El Partido Popular no quiere que haya elecciones. Con los ánimos renovados tras el ligero parón estival —a pesar de que haya sido un agosto atípico, con la formación de diversos gobiernos autonómicos—, los populares ya planifican lo que, a todas luces, está por venir: unas nuevas elecciones generales.
Así, y por la vía "de los hechos consumados", en Génova se preparan para afrontar otros comicios y la tercera campaña electoral en menos de un año. Pero la incertidumbre brota a poco que se pregunte por ello: la dirección del PP no quiere que haya nuevas elecciones. Son varios los motivos —"No es bueno para España", sintetizaba Pablo Casado este sábado en el arranque del curso político—, pero uno preocupa especialmente: la situación económica que vive el partido.
Tras los malos resultados del pasado 28 de abril, cuando los populares bajaron hasta los 66 diputados —su mínimo histórico—, la formación dejó de percibir 11 millones de euros en ayudas públicas. Así, y con el secretario general a la cabeza, Teodoro García Egea, se elaboró un plan de contingencia económica para intentar paliar la deuda que acumulan. Para las elecciones municipales, autonómicas y europeas, el PP ya tuvo que recurrir, además de a los bancos, al Instituto de Crédito Oficial. Y de cara a este verano, se han apretado el cinturón para evitar hacer un ERE.
Alejarse de la quiebra
"Tendríamos que ganar muchos más escaños para que nos compense ir a elecciones, económicamente hablando", desliza un miembro de la dirección popular en privado. "Puede reabrir heridas de todo tipo, no sólo las internas sino las económicas. Además de que sería un batacazo importante si Pablo vuelve a perder unas elecciones", apunta una destacada diputada en conversación con este periódico.
En todos los cálculos que manejan los populares, el número de escaños que conseguirían en unas hipotéticas generales en noviembre sería sustancialmente superior al que cuentan ahora. Sumarían voto de electores que optaron tanto por Vox como por Ciudadanos el pasado 28 de abril y, según calculan, podrían volver a rondar los 80 diputados. Eso les permitiría alejarse de la quiebra, pero necesitan un número alto.
No sólo eso, sino que desde la bancada popular en el Congreso se augura una gran bajada de los apoyos para Albert Rivera y los suyos, lo que les reforzaría como líderes inequívocos de la oposición. Sin contar, claro está, con la confluencia España Suma, a la que Ciudadanos, de momento, se niega a unirse.
Génova no se toca
"Al PP le vendría bien unas elecciones para mejorar los resultados. Pero sería una inmensa irresponsabilidad: los españoles están hartos de esta política de vuelo raso, luces cortas, de una España a garrotazos", admitía Pablo Casado en el mitin de este sábado. "El PP no va a estar ahí: somos una fuerza central, no soy persona de trinchera, sino de acuerdo. No soy de discrepancia, sino de pactos".
Para muestra, un botón: los acuerdos autonómicos a los que han llegado los populares han servido de balón de oxígeno también para las cuentas del partido. De momento, y principalmente gracias a haber recuperado los gobiernos de la capital de España y la Comunidad de Madrid, han podido recolocar a numerosos trabajadores y evitar los despidos. Pero aun así, si hay elecciones, el panorama se tensa.
Sin embargo, y a pesar de que el runrún no para de recorrer las conversaciones informales con miembros y trabajadores del partido, el histórico edificio que alberga la sede nacional del partido no peligra. Pablo Casado y su equipo lo tienen claro: Génova no se toca.