los candidatos estuvieron tan al margen que Pablo Iglesias adoptó un rol moderado en varios instantes, reclamando rebajar el tono. El candidato de Unidas Podemos entró en la discusión en varios momentos del programa llamando a la calma, pidiendo respeto entre los candidatos y afirmando que los españoles no se merecían escuchar a los participantes en el debate insultarse. En seguida Rivera le reprochó: "¿Usted qué es, el árbitro?".
Quizás quien hizo más acto de presencia de la dupla de presentadores fue Vicente Vallés. No por acción propia -se mostró bastante más nervioso que Pastor, que dominaba con creces la situación-, sino porque Pedro Sánchez no paró de mentarlo. Una y otra vez, como un mantra, apostillaba sus intervenciones con un "señor Vallés". Ni mención a su compañera que, en momentos puntuales y cuando el reloj ya se acercaba a la medianoche, sí intentó, en alguna ocasión, reconducir el debate.
Los bloques ayudaron al debate de RTVE
El resultado final contrastó con lo televisado en RTVE, aun con los mismos protagonistas. Los moderadores silentes, callados. Compartimentando los bloques, sin intervenir apenas. Los candidatos, al final, iban levantando la mano pidiendo permiso. Para nada: siempre saltaba uno y el orden se alteraba por las alusiones.
Sin embargo, lo que para algunos ha sido pecado, otros lo han apreciado como virtud. "Han estado fantásticos. Se ha necesitado dosis de paciencia", afirmaba el mismo Sánchez a la salida de plató, justo el espacio donde en RTVE se negó a aparecer y mandó al coordinador del comité electoral del PSOE y número 3 del partido, José Luis Ábalos.