Partido Popular y Vox consiguieron los puestos que deseaban en la Asamblea de Madrid. Ciudadanos también se salió con la suya: obtuvo la presidencia de la Cámara gracias a un acuerdo a tres bandas, pero sin posar con los de Abascal. Siguiendo la estela de lo ocurrido en Andalucía, sólo hubo firmas y apretones de manos entre Génova y la formación en el extremo derecho del tablero.
Pero, ¿qué se rubricó exactamente? ¿Quién miente? Los pactos de la Mesa, salvo en contadísimas excepciones, prologan la confección de los gobiernos. Una vez solventado el parlamento, suele decirse, la investidura viene rodada. No ocurrirá así en Madrid. Precisamente por la inconcreción de las concesiones que PP y Vox se brindaron mutuamente. Abascal insiste en que Casado les prometió su presencia en el Ejecutivo y éste arquea las cejas como si su excompañero ficcionara la realidad.
Era martes. Según ha sabido este diario de portavoces de los tres partidos, Rocío Monasterio se presentó ante Ignacio Aguado con un papel firmado por PP y Vox. El liberal se negó a estampar su autógrafo. Todas las partes concernidas reconocen que el documento menciona la garantía de "proporcionalidad" en los "presupuestos" y "entes" públicos. O lo que es lo mismo: una influencia de Vox en el devenir político. Pero, ¿de qué manera?
Es palabra de...
Ahí están las grietas. Un reconocido dirigente de Vox admite, en conversación con este periódico, que el término "consejerías" no figura en el papel, pero reitera que esa circunstancia se repitió y aclaró en distintos momentos de la reunión definitiva.
"Charlamos en un clima de máxima confianza. Lo de las consejerías quedó absolutamente garantizado. Nos dieron su palabra, confiamos en que la cumplan", desmiga un portavoz autorizado de Vox.
En el PP, balones fuera y extrañeza. Cuando se les traslada esta versión, niegan la mayor. Se agarran a que esa "proporcionalidad" podría cristalizar de un modo que no implique nombrar consejeros de Vox. "Sólo hemos acordado lo que está escrito. No hay más. No entendemos esa reacción", arguye un portavoz autorizado de los populares madrileños.
Si hubo pacto de consejerías, ¿por qué no se incluyó en el documento? Sobre este punto, Vox se refiere a lo "complejo" de las negociaciones, que se desarrollaron "in extremis": "Hubo flecos que no se cerraron hasta poco antes del pleno".
"Si no cumplen, ya sabremos de qué va este PP. Aunque esperamos que esto se aclare en los próximos días y se avengan a lo acordado", zanja uno de los negociadores de Vox. "Tenemos que seguir hablando", responden en Génova.
Mientras, los mandatarios de Ciudadanos, recelosos, observan. Preguntan y no obtienen una respuesta que les tranquilice. Rivera asevera que no apoyará ni participará en Ejecutivos en los que esté Vox. Por eso, este pacto de la Mesa no es un preludio al Gobierno, sino todo lo contrario: un obstáculo. "Que se aclaren entre ellos, pero que lo expliquen cuanto antes", exige un miembro de la Ejecutiva liberal.
Tanto en Ciudadanos como en Vox reconocen el difícil papel que juega el Partido Popular: debe mantener a flote un barco cuya tripulación ha llegado a declararse "genéticamente incompatible" -palabras del candidato naranja en Aragón sobre el proyecto de Abascal-. "Pero que no nos mientan", les aprietan a ambos lados. Ayuso y los suyos, por supuesto, dicen que si alguien miente, es de otro partido.