Si hay un mensaje transversal y recurrente en las palabras de todos los candidatos a presidente del Gobierno es el económico. En el horizonte planea una recesión que, a ojos de los expertos, azotará de nuevo a España. Cada partido desde su ángulo, no paran de repetirse las medidas ante un fantasma que no termina de aparecer. Pero Pedro Sánchez tiene claro su plan y se basa en una disyuntiva. O él o la barbarie —la de la crisis, en este caso—.
La receta es bien sencilla. El líder socialista lo ha denominado “un reparto justo” del “enfriamiento de la economía”. El PSOE es consciente de que una crisis atraerá al votante medio, al que sufrió con mayor virulencia la anterior, hacia opciones políticas más conservadoras.
Su baza entronca directamente con su estrategia de una campaña polarizada, como la que pretende llevar a cabo el aún presidente del Gobierno en funciones. Así que ese reparto se distribuirá según el bolsillo de los ciudadanos. Su gestión, si es elegido, cargará sobre “aquellos que más tengan más sufran las consecuencias de esa crisis y aquellos que menos tienen vean garantizados sus derechos y el Estado del bienestar”.
A por el centro
El recuerdo de la crisis es aún bien vívido y hay sectores de la población que aún no se han recuperado, o que, directamente, continúan nadando entre las consecuencias. Ahí es donde Sánchez pretende pescar apoyo en el 10-N. A esos españoles ha dirigido sus nuevos discursos: taimados, en busca de los electores de centro.
Que Sánchez haya reconocido que “pueda haber un enfriamiento de la economía” no es excepcional, en tanto que incluso Pablo Iglesias ha hecho alusiones en sus últimas intervenciones de la recesión que está por venir. Pero también, con estas declaraciones pronunciadas durante su intervención en un acto de los socialistas catalanes con motivo del Día de la Rosa, se desprende que da por hecho que la crisis es inevitable, pero que, con todo ello, se compromete a que no afecte a los servicios públicos y sociales.
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La disputa por el voto progresista continúa. Y ése es el compromiso del PSOE: echarse a las clases trabajadoras a la espalda dado que, en opinión del secretario general, “sólo” ellos “pueden ofrecer la estabilidad que se necesita”.
Más España
Además, Sánchez quiere reivindicar la palabra España y ligarla al PSOE. Lo expresó largamente ante los militantes del PSC. “Hay que decirle a la derecha que España no se acaba en la bandera que nos representa a todos. Que la ‘e’ de España , la ‘e’ que se visualiza en el PSOE desde hace 140 años representa la ‘e’ de educación pública, la ‘e’ de empleo digno, de ecología, de ejemplaridad frente a tanta corrupción que hemos vivido en los últimos años”.
También de es la ‘e’ de “Estado del Bienestar, aquel que hemos levantado los socialistas, que ha hecho que tengamos una sanidad pública y gratuita y universal y que tengamos pensiones dignas para nuestros mayores. Y una igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Una ‘e’ llena de matices, que representa el Estado del Bienestar y una España autonómica que está poniendo en cuestión la derecha y el independentismo”.
Es un Sánchez contra todos. Los socialistas presumen de que sólo ellos podrán “dar estabilidad” al país y “consolidar el giro social”. El premio es claro: el Gobierno de España.