Después del debate del lunes en TVE, los cuatro contendientes tenían que variar en algo su presentación. La sensación de victoria de Albert Rivera, el punto "presidencial" de Pablo Casado, la abulia de Pablo Iglesias o la sensación de perdición de Pedro Sánchez tenía revancha en Atresmedia.
La velada abría rápido una nueva oportunidad para quienes salieron mal parados del lunes. Y quien mejor la aprovechó probablemente fue el líder de Podemos. Beneficiado del ambiente crispado que crearon Rivera y Casado contra Sánchez, supo hallar su papel para convertirse en el primer árbitro que gana a los puntos un combate.
1. "Falso es falso, no es no, y nunca es nunca"
Sánchez parecía seguir su propio guión. Le preguntaban los periodistas por el empleo, de hecho le quisieron pillar recordándole que el programa del PSOE ya no dice que quiera derogar la reforma laboral del PP, como sí prometía en 2015 y 2016. Pero alegó que esa pregunta se refería al pasado y que lo que él quiere es mirar al futuro para tratar de ganar el martes el debate que había perdido el lunes.
Así, olvidó el tema por el que le preguntaban y sacó el asunto territorial, pero en unos términos que no le beneficiaron: "Quiero dejar claro que yo no he pactado con los independentistas", dijo provocando la reacción indignada de Rivera y Casado. "Entonces, Pedralbes, ¿qué fue, un picnic?", preguntó el popular. "No tome el pelo. ¿Pero cómo miente así?", dijo Rivera. "Falso es falso, no es no, y nunca es nunca", trató de zanjar Sánchez...
2. En Sant Jordi, "un libro que no se ha leído"
Rivera, como el lunes, traía regalos para Sánchez. En este caso le trajo "un libro que no se ha leído", que era una copia de su tesis doctoral. Nervioso, Sánchez gastó su primera bala -quizá prevista para otro momento- y le devolvió a cambio "este de Fernando Sánchez Dragó y Santiago Abascal, para que sepa bien la ideología de quien quiere que sea su socio".
"Los españoles se merecen un presidente que no mienta", citaba Rivera a Rubalcaba, para quien quisiera recordar.
Pero el líder socialista no contestó y, como el lunes, prefirió leer. Haciendo un quiebro, volvió al empleo y enumeró las nuevas prestaciones que aprobó su Gobierno para los autónomos -eso sí, hubo de admitir que ha subido la cuota en 5 euros al mes-, y lanzó una promesa, la primera -y quizá la última- de la noche: "Reformar el RETA y que coticen por lo que cobran, lo prometo ante las cámaras".
3. "Cada vez que habla Sánchez sube el pan, el diésel y la luz".
El líder del PP desplegó sus primeros grandes golpes en el tercer asalto, repartiendo a izquierda y extrema izquierda, a Sánchez o Iglesias. Aseguró que "cada vez que habla Sánchez sube el pan, el diésel y la luz... hoy un 23%". Y siguió con un chascarrillo a cuenta de la deuda: "Los españoles estamos en deuda con usted, 21.000 millones de deuda más desde que usted gobierna".
Y de inmediato derivó a Iglesias, como colaborador necesario de las alzas de impuestos que "si no ponemos remedio" vendrán tras el 28-A en el caso de que PSOE y Unidas Podemos puedan sellar un pacto de Gobierno. "Y luego tendremos que venir los del PP a arreglar la España que ustedes están hundiendo... pero mejor en cuatro días que cuando ya no haya remedio".
4. "Al IPC no..."
Un largo discurso de Iglesias sobre pensiones, achacando al resto de partidos la ruptura del Pacto de Toledo que Podemos reventó en su última reunión, acababa cuando Sánchez cayó en la trampa como los malos boxeadores de las viejas películas mudas: "Usted acordó con nosotros fijar las pensiones al IPC", le decía Iglesias, "y lo incumplió". Por lo bajo, interrumpiendo con algo de vergüenza, el presidente dijo "eso es falso, al IPC no"...
La manera de defenderse del presidente, dándose un puñetazo en propia cara al admitir su incumplimiento lo dejó al descubierto y tambaleante. Y al darse cuenta del error, trató de desviar el tema hablando de la subida del Salario Mínimo a 900 euros "porque eso crea empleo y sube las cotizaciones".
