Apenas tardó unos minutos. Poco después de alcanzar este viernes el escenario en Alcalá de Henares, Pedro Sánchez homenajeó a Alfredo Pérez Rubalcaba. El público, emocionado, regaló una ovación al socialista recientemente fallecido, y el líder del Gobierno se vio obligado a detener su discurso. Por la mañana, el propio Sánchez impulsó a Meritxell Batet como presidenta del Congreso. La socialista catalana fue multada precisamente por Rubalcaba hace seis años. La causa: negarse a votar en la Cámara contra el "derecho a decidir" de Cataluña.
En 2013, los papeles que jugaban los tres protagonistas de esta escena eran muy distintos. Rubalcaba era el secretario general del partido y Pedro Sánchez, un diputado raso. Batet también, que llegó a la Cámara desde el PSC.
Durante el Debate del Estado de la Nación celebrado en febrero de aquel año, los socialistas catalanes apoyaron una propuesta de CiU sobre la posibilidad de celebrar una consulta de autodeterminación en Cataluña. El gesto les supuso una multa de 600 euros, la máxima prevista en el reglamento del PSOE. La también fallecida Carme Chacón se salió del Pleno para no tener que posicionarse ni en contra del PSOE ni del PSC, lo que no le evitó la sanción.
Ocho meses después, en octubre, una moción de UPyD desató de nuevo la tormenta, que se zanjó con nuevas multas a Batet y al resto de diputados del PSC. Los de Rosa Díez llevaron una propuesta en contra del "derecho a decidir" de Cataluña. El PSOE, con Rubalcaba al frente, se posicionó a favor. Los socialistas catalanes, en cambio, volvieron a dar la sorpresa y se abstuvieron.
La "coherencia" del PSC
Batet y sus compañeros arguyeron que eso era lo "coherente" con el discurso que venían manteniendo en Cataluña.
Rubalcaba y la dirección socialista no comprendieron ni compartieron el desmarque del PSC. La moción de UPyD apostaba por que "bajo ningún concepto una parte de la ciudadanía pueda decidir sobre la organización territorial del Estado ni sobre cualquier otro aspecto o precepto de la Constitución".
El PSOE apoyó el texto y simplemente quiso hacer un matiz que Rosa Díez rechazó: la mención de una reforma constitucional. Por aquel entonces, los socialistas estaban muy lejos de plantearse una moción de censura a Rajoy, y las negociaciones con el separatismo no figuraban en la agenda socialista.
Soraya Rodríguez, ahora en Ciudadanos y entonces portavoz del grupo socialista en el Congreso, temió justo antes de la votación la ruptura con el PSC. A las puertas del hemiciclo manifestó su deseo de que todos votaran "unidos", algo que no ocurrió.