Los guardias civiles que irrumpieron esta semana en los domicilios de los CDR no conocieron el contenido de la operación hasta unas pocas horas antes de efectuarse. Según ha contrastado este periódico de fuentes de la investigación, los agentes supieron adónde iban esa misma madrugada. Se les desvelaron las circunstancias entre la una y las dos, apenas cinco horas antes de comenzar los registros. A los Mossos, "por miedo a un chivatazo", se les ocultó la identidad de los objetivos.
Hubo nueve detenidos, todos ellos relacionados con los Comités en Defensa de la República (CDR). La Fiscalía de la Audiencia Nacional, que trabaja coordinada con el Juzgado Central de Instrucción número 6, los asocia con delitos de "terrorismo, rebelión y tenencia de explosivos".
A tenor de las fuentes consultadas por este diario, los agentes participantes recibieron "muy poca información". Los superiores les advirtieron de los registros a realizar, pero no de la investigación que las circunscribe: la operación Judas. Fue precisamente ese "secretismo" el que hizo deducir a los intervinientes que se trataba de "algo muy gordo".
En contra de lo que suele suceder, el sargento -en alguno de los casos- no pudo explorar in situ la calle ni preparar un plano. Estas mismas fuentes asocian estrechamente esa opacidad a la falta de confianza entre Guardia Civil y Mossos d'Esquadra: "Se está siendo muy meticuloso para evitar filtraciones y chivatazos".
La Guardia Civil sabía que el detenido de más renombre solía salir de casa a eso de las seis de la mañana. Por eso, el itinerario fue el siguiente: había que esposarle primero y luego lanzar el resto de operativos de manera simultánea.
El plan de la Guardia Civil funcionó como un reloj. En Sabadell se arrestó a uno de los cabecillas que, presuntamente, se preparaban para atentar entre el 1-O -segundo aniversario del pseudoreferéndum- y el anuncio de la sentencia del procés.
"¡Fuera de aquí, fascistas!"
Fuentes de la investigación relatan que el detenido creyó que se trataba de un robo. De ahí que él mismo aporreara la puerta desde dentro para hacer ver que había alguien en el interior: "No opuso resistencia. Guardó silencio cuando un guardia civil lo llevó al suelo". Antes de viajar a Madrid, pasó por el centro médico para que constara en parte que no tenía lesiones.
A continuación, el Cuerpo se dedicó a perimetrar el edificio en labores de seguridad. Fue cuando comenzaron a llegar simpatizantes separatistas. Primero, apenas una decena; aunque, a las dos horas, acabaron siendo trescientos. "¡Fascistas! ¡Terroristas!", gritaron los manifestantes a los agentes.
Cuando la turba se violentó, la Guardia Civil dio aviso a los Mossos d'Esquadra, encargados de la seguridad ciudadana en Cataluña. Acudió la unidad antidisturbios, aunque no hubo cargas.
Las sustancias precursoras de explosivos se encontraron en un garaje de Sant Font de Campsentelles (Barcelona). Dos de los nueve detenidos se hallan en libertad con cargos. Los otros siete pasaron la noche en la comandancia de la Guardia Civil en Tres Cantos (Madrid). Están citados este jueves por el juez Manuel García-Castellón de la Audiencia Nacional.
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