Jafre es un pequeño municipio gerundense que no alcanza ni tan siquiera los 400 habitantes. 390 según el último censo disponible. Se encuentra en la comarca del Bajo Ampurdán y forma parte de uno de esos pueblos con edificios de piedra medieval tan característicos del paisaje de esta provincia catalana. Un lugar en el que cualquiera podría respirar paz y tranquilidad, gracias a las vistas al río Ter o a las rutas que ofrecen sus llanuras, entre campos y verdes bosques.
Sin embargo, para dos de sus vecinos el clima se ha vuelto hostil. Ya nadie saluda al dramaturgo Albert Boadella cuando pasea por las calles de Jafre. Ni a él ni a su mujer, Dolors Caminal. ¿El motivo? El independentismo. El matrimonio reside aquí desde hace 35 años, pero la convivencia se dinamitó con el procés. Ahora Boadella y su esposa están marcados como “enemigos”.
Que Jafre es un pueblo abrumadoramente indepe lo confirman los datos del 28-A. De los 248 electores que fueron aquel domingo a las urnas, 197 votaron por partidos separatistas (ERC, JxCat o Front Republicà). Frente a ese 80%, doce vecinos apostaron por formaciones que defienden la unidad de España: Ciudadanos obtuvo seis papeletas, el Partido Popular cinco y la irrupción de Vox se tradujo aquí en un único sufragio. “Andarán buscando a ese terrorista”, bromea Boadella en conversación con este periódico.
Joan Planellas, arzobispo de Tarragona
Jafre se ha convertido en noticia este fin de semana porque el que fue párroco del municipio, Joan Planellas, ha sido nombrado arzobispo metropolitano de Tarragona por el Papa.
La designación tiene lugar tras la renuncia del anterior responsable de la archidiócesis, Jaume Pujol, que se marcha en pleno escándalo por varios casos de abusos sexuales a menores cometidos por religiosos que dependían directamente de él.
Su sustituto, Planellas, nació en Gerona el 7 de noviembre de 1955 y fue ordenado sacerdote el 28 de marzo de 1982. Se licenció en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en 1981 y obtuvo el doctorado en Teología en la misma universidad en 2004. Ha sido vicario parroquial, profesor de Teología en el Seminario de Gerona, párroco y administrador parroquial y decano de la Facultad de Teología de Cataluña, entre otros cargos. De todos ellos informaba en un comunicado distribuido el sábado la Santa Sede.
Sin embargo, en esa extensa trayectoria como religioso, el Vaticano obvia un dato. Planellas es abiertamente separatista y firme defensor de la república catalana. De hecho, cuando oficiaba misa en el pueblo ampurdanés en el que también vive Boadella, protagonizó un episodio que puso en evidencia su intolerancia.
Era 11 de septiembre de 2012. Con motivo de la Diada, en el campanario de la iglesia de Sant Martí de Jafre ondeó durante varios días la estelada. Entonces Dolors Caminal, pintora y esposa de Boadella, protestó en forma de carta ante la Conferencia Episcopal Española. Le contestó el entonces portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, lavándose las manos: le emplazaba a abordar el asunto con los obispos catalanes.
En 2013, de nuevo, el cura izó la bandera independentista en la torre. Aquel año el sacrilegio fue a más: a las 17:14 horas, con el fin de conmemorar la fecha de la caída de Barcelona frente a los Borbones en 1714, las campanas replicaron sin parar durante un cuarto de hora. Dolors Caminal dijo basta. Y decidió ponerse en contacto con el obispo de Gerona, Francesc Pardo.
"El campanario promueve la separación"
“No puedo comprender cómo ahora el cristianismo se dedica a publicitar las proclamas de los partidos políticos de una forma tan descarada como es ofrecer el campanario de sus iglesias para que dichos partidos cuelguen sus particulares estandartes y las campanas sean utilizadas con el fin de llamar a sus seguidores a la manifestación”, se quejaba Caminal en su carta. “El campanario, símbolo de llamamiento a la oración, se convierte así en objeto de propaganda de una política que promueve la separación y el enfrentamiento entre hermanos de una misma comunidad. A partir de este momento se puede producir una lamentable paradoja; cuando toquen las campanas no sabremos si lo hacen para convocar a un acto religioso o a la revolución”.
La pintora, que se declaraba creyente, advertía que “moralmente” no podría marcar la casilla de la Iglesia Católica en su declaración de la renta: “Me niego a colaborar con este enfrentamiento en el que se encuentra hoy involucrada su iglesia”.
La respuesta de Pardo no tardó en llegar. Agradecía que le hiciera llegar sus “quejas” y le expresaba su “total disponibilidad a escucharla personalmente”. Es decir, invitaba a Caminal a una reunión privada para “exponerle mi visión” y zanjar así la polémica. Pero la mujer de Boadella, molesta con la “ligereza” de la respuesta, contestó con otra misiva para exigir explicaciones públicas y no una entrevista “entre las paredes de su palacio”. “No son quejas. Es un planteamiento religioso y moral que concierne a su responsabilidad como obispo”.
Aquel cruce de cartas no sirvió para nada. La estelada siguió visible en el campanario medieval.
Boadella, atónito con la promoción del cura
“Nos dijo que si no nos gustaba el pueblo, que había otros. Y que si no nos gustaba la bandera, que pusiéramos la española en nuestro balcón”, recuerda Boadella en conversación con este periódico.
A juicio del recién nombrado arzobispo de Tarragona, la “bandera la pone el pueblo, no la parroquia. Es una cosa del pueblo”, explicaba en 2013 en declaraciones al diario ABC. “Jafre es un pueblo que vive en paz. Ellos se quejan porque les gusta la polémica. ¿Pero a ellos qué les va en ello?”.
“Estos señores no son de la parroquia. La estelada se puso porque el pueblo la pidió. Y yo no puedo ir contra el pueblo”, decía el párroco.
“Hablar en nombre del pueblo es una usurpación”, critica Boadella. “Me ha extrañado que lo eleven a arzobispo porque considero a Francisco un hombre justo desde el punto de vista intelectual. Y este cura es más bien de pocas luces”, prosigue el dramaturgo.
“Esta decisión me parece impresentable. No es religiosa sino política. Y viene de parte del nuncio, que es quien aconseja al Papa. El nuncio aquí ha hecho una labor de tipo político y habría que preguntarle a ellos el porqué”, lamenta. “Ellos conocen perfectamente la situación de Cataluña”.
Para Boadella, la iglesia catalana se ha posicionado “muy favorable al independentismo”. “Viene de lejos, de la época de Pujol. Se ha pasado de una actitud discreta a un compromiso muy notable y público”, denuncia el autodenominado presidente de Tabarnia.
“Dejaron de hablarnos”
El fundador de la compañía de teatro Els Joglars recuerda que tras aquel episodio “mucha gente dejó de hablarnos”. “Se vio públicamente nuestra actitud frente a la estelada y aquello trajo mucha cola”.
De hecho, su familia ha tenido que soportar varios escraches a las puertas de casa, así como distintos actos de vandalismo. El primer ataque sucedió en 2016, cuando unos desconocidos cortaron los cipreses de su jardín. La última, hace menos de un año, cuando apareció una pintada de grandes dimensiones pidiendo que se “largara” del pueblo: “Boadella, fot el camp” (Boadella, lárgate).
“No voy a ceder ni un milímetro, nadie me va a echar de aquí”. Es la respuesta de Boadella a todas esas amenazas y agravios.