La decisión que tomaba este miércoles el cabeza de lista de Navarra Suma, la coalición de UPN, PP y Ciudadanos, de facilitar con su abstención la investidura de Pedro Sánchez —a cambio del gobierno de la comunidad foral— sorprendía a propios y ajenos, por los escenarios a los que daba paso. Pero, sobre todo, por la oportunidad que deja en el espacio del centroderecha: Casado y Rivera tienen en su mano extrapolar el modelo y erigirse como hombres de Estado, más allá de las miras de sus partidos, evitando un pacto socialista con ERC, PNV, JxCat, EH Bildu y Podemos.
El líder de UPN, Javier Esparza, ha puesto en bandeja de plata la opción que también reclamaba Manuel Valls para el Ayuntamiento de Barcelona: evitar a toda costa la injerencia independentista en el Gobierno de Sánchez con su abstención. Lo ha hecho, además, con un argumento irrebatible tanto para el Partido Popular como para Ciudadanos: "Es perjudicial para España estar al albur de los independentistas".
Aunuqe pueda parecer contradictorio, la pugna que mantienen Pablo Casado y Albert Rivera para erigirse como líderes morales de la oposición al PSOE podría facilitar esta vía. Sería un sacrificio para lograr un beneficio mayor a ojos de sectores sociales que temen un acuerdo con Podemos y con los independentistas, sobre todo porque la sentencia del Supremo sobre el 1-O se conocerá en apenas unos meses.
"Cs mantendrá su veto"
Las direcciones nacionales de ambos partidos, consultadas por este periódico, niegan, de primeras, la mayor. Pero es una opción a sopesar, admiten más tarde, siempre hablando en hipótesis. Los populares, que afirmaron que no criticarían un movimiento similar de Ciudadanos "por el bien de España", han declinado hacer cualquier tipo de comentario al respecto.
En Ciudadanos indican que el movimiento de Esparza “es un criterio de UPN que nosotros no compartimos. El PSOE debería permitir que los constitucionalistas, que hemos ganado las elecciones, gobernemos sin pedir nada a cambio”. E insisten: “Ciudadanos desde luego mantendrá el compromiso con sus votantes y votará no a Sánchez”.
Si finalmente fuera Casado el que se abstuviera, tomaría la delantera al poder construir un discurso que erosionase a todos sus enemigos políticos, incluido el propio Pedro Sánchez, y le permitiría salir reforzado del envite. No sería la primera vez que el presidente popular mostrara altura de miras frente al independentismo poniendo sobre la mesa un “pacto a la alemana”. Cuando accedió a la presidencia del partido, el verano pasado, no descartó ese tipo de acuerdos.
"La gran coalición" que ofreció Casado
En la reunión del 2 de agosto en Moncloa entre Sánchez y el recién nombrado líder del Partido Popular, elegido apenas unas semanas antes, Casado ofreció, a grandes rasgos, lo que sería una gran coalición: unos presupuestos consensuados entre socialistas y populares y el apoyo de la mayoría absoluta del PP en el Senado para la aplicación del 155 si se renunciaba a la vía del diálogo con los independentistas.
Desde la dirección nacional del PP afirmaban que aquello habría supuesto el “suicidio” orgánico de Casado, pero era algo que estaban dispuestos a asumir en pos del bien general. Allí, según cuentan los populares, el presidente del Gobierno no aceptó su oferta y comenzó con la ronda de contactos en Cataluña que derivaron en el polémico documento de 21 medidas exigidas por Torra.
Navarra Suma, sin olvidar que es una coalición en la que se integran tanto PP como Ciudadanos junto a UPN, se ha vuelto imprescindible. La investidura de Pedro Sánchez depende ahora mismo de los regionalistas navarros. Y la formación foralista es un partido ideológicamente antagónico de Unidas Podemos, pero también del PNV, opuesto frontalmente a que Navarra Suma gobierne la región. La suma es compleja. Pero no imposible.