Enrique Santiago (Madrid, 1964) ha sido muchas cosas: secretario general de la Comisión Española de Ayuda al refugiado (CEAR) durante casi una década, abogado en las causas contra las dictaduras argentina y chilena -ejerció en las acusaciones contra Adolfo Scilingo y Augusto Pinochet-, vicepresidente de la Federación Española de Derechos Humanos... pero su nombre se hizo famoso primero en Colombia y luego en España cuando empezó a ejercer como asesor jurídico de las FARC durante las conversaciones de paz con el Gobierno de Juan Manuel Santos.
"Fue la propaganda de guerra, que desde hace tiempo es una más de las armas que se usan en un conflicto", explica a EL ESPAÑOL. La senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático de Álvaro Uribe, lo llegó a acusar de formar parte del G2, el servicio secreto cubano, que habría ayudado a ocultar los negocios de la droga de la narcoguerrilla. Ahora, Santiago es secretario general del PCE, diputado de Unidas Podemos y uno de los enviados de Pablo Iglesias a negociar con el PSOE un posible Gobierno para España.
Este mismo jueves comenzaron las reuniones de los equipos negociadores socialistas y morados. Y, acompañado de Pablo Echenique, Ione Belarra, Yolanda Díaz y Jaume Asens, forma parte de la avanzadilla que le dijo a la vicepresidenta, Carmen Calvo, y a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que las 370 medidas que presentó Pedro Sánchez "no suenan mal" aunque tienen "graves retrocesos" y que, sobre todo, no hay opciones si el PSOE no se abre a la coalición.
"Lo que está claro", apunta Santiago en conversación con EL ESPAÑOL, "es que no nos podemos levantar de la mesa sin un acuerdo". Y eso, que suena a optimismo del bueno, lo dice alguien que se pasó cuatro años negociando en La Habana de la mano del líder de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Iván Márquez. "Ahora se ha vuelto al monte, y es un enorme error en mi opinión, pero hay que leer su comunicado... en realidad es una llamada desesperada, no una declaración de guerra, de quien sólo pide que se cumpla lo acordado".
¿Algún paralelismo con lo de aquí? El "incumplimiento" del pacto de Presupuestos por parte del PSOE. "No implementaron ni el 15% de lo que acordamos, de ahí que exijamos la garantía de formar parte del Gobierno". ¿Y por qué el PSOE firma una cosa y luego se niega a aplicarla, como la intervención del mercado del alquiler? "No sé si les da pereza, les da miedo, les da respeto... Pero en un proyecto político, si piensas demasiado en cuál va a ser la puerta giratoria que vas a utilizar cuando se acabe tu vida política, tampoco tienes mucho interés en ejecutar determinados acuerdos".
La experiencia
Santiago es encantador en la distancia corta, hace bromas, dice inconveniencias no habituales en un político -"es lamentable, pero en una guerra es lícito matar, lo que no es lícito es matar de cualquier manera, según el código de la guerra"-, y ya formó parte de la negociación cuando en julio PSOE y Unidas Podemos acercaron posturas tras aceptar Pablo Iglesias el veto impuesto por Pedro Sánchez.
"Ése fue el gran error de los socialistas, demostrar esa falta de respeto a quien debía ser su socio". ¿Y el de Iglesias? "Quizá permitir que la negociación se hiciese sólo en 48 horas, una premura que no permitía saber de qué competencias se estaba hablando en cada momento, porque no había tiempo".
Ahora, se congratula de tener "al menos dos semanas" para buscar el pacto, en el que confía casi por determinismo histórico, como buen comunista. "¿Cómo va a haber elecciones? El PSOE sabe que si vamos al 10-N sólo pueden pasar dos cosas: o que la derecha sume o que sigamos como estamos", argumenta, "y yo prefiero pensar que los socialistas están en una táctica negociadora, nada más, no que han perdido el sentido común".
"La crisis económica que viene"
Esa táctica dilatoria, eso sí, "tiene demasiados costes para todo el mundo", advierte. Y supone un riesgo "porque todos los economistas nos dicen que a la vuelta de la esquina nos vamos a encontrar una crisis económica dura". Para Enrique Santiago ha sido, de nuevo, "irresponsable" agotar el tiempo, "no deberíamos habernos ido de vacaciones".
Pero asume su parte, la del líder de un partido (PCE) que está integrado en una federación (IU), la cual forma parte de una confluencia electoral (Unidas Podemos) que, finalmente, se articula como un grupo confederal en el Congreso. No habrá postulados comunistas en el acuerdo final, "basta con asegurar un gobierno de izquierdas que ponga en marcha los mecanismos de redistribución de la muy abundante riqueza de este país".
Porque ese determinismo histórico trata de acompañarlo de pragmatismo, el aprendido en sus negociaciones por la paz en Colombia, que incluían confrontación con la parte gubernamental y pedagogía legal con los de su bando. Así, cuando se le inquiere por las presuntas divisiones entre Alberto Garzón -que aboga por aceptar el "acuerdo programático" que ofrece ahora el PSOE- y Pablo Iglesias -que se niega a lo que no sea "gobierno de coalición"-, responde: "Somos muchos, con un debate rico, pero lo importante no es la postura de cada uno, sino la síntesis que sacamos en común".
Ley de amnistía y franquismo
En el mes largo que ha pasado desde que fracasó la primera investidura de Sánchez, el líder socialista ha copiado algunas de las tácticas de Unidas Podemos, como reunirse con colectivos y asociaciones. Santiago es el interlocutor de Unidas Podemos con las de Memoria Histórica, de hecho él sonó como posible secretario de Estado para la Memoria Democrática si hubiera habido acuerdo en julio.
Y preguntado por si él no ve una contradicción entre haber logrado la amnistía para la narcoguerrilla de Colombia y, sin embargo, pedir la revisión de los juicios del franquismo en España, lo niega.
"Lo que pedimos es la reparación de las víctimas, como allí; y lo que queremos es la derogación de un solo precepto de la norma española, que es contraria al derecho internacional", la prescripción de los delitos internacionales, "eso que yo mismo tuve que explicarle a Iván Márquez que no podían exigir que les perdonaran a las FARC".