Albert Rivera ha descolocado a todos los rivales con su oferta de "un gran acuerdo de Estado" con "diez reformas" específicas para todos los constitucionalistas. Pero sobre todo, porque la oferta incluía al PSOE. El líder liberal levanta el veto a Pedro Sánchez anunciando que tras el 10-N se sentará a hablar con él si los números no dan para formar un Gobierno con el PP de Pablo Casado.
El caso es que esta evolución de su oferta de última hora con tres compromisos únicos para pasar del no a la abstención en un segundo debate de investidura ha marcado el inicio de la precampaña este sábado. El partido naranja ha pasado de reclamar una mesa que discuta la aplicación del 155 en Cataluña, la no subida de impuestos y, sobre todo, la ruptura del PSOE con los nacionalistas en el Gobierno de Navarra, a un plan mucho más detallado que, claramente, es una base de negociación para un nuevo Gobierno estable una vez pasadas las elecciones de noviembre.
"Me comprometo a llamar a Casado la misma noche electoral para formar gobierno en un mes", si es que PP y Cs suman. "Pero me comprometo también a convencer al PSOE a que rectifique, a que vuelva al constitucionalismo y los pactos de Estado para apoyar o liderar estas reformas", añadió. Las fuentes oficiales confirmaban que Cs podría abstenerse o incluso votar a favor de una investidura del líder socialista, para después pasar a la oposición. "Lo que hay que hacer es desbloquear este país".
Así, dialécticamente, Rivera dice que "mantiene sus compromisos", con estas medidas, y que su socio preferente sigue siendo Casado. Pero abre la puerta a pactar con Sánchez como nunca había hecho desde que la ejecutiva de Cs decidió "por unanimidad" rechazar cualquier acuerdo con el líder socialista. Ahora incluso ha recibido los aplausos de los más críticos de su propio partido, liderados por Luis Garicano, jefe de la delegación en el Parlamento Europeo.
El PP, ni caso
¿Se sienten los populares desplazados? La sensación en el partido de Casado es que esto no cambia nada. Con las encuestas a favor -anunciándole hasta un centenar de diputados-, Casado gastaba la mañana del sábado inaugurando una Convención Económica en Córdoba en la que la propuesta de los naranjas tuvo poco eco. Los grandes nombres evitaban poner su nombre delante de unas declaraciones y remitían a los aparatos de comunicación.
Y ahí, las fuentes oficiales se limitaban a emitir unas frases repetitivas. "Vamos a esperar a después de las elecciones para opinar sobre las propuestas de Cs"... tocado. "Por experiencia, todos sabemos que van cambiando con el paso de los días"... y hundido.
Es decir, que ni caso a Ciudadanos, ahora que ya no hay ni por asomo posibilidades de sorpasso, ahora que las encuestas dicen que su tendencia es claramente a la baja -podrían perder, según el último sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, hasta 21 diputados de los 57 que cosecharon el 28 de abril-, y ahora que está calando el mensaje de Casado como única alternativa al PSOE.
"Es una ocurrencia, un golpe de veleta, algo tiene que hacer ante los malos resultados que le dan las encuestas", añadían algunas voces autorizadas del PP, que pedían mantener el anonimato.
Sánchez tardó horas
Pero quien no dijo nada de nada fue el propio afectado. Ni el PSOE en general ni Sánchez en particular, que minutos más tarde tenía una cita en la clausura del Foro La Toja Vínculo Atlántico. Se esperó a la tarde, en un mitin en Vigo para, con más calma y la respuesta masticada, tomarse a chufla la propuesta de Rivera: "Ahora resulta que hoy nos ha levantado el castigo", dijo el presidente en funciones ante sus militantes.
Según el presidente en funciones, "el multipartidismo lo deciden los ciudadanos con su voto", y que "cualquier opción es bienvenida", excepto el "bloqueo". "Los partidos políticos deben asumir el resultado electoral. Quien gana no puede imponer su programa, sino acordar con otras fuerzas un proyecto compartido, y quien pierde no puede bloquear ni tratar de imponer en despachos lo que las urnas les negaron", ha sentenciado.