5. "Ustedes me están viendo... a que no llegan a fin de mes"
Albert Rivera sacó en este debate uno de los golpes que menos ha practicado durante la campaña electoral. Y con él ganó el quinto round el líder de Cs, defendiendo una idea complicada de vender: el contrato único para acabar con "la dualidad que precariza nuestro mercado laboral desde los tiempos del bipartidismo".
Sánchez quiso ridiculizarlo y le hizo un feo a Rivera, riéndose de la propuesta: "Usted lo que quiere es convertir todos los contratos en basura, jajaja, es una cosa...". Y como Rivera aprovechaba para arremeter contra PP y PSOE en este punto, Casado le afeó que "claro, si usted nunca ha gobernado".
Pero se guardaba un golpe maestro el presidente de Cs, que noqueó al presidente con una hábil apelación a los televidentes. "Pero si no importa...", dijo dejando de mirar a sus contendientes y dirigiéndose a las cámaras: "Ustedes me están viendo. A que no llegan a fin de mes, a que les cuesta tener un contrato laboral, a que no pueden tener hijos... yo lo que quiero es ayudar a los trabajadores españoles con un contrato estable para todos desde el primer día".
6. "¡Aquí están las primarias de la derecha!"
Fue un debate mucho más sucio que el del lunes. Más que un ring de boxeo, el plató de Atresmedia merecía por momentos ser asemejado a la imagen de una de esas peleas en barro de Humor amarillo. Tampoco ayudaba la estructura, mucho más deslavazada y caótica, con unos presentadores que sólo hicieron de entrevistadores, nunca de moderadores.
Así, en un rato en el que se hablaba de impuestos -porque se mezclaban de ida y vuelta las descalificaciones a cuenta de cualquier asunto- Rivera afeó a Sánchez su discurso de que "no es subir o bajar impuestos, sino a quién", en el que coincidía palabra por palabra con Iglesias. "Ustedes se olvidan del dieselazo, que debe de ser que para ustedes dos todos los que tienen esos coches son ricos". Y nuevamente el presidente dejó al descubierto su guardia en un mal, muy mal, movimiento: "¡Pero qué dice, si no se ha aprobado!".
Esa torpe defensa abría todo el frente para un directo al mentón por parte del líder naranja. Soprendido ante la ocasión regalada, Rivera atacó y Casado se sumó a la oportunidad de tumbar al defensor del título: "¡Porque se lo rechazamos nosotros!", parecieron decir los dos, en una pelea por cobrarse la pieza del presidente presumiendo de que sus Presupuestos, que incluían esta medida, fueran devueltos por el Congreso.
Acorralado, Sanchez reaccionó bien en este momento de grave peligro: "Aquí las tienen, ¡las primeras de la derecha!", se reía Sánchez, "a ver quién dice la mayor barbaridad", dejando atrás su mala defensa de las cuentas públicas que pactó con Podemos.
7. "Habrá quien le vote pero quieren un presidente educado"
Mediaba la velada cuando los espectadores empezaron a caer en que la matraca cansina de Iglesias del día anterior con los artículos de la Constitución iba a ser sustituida por la de un líder de Podemos haciendo de árbitro "avergonzado".
El presidente de Ciudadanos logró sacar de sus casillas también a Pablo Iglesias, que había tratado de conciliar desde el primer minuto del debate, reclamando "respeto", "no interrumpirse" y contestar a lo que nos preguntan". Pero llegó el punto en que no pudo más.
Sorprendía ver al joven que importó para España los escraches hace menos de una década erigiéndose en adalid de las buenas formas. "Señor Rivera, ya está bien, deje de interrumpir, y sea más educado", cabeceaba el líder de Podemos al borde de la desesperación, "que nos están viendo desde casa, e incluso habrá quien le vote, pero quieren un presidente educado, no un impertinente".
8. "Como el Aloe Vera, sus ministros tienen más propiedades"
Los impuestos fueron dando paso a las políticas de vivienda. Y mientras Iglesias tiraba de argumentario de campaña, ése que echa en cara que haya "grandes tenedores de pisos que no saben dónde están los barrios de Madrid pero suben los alquileres", Sánchez se subía al carro como si él no hubiera gobernado estos 10 meses: "Las promociones que fueron rescatadas de los bancos han acabado en manos de grandes fondos buitre y eso empuja los precios al laza" y lo remató con la acusación de que eso sólo ha pasado con los gobiernos del PP.
