"Hola, Albert", le ha saludado Pedro Sánchez en las escaleras de Moncloa. Tras las fotografías y el apretón de manos protocolario, han mantenido una reunión de apenas cincuenta minutos. La primera desde que el socialista es presidente del Gobierno. Este lunes, Pablo Casado estiró su encuentro algo más de hora y media. Además del tiempo, otro detalle ilustra la agria disputa que mantendrán PSOE y Ciudadanos: tras brindar la sala de prensa principal al dirigente del PP, Sánchez ha enviado a Rivera a una de carácter secundario.
El candidato liberal ha escenificado ante su adversario el "no es no" que ha repetido durante toda la campaña, pero le ha trasladado su voluntad de acuerdo en relación a asuntos como la inmigración, la despoblación, el terrorismo o la educación.
El Gobierno socialista, en un comunicado remitido a los medios, celebra una "normalización de las relaciones", algo que ha reconocido Rivera. Ambos han abierto este martes "un canal de comunicación" sobre Cataluña, como también hizo Casado un día antes. "Le he hablado de este tema a los pocos minutos de empezar. A pesar de nuestras discrepancias, Sánchez sabe que puede contar con nuestros diputados y senadores para aplicar el artículo 155", ha aseverado.
No obstante, Rivera ha especificado que la gestión de la cuestión catalana supone una de sus principales diferencias: "Ellos quieren dar más competencias a Torra. Nosotros apostamos por vigilarle y proteger la Constitución".
El candidato de Ciudadanos se ha referido a la economía como la otra gran barrera que imposibilita una negociación de investidura: "El PSOE y Podemos quieren freírnos a impuestos. Nosotros somos liberales, nos gustaría bajarlos".
Aunque Sánchez no se lo ha contado, el político catalán dice estar seguro de que Ferraz ya ha sellado una estrategia con Pablo Iglesias -que visita Moncloa esta misma tarde- para apuntalar el nuevo Ejecutivo en cuanto finalicen las elecciones del 26 de mayo.
Rivera ha reconocido que Sánchez no le ha tendido la mano para negociar la investidura, aunque ha discurrido que el motivo quizá sea su temprana negativa: "No he tardado nada en decirle que estaremos en la oposición".
Como ha venido haciendo esta semana, Rivera se ha autoproclamado líder de la alternativa a Sánchez, a pesar de que el Gobierno haya concedido incluso gráficamente -véase el detalle de las salas de prensa cedidas a uno y otro- ese papel a Casado. El dirigente popular invitó a Ciudadanos a la abstención, lo que ha suscitado la risa irónica de Rivera: "Prefiero no comentarlo. Bastante tiene él. No voy a meter el dedo en la llaga".
Rivera ha comprometido una "oposición leal", que diste de la practicada por el "bipartidismo" en años anteriores: "Nuestro objetivo no será destruir al Gobierno, sino controlarlo". Al mismo tiempo, el grupo parlamentario de Ciudadanos tratará de "crecer" para llegar a Moncloa "en cuanto Sánchez se desmorone".
Los pactos que ofrece Rivera
El número uno de la formación de centro ha mostrado a Sánchez su voluntad de acuñar un "pacto generacional por la educación": "Estamos dispuestos, fueron ellos quienes se levantaron y volaron el que estaba en marcha durante la pasada legislatura".
Sobre inmigración, Rivera ha contado a Sánchez que abrazará una estrategia que combata las mafias irregulares y, al mismo tiempo, convierta España en un país "acogedor" para aquellos que vienen "a trabajar" y a "revalorizar la hucha de las pensiones". "Debemos dotar de más recursos a la Policía y a la Guardia Civil para que quede claro que este no es país para el tráfico de personas", ha afirmado.
En su primera comparecencia en Moncloa desde que Rajoy dejó de ser presidente, Rivera ha destacado la importancia de la "despoblación". Ha pedido a Sánchez un pacto entre partidos para crear en el Congreso una comisión que dé soluciones a la "España vaciada": "Debemos ayudarles, pero no a través de enchufados en las diputaciones, sino dándoles medios para que puedan ir al pediatra y al colegio cerca de sus casas". Rivera convirtió la "España vaciada" en una de sus puntas de lanza de campaña, lo que le reportó un grueso crecimiento en estas zonas.
El último de los puntos que, a ojos de Rivera, admite un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos es el terrorismo.