Estas elecciones ya tienen su operación Figo. Un jugador famoso del PP, último presidente de la Comunidad de Madrid, acaba de fichar por su mayor adversario en el espacio que va del centro a la derecha. Ángel Garrido es un “traidor” en los corrillos de Génova y un “tipo admirable” en la sede de la calle Alcalá.
Sustituyó a Cristina Cifuentes pero, tras un año de gestión, Pablo Casado prefirió nombrar candidata a Isabel Díaz Ayuso. Sigiloso, negoció con Ciudadanos y ya posa de naranja. Su incorporación ha sido la del morbo. A diferencia de otras, no había rumor que la envolviera. “Pero, ¿qué hace aquí Garrido?”, se preguntó más de uno cuando apareció escoltando a Ignacio Aguado.
Casado no daba crédito. Su segundo, Teo García Egea, le llamó por teléfono al leer la prensa, pero no obtuvo respuesta. A Garrido, que atiende esta entrevista en una sala de reuniones de su otrora rival, le entran whatsapps con virulencia. La pantalla de su teléfono se enciende continuamente. A uno le tienta divisar los nombres en negrita desde el otro extremo de la mesa, pero se antoja imposible.
No ha pasado siquiera un mes desde que Ángel Garrido aceptó ser el número cuatro de los populares para las elecciones europeas. Hace un telediario, aplaudía los discursos de Casado. Llamaba “populismo pop” y “oportunistas” a sus recién estrenados compañeros. Sobre las “incomodidades” que le han llevado a cambiar de trinchera, menciona la postura del PP en torno a la eutanasia o el aborto. Pero, ¿por qué su expartido está al borde de cosechar el peor resultado de su historia? Lo tiene claro: “Por culpa de la corrupción”.
Usted es del Atleti. El taxista que me ha traído aquí, cuando ha escuchado lo suyo en la radio, ha dicho: “Éste mañana se levanta del Real Madrid”.
No, ni mucho menos. Vengo a Ciudadanos porque es el partido que ocupa el centro político. Lo digo con toda claridad. Han aparecido extremismos a derecha e izquierda. El resto de partidos se ha reposicionado, pero Ciudadanos sigue estando en el centro. Me gusta militar en ese espacio. Empecé trabajando en el CDS. Me afilié porque sentía admiración por Adolfo Suárez.
Es ingeniero de minas. Deja el PP colocando varios cartuchos de dinamita en Génova poco antes de las elecciones.
Espero que nadie lo entienda así. Ha sido un proceso de reflexión y maduración importante. Llevo militando casi treinta años en el PP. Era complicado. Sinceramente, no me apetecía estar en un sitio donde no me sentía plenamente cómodo. Agradezco a Ciudadanos el enorme cariño con el que me ha recibido. No pretendo arrojar cartuchos o barrenos. Dejo muchos compañeros, pero también amigos. En lo personal, a Casado le deseo toda la suerte del mundo. Es un amigo.
Casado es un “amigo”, pero no le llamó antes de anunciar públicamente su fichaje. La explosión ha sido inesperada. ¿Por qué no habló con él?
Estas decisiones se toman en solitario. No lo hablé con ninguno de mis compañeros. Era algo personal y no quería influencias de nadie. No he hablado con Pablo, pero en el partido saben perfectamente cómo funcionan estas cosas. Cuando se me comunicó que yo no iba a ser el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, ya se había dicho quién era la elegida. Es lo normal para que no haya filtraciones. Lo entenderán perfectamente, nadie se puede hacer el despistado.
¿Le han escrito ellos en las últimas horas?
No he hablado todavía con Pablo. Tampoco nos hemos comunicado por WhatsApp. En cualquier caso, me han escrito cientos de compañeros que están en el partido, cuya identidad, obviamente, no puedo revelar. La inmensa mayoría es de aceptación. No pido que me apoyen o lo compartan, simplemente que lo acepten.
¿Y Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes? ¿Tampoco habló con ellas?
No, de verdad. Con nadie es “con nadie”.
¿Y a posteriori? Veo que no dejan de llegarle mensajes -la pantalla vuelve a iluminarse un par de veces-.
Puede que estén entre alguno de estos mensajes -sonríe-. Entran por decenas. Contesto a todo el mundo, siempre lo hago. De momento no sé si me han escrito, de verdad.
¿La venganza se sirve en plato frío?
No. Ni venganzas ni platos fríos. No siento odio. Creo que era Unamuno el que decía que los odios son una forma de parentesco porque te ligan con alguien con quien no quieres estar. Jamás he sentido esos odios. Agradezco al PP el trato a lo largo de estos años, pero quiero militar en un espacio donde me encuentre más cómodo política y personalmente. Lo he decidido esta semana y por eso lo hemos anunciado ahora.
¿Con quién ha negociado el fichaje?