Ya en plena precampaña electoral hasta el próximo 10 de noviembre, Sánchez, rechazaba el plan naranja: parece que es ahora el socialista el que no contestará a las llamadas del líder liberal, devolviéndole los desplantes de junio y julio. El acuerdo con "10 grandes reformas de Estado" tras el 10-N queda rechazado, pues, porque el PSOE "no quiere el apoyo de Ciudadanos y mucho menos de un partido que pacta con la ultraderecha, lo que pedimos es que se respete el resultado electoral".
Quien sí ha celebró el cambio de estrategia fue Luis Garicano, líder de la facción interna que ya durante los meses posteriores al 28-A abogaba por un entendimiento con Sánchez. El líder de Cs en la Eurocámara ha aplaudido el discurso de Rivera por ofrecer "reformismo" y "diálogo" tras las elecciones generales no sólo al PP, sino ahora también al PSOE.
"Gran y muy importante discurso de Albert Rivera. Reformismo, regeneración, diálogo, consenso. Haremos todo lo necesario para poner a España en marcha. ¡Vamos!", ha dicho el eurodiputado y dirigente de Cs en un mensaje en Twitter.
Garicano ya elogió públicamente el cambio de rumbo del líder de Ciudadanos a mediados de septiembre, cuando Rivera propuso que el PP y Cs se abstuvieran para permitir la investidura del candidato socialista a la Moncloa, Pedro Sánchez, a cambio de las tres exigencias antes reseñadas. Todo, en plena crisis interna con dimisiones de peso, como la de Toni Roldán, y salidas como la de Javier Nart y Paco de la Torre.
Podemos: "Confirma lo que dijimos"
Entretanto, desde el otro extremo del tablero político, Podemos casi celebraba la oferta de Rivera. Pablo Iglesias, que salía de un encuentro con militantes en la sede del Diario Madrid, en la capital, sonreía mientras sentenciaba: "Está claro que los poderes económicos apuestan por un Gobierno de coalición entre el Partido Popular y el PSOE... y Rivera yo creo que se apunta a la vista de sus resultados electorales" en las encuestas.
En su mitin, Iglesias había dicho que Unidas Podemos es "la única garantía" de que no haya un Gobierno de gran coalición tras el 10 de noviembre. Y más tarde añadía ante la prensa un calificativo: "Que no vuelva la corrupción del bipartidismo" y que por eso hace falta que "Unidas Podemos esté fuerte". Las fuentes oficiales del partido morado insistían en que "esto confirma lo que dijimos siempre durante las negociaciones y después, cuando se rompieron", es decir, "que Sánchez tenía más interés en mirar a su derecha que a su izquierda".
De hecho, el exfundador de Podemos y ahora líder de Más País, Íñigo Errejón, abundaba en esta tesis: "Si Sanchez mira a su derecha con Rivera, tendrá que seguir mirando más allá con el PP", apuntaba en sus redes sociales. Y luego se apuntaba como parte de la solución: "Repetir elecciones fue una irresponsabilidad, pero hoy el bloque progresista crece y puede y debe llegar a un acuerdo de gobierno".
"Con Rivera no..."
Además, como si se tratase de una respuesta rápida a la oferta mañanera de Albert Rivera desde Madrid, los líderes de En Comú Podem han presentado su lema de precamapaña: "Con Rivera no, con nosotros sí". Jaume Asens y Aina Vidal, cabeza de lista y diputada saliente en el Congreso respectivamente, han presentado este cartel, evidentemente previsto antes del anuncio del líder de Ciudadanos. "Hoy más que nunca, 'Con Rivera No' representa un grito de esperanza para una mayoría de progreso que inevitablemente pasa por nosotros, por un gran 'Con Nosotros Sí'", decía Asens en rueda de prensa.
El portavoz de En Comú Podem argumentaba el eslogan apuntando que con ellos "sí se puede derogar la reforma laboral, sí se puede regular el precio de los alquileres, sí se puede salvar el planeta como nos pide nuestra gente joven, y sí se puede recuperar el diálogo y las soluciones para Cataluña". Otra cosa es que Sánchez quiera hacer todo eso, se entiende, después de haber rechazado el gobierno de coalición con los de Pablo Iglesias.
Un lema que "es un reclamo de todas las personas progresistas, y un grito transversal en Cataluña", razón por la que lo han hecho suyo. Jaume Asens subrayaba que "las elecciones a las que nos ha llevado Sánchez por negarse a aceptar que las mayorías absolutas son historia, suponen una segunda oportunidad para que Rivera pueda ser vicepresidente".