Casado no podía responder con el "ahora también" que deseaba, así que desvió el asunto con habilidad hacia los problemas del Consejo de Ministros con los inmuebles adquiridos a través de sociedades interpuestas por parte de varios de los ministros del PSOE. "Es de chiste que hable de fraude fiscal con cinco ministros bajo sospecha, además del que dimitió por tener sus casas en sociedades instrumentales".
Casado acusó y por sus nombres a Màxim Huerta, Nadia Calviño, Pedro Duque... a Josep Borrell por su sanción por el caso Abengoa, "y a la ministra Celaá, que oculta sus propiedades en la declaración pública de bienes. Es que su Gobierno es como el Aloe Vera, que según se investiga tiene más propiedades".
9. Listas negras con "ideólogo, responsable y cómplice"
Sánchez tuvo que usar uno de sus golpes de efecto muy pronto, el del libro de Abascal. Pero aún guardaba otra sorpresa para tratar de hacer presente a "la ultraderecha" en el debate. El noveno asalto fue suyo sin duda cuando exhibió una carta que los sindicatos de trabajadores de la Sanidad andaluza han denunciado como "el inicio de las listas negras impulsadas por el PP y por Cs" de quienes trabajan en la defensa de las mujeres víctimas de violencia de género, "como pide Vox".
Según el presidente, la consejería de Salud y Familias del nuevo Ejecutivo de coalición entre PP y Cs está atendiendo el requerimiento de los de Abascal "para apuntar los nombres y apellidos de médicos, psicólogos y trabajadores sociales" adscritos a la defensa de las mujeres. "Eso es la ultraderecha, un retroceso en las conquistas de las mujeres", continuó Sánchez. "¡Qué decepción!", añadió mirando a Rivera, "esto lo está haciendo su consejería, que la dirige un miembro de Ciudadanos, qué decepción señor Rivera, en un partido liberal".
10. "No se ponga nervioso, que se pone muy nervioso conmigo"
La imagen calmada de Pedro Sánchez, "el único gobierno cabal", según sus mítines de campaña se ha diluido en estas dos citas a cuatro ante las cámaras. En todo caso, era inevitable, teniendo en cuenta que iba a recibir ataques duros de Rivera y de Casado y más de uno de su socio Iglesias, deseoso de evitar que el líder del PSOE vendiera como propios los logros que el líder morado atribuye a su capacidad de presionar.
Pero ciertamente, Sánchez pareció desquiciado toda la noche. Cierto que Rivera le buscaba con un combate marrullero, interrumpiendo hasta en los minutos finales de cada bloque, en los que cada candidato debía tener libertad para desplegar su discurso sin interferencias. "Existe el riesgo de que sumen estos dos con la ultraderecha", llegó a decir con displicencia el secretario general del PSOE, trayendo de nuevo el concepto de "las tres derechas".
El caso es que en uno de esos lances, el líder de Cs aprovechó las lecciones de oratoria tomadas desde joven e incluso aprovechó la reacción del presidente para contratacar: "No se ponga nervioso, señor Sánchez, que le veo muy nervioso conmigo".
11. "España no se merece un presidente así". "Es patético"
El bloque sobre violencia de género -"violencia machista, es machista", corregía Iglesias-, guardaba una de los asaltos más ácidos de la noche. Todo comenzaba con Rivera, indignado con el presidente, que había tratado de patrimonializar la bandera feminista. "Mire, señor Sánchez, cuando maltratan a una mujer no es del PSOE o de Cs, es una mujer española. En las manifestaciones del 8-M lo que pasa es que escrachean a los representantes de Ciudadanos". Y remató mirando a cámara: "España no se merece un presidente como Sánchez".
"Es patético", interrumpía Casado, que salataba a cada ocasión que le ponían al presidente en suerte. Sánchez se zafaba gritando lo de las "listas negras" de Andalucía. Y Casado, apunto de indignarse ya en lo personal, rechazaba la acusación de que los partidos de derecha no defienden los derechos de la mujer recordando que el pacto contra la violencia de género -"machista"- lo impulsó el PP.
E incluso, ya encendido, sacó el caso de Jesús Eguiguren, exlíder del PSE y "el único dirigente político condenado por maltrato"... para terminar con un golpe al hígado: "No dé lecciones". Rivera olió la debilidad y machacó: "Hay que tener cara y ser mezquino para decir esas cosas, manipulando el dolor de las mujeres".