Con Ignacio Aguado y César Zafra, con quienes siempre mantuve una buena relación política y de amistad. Negociamos dos acuerdos de investidura. El de 2015 con Cifuentes; y luego el de la mía.
Aseguró en su comparecencia que comparte al cien por cien el programa de Ciudadanos. ¿De la noche a la mañana o también lo hacía cuando militaba en el PP?
Hay una gran parte del proyecto de Ciudadanos que no se aleja del PP. Ese centro de consenso. Pero el respeto a las libertades individuales y los derechos civiles sitúa verdaderamente en el centro a Ciudadanos. Eso marca una diferencia.
Ha mencionado en varias ocasiones su “incomodidad” en relación a su ya expartido. ¿Qué es exactamente lo que le ha hecho abandonar el PP?
No planteo nada en negativo con el PP, sino en positivo con Ciudadanos. No merece la pena resaltar lo que me hace sentir incómodo con el PP. No sería elegante ni justo por mi parte. Ciudadanos es el espacio de centro político y de referencia entre todos los partidos.
No habla en negativo de su expartido, no especifica los motivos… Muchos le llaman “tránsfuga”. ¿Cómo le sienta?
Hay diferencias claras en todo lo que tiene que ver con los derechos civiles. Yo tenía un puesto que, desde un punto de vista personal, era infinitamente más cómodo que el que voy a asumir. Nadie podrá decir jamás que yo me he ido por buscar un acomodo más fácil. En absoluto. He llegado aquí por convicciones. Quiero seguir trabajando en política. El espacio donde estoy plenamente cómodo es Ciudadanos.
Con ese puesto se refiere al de eurodiputado. Iba a ganar casi tres veces más.
No lo sé exactamente, no lo he mirado, pero todo el mundo dice eso. De verdad, en mi movimiento no hay intereses económicos. Todo lo contrario. Se trata de mis convicciones. Me gustaría seguir disfrutando de la política, no estar por estar.
¿Por qué el número 13 de la lista?
No lo sé, es lo que ha decidido la organización, pero me encanta el número. Hubiera sido injusto que hubiese ido por delante. Hay gente que lleva trabajando muchos años por este proyecto. Yo soy un recién llegado. Agradezco el cariño y los brazos abiertos. Creo en el respeto al trabajo. Además, el trece es un número mágico -se ríe-.
¿Ciudadanos le ha prometido la vicepresidencia o una consejería?
No hay nada comprometido, sólo la incorporación a la candidatura. Ignacio Aguado va a ser el presidente de la Comunidad de Madrid, no me cabe la menor duda. A partir de ahí, él decidirá dónde puedo colaborar de la mejor manera posible. Yo aportaré mi experiencia de Gobierno, creo que eso es un valor.
Un miembro de Ciudadanos me decía esta mañana: “Ángel es moderado. Ha visto cómo el proyecto de Casado y Díaz Ayuso en la Comunidad abrazaba el extremo para competir con Vox”.
Repito: no me gusta valorar un partido en el que he militado durante casi treinta años. Sí que ha habido un reposicionamiento claro en función de la llegada de los extremos, tanto a la derecha como a la izquierda…
¿Vox es extrema derecha?
Geográficamente sí, es evidente. Está en el extremo derecho. De verdad, no me voy de los sitios hablando mal. El PP tiene muchas cosas buenas, pero Ciudadanos tiene más.
Habla del “reposicionamiento”. ¿Ha virado el PP demasiado a la derecha?
Si digo que Ciudadanos es el centro, es evidente que creo que el Partido Popular no lo es. Esa resituación tiene que ver con la aparición de Vox. Es una realidad. Haré campaña. Isabel Díaz Ayuso no es mi candidata, sino mi rival. Pondré sobre la mesa sus errores o en lo que pienso que se equivoca.
Adelante, no se corte, hombre.
Ya habrá tiempo. Queda toda la campaña por delante. Hay que ser respetuoso. Debemos transmitir nuestros proyectos a los ciudadanos, no caer en el debate de lo personal. He procurado no hacerlo, aunque seguro que alguna vez me he equivocado.
Igualito que en el último debate de los candidatos a la presidencia del Gobierno.
Digamos que estuvo animado… El vencedor de ambas citas fue Rivera y Sánchez salió como claro perdedor.
¿Qué tal vio a Casado?
Bastante mejor en el segundo debate que en el primero.
Hay determinados asuntos como el matrimonio homosexual, la eutanasia o la gestación subrogada que han abierto un abismo en campaña entre ambas formaciones. En estos asuntos, ¿su postura es la de Cs?
