La losa que cubre el nicho de Francisco Franco en el Valle de los Caídos recalará este jueves, tras la exhumación, en un lugar secreto no visitable. Así lo han confirmado fuentes del Gobierno en un briefing celebrado en el Palacio de la Moncloa. Los 1.500 kilos que llevan el nombre del dictador serán transportados por una grúa y, a continuación, cobijados en un emplazamiento que "no se desvelará".
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El Ejecutivo socialista ya ha milimetrado el desentierro del militar sublevado. En una comparecencia que se ha prolongado durante casi dos horas, sólo se ha puesto sobre la mesa una incógnita: el destino de la lápida. Además, la intención pasa por no desvelarla ni ahora ni más adelante.
A partir de las diez y media del jueves, distintas autoridades del Gobierno -siendo la máxima la ministra de Justicia, Dolores Delgado-, los operarios y una veintena de descendientes de Franco entrarán en la Basílica de Cuelgamuros. Atravesarán un escáner detector de metales, establecido por el Estado con el objetivo de que no pueda captarse ni audio ni imagen de la exhumación. Para mantener ese blindaje, la Guardia Civil viene realizando durante los últimos días un barrido por el templo en busca de cámaras ocultas.
Sobre la sepultura, se levantará una carpa. Allí accederán Delgado, en calidad de notaria mayor del reino; dos nietos del dictador, los operarios y un forense especialista. El hormigón, una vez se saquen los restos, será transportado por una grúa... a ese paradero desconocido.
Otra leyenda para la lápida de Franco
Se inicia así otra leyenda en torno a la lápida de Franco. En 1975, no estaba previsto inhumar al entonces jefe del Estado en el Valle de los Caídos. Yacía allí, desde 1959 -fecha de la inauguración del mausoleo-, José Antonio Primo de Rivera. Como las sepulturas debían ser idénticas -al estar situadas junto al altar-, se activó un plan de urgencia para encontrar una losa exactamente igual a la del fundador de Falange.
Cuando se preparó la operación fúnebre del inventor del fascismo español, se fabricaron dos lápidas similares, que después fueron sometidas al visto bueno del régimen. La descartada, 16 años después, se recicló para el sepelio del dictador. Por eso, los falangistas solían contar un chiste que decía: "José Antonio, siempre por encima de Franco".
Hubo quien aseguró que, por tal motivo, la losa que todavía cubre a Franco lleva inscrito el nombre del creador de Falange, pero distintos testigos presenciales del entierro en 1975 lo han desmentido. En cualquier caso, el Gobierno saldrá de dudas esta semana.
Una exhumación milimetrada
El Gobierno y la familia han pactado que sean los nietos quienes porten a hombros el féretro del dictador desde el altar de la Basílica hasta el coche fúnebre que esperará en el centro de la explanada.
El "plan A" -detallan en Moncloa- es transportar los restos en helicóptero hasta el cementerio de El Pardo. Por tanto, ese vehículo tan sólo recorrerá los metros que le separan del lugar donde estará aparcado el autogiro. Habrá, por si acaso, otro de repuesto: "No vamos a escatimar. No queremos que nada falle".
Si la niebla y el viento impidieran el vuelo, ese coche fúnebre transportaría el féretro hasta su nuevo emplazamiento. Sea cual sea la opción, en ese tramo sólo acompañarán a Franco la ministra de Justicia, alguna otra autoridad y un nieto del dictador, en este caso Francis, el mayor.
El tiempo estimado entre el desentierro y el vuelo del aparato será de entre una y tres horas. El dispositivo estará integrado por el Gobierno, la delegación del Gobierno en Madrid, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la empresa funeraria, el ejército del aire...
No habrá medios de comunicación en seis kilómetros a la redonda, a excepción de Televisión Española, que ofrecerá señal gratuita a cualquier organización periodística que lo requiera, y de cuatro fotógrafos de Efe -agencia de propiedad pública-.
El prior de los benedictinos, Santiago Cantera, seguirá jugando un papel protagonista -intentó evitar la exhumación hasta el final-. Bendecirá los restos en Cuelgamuros antes de que salgan al exterior y, luego, en El Pardo oficiará una misa junto al hijo del golpista Tejero.
En el camposanto de destino tampoco se permitirá la toma de imágenes. Dentro, los descendientes de Franco sí podrán desplegar, en cambio, banderas y símbolos, un extremo que no se permitirá en el Valle. Tal y como ha venido informando este periódico, los nietos del dictador exigieron portar la enseña que arropó el ataúd en 1975 para repetir aquella escena, pero la petición fue rechazada por Moncloa.
Dentro del panteón familiar, estará la ministra Delgado -para certificar el entierro- y los veinte parientes de Franco. Igual que en Cuelgamuros. La operación costará 63.061,40 euros.