La discusión fue sucia, casi de bar a altas horas de la madrugada. Y ejemplificaba lo difícil que era ver a cuatro hombres hablar de los derechos de las mujeres. Al punto de que sólo faltó lo de no me lo dices fuera: "Esto es inaceptable, usted no me levanta el dedo ni la cara, no tiene usted ninguna superioridad moral en esto", terminaba Casado.
12. "De esto de las cloacas, mejor no hablemos, ¿no?"
Cuando Pastor y Vallés introdujeron el bloque de la regeneración democrática quien mejor aprovechó su discurso fue Pablo Iglesias. Esta vez, el líder de Podemos sí halló un buen hueco para colocar su argumentario sobre la corrupción. Y lo desarrolló con más habilidad que el día anterior, vinculando los casos del PP con la "policía patriótica" de Villarejo auspiciada por los gobiernos populares "para perjudicar a Podemos" y rematando la sucesión de golpes el con que el PSOE no la ha desmantelado.
El discurso lo cerró redondo el líder de Podemos. Y se hizo el primer silencio de la noche. La calma no duró más de un segundo, lo justo para que los otros tres contendientes cayeran a la lona, noqueados. Vicente Vallés trató de darles aire: "Habla el señor Rivera, que pidió la palabra, y después el señor Sánchez". Pero el líder de Cs dijo que él no había solicitado turno y el presidente tampoco tenía nada que decir... "Claro, de cloacas mejor no hablemos, ¿no?", reía con sorna Iglesias, que ya se veía ganador ante tanta crispación inútil.
13. El rollito de Rivera... y el cordón sanitario
Éste 14º round fue quizás el más surrealista de la noche. No tanto por el despliegue de un largo rollito de casos de corrupción del PSOE que sacó Rivera de su atril sin fondo. Sino por las respuestas de Sánchez, que pareció no haber previsto que le sacaran a colación casos de corrupción de socialistas:
-¿Dónde vas?
-Manzanas traigo.
"¿Va usted a dimitir si condenan a Chaves y Griñán?", preguntó Rivera, en referencia al caso ERE. "Quiero renovar el sistema nacional de salud", contestó Sánchez. Y como el presidente no quería entrar, fue azuzado por Ana Pastor: "Le han hecho una pregunta", inquirió la periodista. "Génova era el gran bazar de la corrupción del PP", repuso a eso el líder socialista.
"Y en Andalucía con los ERE, ¿que había, una fiesta?", seguí Rivera que enrollaba de nuevo su desplegable con algo de dificultad. Pero con mucha más, un Sánchez sin reflejos sólo acertaba a dar brazadas al aire repitiendo a media voz "cordón sanitario"... Sonó el gong y aún tambaleaba el presidente.
14. El nuevo retratito de Rivera: Mendia y Otegi
"Ayer hablábamos de Torra, y hoy hablamos de Otegi que le quiere regalar un millón de votos", decía Rivera mientras desplegaba un nuevo portarretratos. La escena que hizo fortuna en la velada del día anterior se repitió con otros protagonistas: Idoia Mendia, secretaria general del Partido Socialista de Euskadi, brindaba con Arnaldo Otegi, "el terrotista" y líder de Sortu, en una portada de prensa navideña.
"¡Qué verguenza!", reaccionó el presidente del Gobierno. Y ante la respuesta, Rivera se vino arriba: "Eso, precisamente eso dijo José María Múgica, dijo 'qué vergüenza' y rompió el carnet del PSOE. También el señor Rodríguez Ibarra dijo que era la foto de la vergüenza, exactamente. Y el señor Guerra le llamó la atención en público, señor Sánchez".
La discusión que siguió a esta escena, que sorprendentemente abría la pelea de la política territorial muy tarde en este segundo debate, se centró en las terminologías: Casado calificó de "enemigos de España" a los separatistas que auparon a Sánchez al poder, Iglesias dijo que "enemigos de España" son los empresarios a los que él acusa de "comprarse ministros para manejar la política", en un nuevo intento de no hablar de la polémica independentista, que no le conviene en esta campaña.
Y Sánchez trató de responder al portafotos con la imagen de una votaciones en el Congreso y elevando la anécdota a categoría, mostró un día inespecífico en que Bildu votó "no" a la vez que PP y Cs. Pero este contrataque, preparado con mimo por el equipo del presidente, sólo provocó las risas de sus dos opositores, cada vez más aliados entre sí. Y Casado zanjó la sorna con un aspaviento: ¡Es un trilero!".