En mi despacho de presidente de la Comunidad tenía un cuadro de Kennedy, un símbolo de la lucha por las libertades civiles. Comparto al cien por cien la postura de Rivera en esos asuntos. Son difíciles de abordar, pero no por ello debemos dejar de hacerlo. Recuerdo el caso de aquella pareja… Estuvieron sufriendo tanto tiempo… Sentémonos y demos soluciones. En ese sentido, sí que mantengo una importante diferencia con lo que el Partido Popular propugna.
Ha hecho referencia al caso de Ángel, que ayudó a morir a su mujer. Aquello puso sobre la mesa política el debate de la eutanasia. Casado, en una entrevista con este diario, dijo sobre el aborto: “Es bueno que las mujeres sepan lo que llevan dentro”. Cuando el PP exponía su postura en torno a la eutanasia y el aborto, ¿se sentía cómodo?
No, no me sentía cómodo. En ese sentido, siempre he tenido una opinión muy clara. He apostado por cosas que, seguramente, en el PP se consideraban demasiado avanzadas. Defendí el matrimonio homosexual desde el principio. Dije que era un error el recurso presentado ante el Constitucional y que no nos llevaría a ningún sitio, como luego efectivamente ocurrió. En la línea de los derechos civiles, siempre he ido bastante por delante del PP. No me parece mal. Los partidos no son monolíticos.
Usted conoce por dentro el PP. ¿Cambiará Casado de postura acerca del aborto o la eutanasia?
Parafraseando a Suárez, diría que conviene normalizar en política lo que ya es normal en la calle. Si uno pregunta al 90% de los ciudadanos, pensarán más o menos lo mismo en torno a la eutanasia y el aborto. Habrá matices, pero la gente tiene claro que debe haber una despenalización en determinadas condiciones. Por mucho que uno tenga convicciones personales, a veces éticas o religiosas, no puede imponerlas cuando la mayoría viaja en otra dirección.
Recopilemos. Imagino que si Casado le hubiera ofrecido ser el candidato del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, hoy no estaría aquí, en la sede de Ciudadanos.
Quizá no, pero en ese caso yo habría decidido las políticas del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. Ese es un factor diferencial importante. Las decisiones sobre los candidatos las he respetado siempre. Unas veces extrañan más, otras menos. La militancia obliga a ese respeto jerárquico. Jamás puse un pero. No es lo mismo dirigir las políticas y el programa que no hacerlo.
Le leo algunos de los dardos que lanzó a Ciudadanos en esta última legislatura. “Oportunismo sin límites”, “trabajan para los titulares”, “apostar por Ciudadanos es no saber por qué se apuesta”, “populismo pop…”.
Yo ejercía la portavocía del Gobierno. En el parlamento, rebates a tus adversarios. A veces con frases más o menos ingeniosas. En lo esencial, y eso también está en el libro de sesiones, hemos colaborado. Siempre les mostré mi agradecimiento. Aprobamos los presupuestos. Los rifirrafes existen y no tienen mucha más trascendencia.
Bauzá o usted han acabado en Cs, pero Henríquez de Luna y el creador del logo del PP han fichado por Vox. Hay una fuga de candidatos a un lado y a otro. Si las encuestas aciertan, su expartido cosechará el peor resultado de su historia. ¿El PP está en proceso de descomposición?
No lo sé. Lo que tenía que haber hecho el PP fue definir con claridad su espacio. No lo ha tenido claro. El espacio del PP debía haber sido el centro. En los intentos de taponar ciertas vías de agua, uno se puede equivocar. Que decidan sus dirigentes.
Pero, ¿a qué atribuye esa caída de escaños y esa fuga de compañeros?
Seguramente a esto, a que no encuentran su sitio. Eso conduce a las salidas de unos y otros. No lo veo con dramatismo. Los ciudadanos, los políticos también, se conducen con una cierta flexibilidad para trasvasar su ideal y su proyecto.
¿Se sintió muy incómodo con la corrupción del PP en Madrid y con el escándalo del máster de Cifuentes?
Lo he dicho siempre. Confío en la palabra de Cristina y en que le vaya muy bien en el juicio. Ahora sólo es amiga, no mantenemos ninguna relación política. Precisamente por eso confío en su palabra.
¿Qué pensó cuando el PP fue condenado por corrupción como organización en su conjunto?
Todos y cada uno de los casos de corrupción que ha habido en el PP, muchos de ellos graves, me han avergonzado. Me defraudó, me pareció espantoso. Intenté implantar un modelo de inflexibilidad frente a la corrupción. Debemos ser inflexibles. Fue terrible. Lo que ha llevado al PP a esta situación, a esas malas expectativas de voto, ha sido fundamentalmente la corrupción. Algunos señalan una pérdida de principios, pero ha sido la corrupción, que hace mucho daño. Cuando la gente lo está pasando mal en una crisis y ve que en el partido del Gobierno hay corruptos… Dos y dos son cuatro. Ahí está la clave de la pérdida de apoyo electoral del Partido Popular.