El presidente en funciones salía este miércoles de verse con el Rey con las ideas claras: utilizar en el micrófono la misma dialéctica que lleva gastando desde el día siguiente a las elecciones, ya tan lejanas, del 28 de abril. Se pueden contar los 101 días por arremetidas contra los supuestos "socios preferentes" y exigencias constantes a la oposición para que no lo sea y le den gratis su abstención.
Pero una cosa es lo que se ve y otra lo que no se ve. El líder socialista está de ruta por España, visitando grupos políticos y haciéndose visitar por "colectivos sociales". Unos y otros le recuerdan, dice, lo "urgente" que es que haya Gobierno cuanto antes. Y él lo utiliza en su beneficio -"me transmiten sus problemas y que necesitan un Gobierno operativo para resolverlos", como hace con las palabras del Rey el pasado domingo: "Lo mejor es que haya una solución antes de nuevas elecciones".
Eso es lo que se ve, y entretanto lo que no, son los contactos "discretos" que vayan acercando posturas con Unidas Podemos. El Gobierno no se va de vacaciones este verano, sólo hay una semana de árnica por orden del presidente, del 12 al 19 de agosto. Del mismo modo, tal como confirmó este periódico en fuentes oficiales, Iglesias y Echenique permanecen en Madrid, de guardia y con todos sus equipos en estado de alerta.
Así, la "desconfianza recíproca" con Iglesias que Sánchez arrojó a los titulares este miércoles forma parte de la estrategia de desgaste con la que trata de debilitar la posición de Iglesias. Porque Podemos tampoco se baja en público de su táctica: la de mantener el discurso de la coalición y de acusar al socialista de no hacer otra cosa que buscar "excusas" para no aceptar ministros morados.
De hecho, como jefe de guardia en Podemos -recién nacida la tercera hija de Iglesias e Irene Montero- Echenique marcaba terreno este mismo miércoles, recordando en Twitter los méritos de su formación: "Desconfianza en quien le hizo presidente y con quien pactó los presupuestos más sociales de la democracia. La enésima excusa para seguir buscando el acuerdo con Rivera o llevarnos a elecciones". Y los deméritos del presidente en funciones: "Sánchez debería hacer los deberes, trabajarse los apoyos y dejar de buscar excusas".
Ahora bien, la realidad de fondo es otra. El líder socialista ya tiene decidido reunirse con Pablo Iglesias y volver a otorgarle el papel de "socio preferente" de cara a una segunda intentona de investidura en septiembre. Será a finales de agosto, y cuando ya se haya citado, previsiblemente, con dirigentes de los Comuns de Ada Colau y con Alberto Garzón, coordinador federal de IU, las dos confluencias que le quedan a Podemos.
Atrapado entre el 'sí' y el 10-N
Pero la idea del PSOE es llegar a esa cita, otra vez, con poco tiempo por delante. Acompañado Sánchez -esta vez él- del acervo programático acumulado de sus reuniones con los "colectivos sociales". Y, con todo ello, en un ambiente de emergencia que presione al secretario general de Podemos. Porque del resto ya se habrá encargado el mismo presidente en funciones acogiendo como puntos de encuentro las sugerencias de IU y Comuns, que piden apostar por el "acuerdo programático" una vez que la coalición "ha fracasado".
En estas circunstancias, y nuevamente designado por el Rey, el candidato del PSOE se presentaría a su cita con Iglesias en una posición de ventaja. Habría sido él el último en verse con sindicatos, profesores, médicos, operarios... de manera que ante la opinión pública, él sería el portador de sus propuestas. La controversia entre Iglesias y Garzón -que ya se dejó ver desde el mismo día 25 cuando uno abogaba por votar sí a Sánchez y el otro por votar no, según fuentes de IU-, se habrá alimentado. Y de este modo, o Podemos acepta sus propuestas, que a día de hoy ya no incluyen la coalición, o Iglesias tendrá que ir a las urnas del 10-N debilitado y tapando grietas internas.
Porque, aunque mientras todo esto ocurre los líderes del PSOE siguen exigiendo a coro la abstención de PP y de Cs, lo cierto es que ésta no se va a dar. Y que eso obliga al sí de Unidas Podemos, porque los socialistas saben que las listas de Iglesias sufrirían mucho en una nueva cita electoral.