Los cuatro diputados presos se sabían el centro de atención. Lo testaron este lunes, cuando convirtieron los pasillos del Congreso en un laberinto perimetrado, una suerte de photocall estilo Hollywood. A eso de las diez de la mañana, nada más poner un pie en el hemiciclo, Junqueras, Sánchez, Rull y Turull recibieron la ovación de los suyos y los "¡fuera, fuera!" de sus adversarios.
Toda vez que se constituye la Cámara, los fontaneros de los partidos madrugan para reservar los sitios que más les convienen en términos de cámara y simbolismo. Los de Vox se han colocado justo encima de Pedro Sánchez. Los independentistas han hurtado la butaca a Albert Rivera.
Su mera presencia -que ellos se han aderezado con vídeos, sonrisas, besos y abrazos- ha condicionado el funcionamiento del pleno desde el primer minuto. Albert Rivera y Pablo Casado, poco antes de tomar asiento, han calificado la visita de los presos como "una vergüenza para España": "Deben ser suspendidos inmediatamente, ¿cómo van a cobrar del Estado quienes pretenden destruirlo?".
En el saludo de este primer día de curso pueden descubrirse las intenciones con las que cada formación estrena la legislatura. A Oriol Junqueras, además de los suyos, ha salido a recibirle a la escalera Pablo Iglesias, que le ha acogido de manera muy cariñosa y ha conversado con él unos minutos. Una imagen que contrasta con la frialdad con la que se han saludado Inés Arrimadas y algunos de los presos.
La maquinaria propagandística de ERC y el PDeCAT comenzó a funcionar este lunes, cuando Junqueras y compañía se saltaron el mandato de los tribunales y grabaron sus vídeos políticos desde la Cámara.
Este martes han encontrado una aliada en un sitio de fuste. Marta Rosique, diputada de Esquerra Republicana de 23 años, ha actuado como secretaria de la Mesa en calidad de parlamentaria más joven. Ha alcanzado la tribuna con una camiseta negra, bandera independentista incluida, que rezaba: "Acción antifascista, países catalanes".
Los diputados presos, por primera vez, han pisado el hemiciclo pertrechados de su lazo amarillo y conscientes de ser el centro de atención. La imagen suscita la queja de Rufián, que califica de deplorable el trato que se les brinda; pero también la ira de Rivera y Casado. Da juego incluso el silencio del PSOE, que podría encontrar en su suspensión el camino más sencillo: investir a Sánchez sin tener que negociar con el separatismo.
Todo ese caldo de cultivo ha permitido a los diputados presos cocinar uno de sus proyectos más queridos: "La internacionalización del conflicto". Su llegada en coche, su vigilancia por la Policía, la crítica en directo del rival, su gesto de "libertadores de la República"... Cada vez disponen de más elementos con los que engrosar esa hemeroteca del "victimismo" que subleva a PP y Ciudadanos.