El pasado jueves fue el primer contacto entre dirigentes de Unidas Podemos y del PSOE desde el pasado 25 de julio cuando, con cajas destempladas los morados y con una sonrisa que no se correspondía con la derrota los socialistas se dijeron adiós y buen verano tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez.
La cita en el Congreso reunió a Pablo Echenique, Ione Belarra, Yolanda Dïaz, Enrique Santiago y Jaume Asens por un lado y a Carmen Calvo, María Jesús Montero y Adriana Lastra por el otro. Oficialmente, se habló sólo de las 370 medidas propuestas por el PSOE "para un gobierno progresista" y de que Podemos no se baja de la exigencia de una coalición. Pero hubo más. Según ha sabido este periódico, los "socios preferentes" lo quieren volver a ser, al punto de que han ofrecido al PSOE un pacto previo a cualquier otro: ni programa ni puestos en el Consejo de ministros, lo primero es acordar el relato de lo ocurrido.
Las tensiones, discrepancias, desencuentros, enfrentamientos y reproches van a desembocar en un acuerdo "aunque sea en el último minuto", si uno atiende a lo que dicen las fuentes oficiales de Unidas Podemos. Es decir, que en el bando de Pablo Iglesias dan por hecho que Sánchez entenderá que "no es responsable" ir a elecciones a jugarse todo "a una ruleta rusa" que lo único que puede darle es lo mismo que tiene -"mayoría sólo si cuenta con nosotros"- o quitárselo todo "si suman las derechas".
"Creatividad"
Así que, bajo la premisa de que habrá pacto, fuentes de Unidas Podemos explican que "es importante ser creativos" a la hora de armar una buena explicación. Porque no es fácil hacer confluir posiciones tan lejanas como estaban antes de la cita del jueves... y después. A la salida de la toma de contacto -que duró casi cinco horas-, Adriana Lastra quiso afearle a la parte morada su empeño en los sillones, pero lo hizo revelando que "no hay grandes diferencias en el aspecto programático". Eso, en el fondo, y según fuentes parlamentarias consultadas, puede hacer volverse el argumento en su contra.
Porque si los socialistas ya han incluido en sus 370 propuestas muchas de las que Podemos llevaba en su programa, si los ha nombrado sus "socios preferentes" y lo mantienen, si ambas partes dicen que no quieren ir a las urnas el 10-N... y, sobre todo, si quien tiene el poder para hacer Gobierno es Pedro Sánchez, es a su responsabilidad a la que cabría achacar que no abra la mesa del Consejo de Ministros a la única formación dispuesta a investirle.
La duración de la reunión del jueves parecía acercar más el acuerdo que el desencuentro que se escenificó a la salida. Las mismas fuentes parlamentarias advierten de que la "profunda preocupación" que expresó Belarra y el "bloqueo" del que acusó Lastra -acompañadas ambas de mala cara- pueden formar parte de ese pacto del relato. Y es que "podría hacer falta escenificar otro desencuentro por motivos nuevos para que dialécticamente se olviden los motivos que los alejaron en julio". Y así hacer más fácil que no haya "ni vencedores ni vencidos", como ahora vende Pedro Sánchez.
Este viernes, el secretario general del PCE reclamaba para sí, para sus compañeros de negociación y para la aparte socialista un compromiso de "no levantarnos de la mesa hasta que haya acuerdo", advirtiendo de "la crisis económica que se nos viene a la vuelta de la esquina". Cree Enrique Santiago que sería "irresponsable" no garantizar a los españoles "los recursos para redistribuir la gran riqueza de este país" y protegerlos de una posible recesión.
Ahora falta ver si de verdad se cumple el pronóstico de Iglesias y, de verdad, se llega a un pacto para investir y gobernar. El secretario general de Podemos ha llegado a decir que "es posible aún encontrar vías creativas para el acuerdo". Pero también ha advertido de que su renuncia a formar parte de ese Ejecutivo, como "último escollo" que encontró Sánchez el pasado 19 de julio, también caduca el 23 de septiembre con la legislatura.