"L'avi siset em parlava..." Lo acontecido esta semana en Barcelona es el fracaso de la política. Unos y otros no pensaron nunca más allá de sus respectivos intereses partidistas. Pero a ningún gobierno democrático se le puede exigir que acepte quebrar la legalidad aunque detrás de esa demanda haya dos millones de almas empujadas al son de l'Estaca.
Claro, tampoco se puede pedir a esos millones de almas que acepten el hecho de que fuera de la ley no hay vía democrática ni diálogo posibles, máxime cuando muchos no han alcanzado la madurez democrática necesaria. Ya no digamos que acepten sentencias de un tribunal, por transparente que sea... y venga, "siset que no veus l'estaca a on estem tots lligats..."
A nuestros políticos se les pasó por alto, después del franquismo, que necesitaban educar a los ciudadanos y ciudadanas en valores democráticos para que comprendiéramos de una vez que nadie podía saltarse las leyes (democráticas) por legítimas que fueran sus demandas. Craso error en un país con semejante currículum de guerras civiles.
"Mai no podrem caminar…" Que quiere dialogar, ¿quién?, ¿el loco supremacista ése que por un lado lanza a las fieras a la calle y por el otro trata de controlarlas?
Cualquiera que escucha su oratoria se da cuenta del escaso nivel intelectual de este payaso malo de feria, que irrita y no hace reír, que apenas es capaz de escribir cuatro nombres en su lista negra de disidentes.. ¿Y el hooligan éste tiene que dialogar el qué?, ¿llama al presidente para hablar de referéndums mientras un policía se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Barcelona?
Bien haría Sánchez en recordar aquella elocuente cita de El Principe de Maquiavelo (si es que lo conoce): "El que tolera el desorden para evitar la guerra tiene primero el desorden y después la guerra” (sirva también para el suscriptor del Marca, don Mariano Rajoy).
Y ahora... "Si tu l'estires fort per aquí, i jo l'estiro fort per allá..." Ahora cataclismo. ¡No se esfuercen! De nada sirve la insistente diferenciación que hacen los líderes independentistas (e Ignacio Escolar) entre el pacífico movimiento llamado procés con la manada de vándalos que actúa estas noches en Barcelona. Son una minoría, cierto, pero las grandes catástrofes de la historia siempre han estado perpetradas, en sus inicios, por minorías que después son asimiladas, con la boca pequeña y no sin cierta vergüenza hasta alcanzar el nivel del olvido, en el seno de las pacíficas mayorías.
Así que no disimulen, lo hicieron ellos, Torra, sus consellers, Puigdemon, los cuperos, Junqueras, todos, Rufián, Tardà, todos. Que no vengan ahora a hacerse los pacíficos (ellos que le han reído las gracias a Otegi) cuando han animado a los jóvenes cachorros del independentismo a parar infraestructuras y carreteras. ¿Qué tiene eso de pacífico? Que sí, Escolar, que salir el día señalado con vecinos y amigos, estelada al lomo, a pedir el fin de la opresión -eso sí, iPhone en mano para recoger los mejores momentos de la marcha- no tiene nada de violento, vale, pero todo este asunto del procés tiene muchas caras y la "festa i xerinola" era sólo una de ellas. Los que somos de allí, los que no podemos discrepar sin ser avasallados y tachados de fachas, lo sabíamos. Y estaba claro que todos estamos nerviosos y estaba claro que esto tenía que llegar.
Los que somos de allí, los que no podemos discrepar sin ser avasallados y tachados de fachas, lo sabíamos, esto tenía que llegar
Por añadidura, la poca capacidad de la bandada de políticos en Madrid incapaces de coger el toro por los cuernos: la derecha, con su mano dura cuando no hace tanto don Tancredo no sabía dónde tenía la bragueta, la izquierda con su lamentable connivencia con el nacionalismo (¿Más País? Errejón, ten valor, hombre, ten valor) y el presidente en funciones andando con pies de plomo, para no tener que llamar al camión de las mudanzas y desalojar la Moncloa, si es que tiene algo suyo ahí. Eso sí, de ponerse de acuerdo e ir a una, nanai…
"Segur que toma, tomba, tomba…
Todos tendrían que salir ahora a barrer, junto con los autores materiales, centímetro a centímetro, cada rincón de la violada Catalunya, porque son tan culpables como los que han estado lanzando piedras, cócteles molotov y levantado barricadas. ¡Que no hemos aprendido nada del 36, hostia! ¿Hablar?, ¿así?, ¿de qué?
Parecía que encadenábamos una época de concordia y progreso en España, después de la muerte del dictador, pero no, aquí están los mismos de siempre, con sus mismo odio de siempre, para volverla a joder, como siempre. "Ben corcada deu ser ja..."
Dicho esto, ¿alguien se acuerda de la otra mitad de catalanes sepultada bajo el procés? Nadie. ¿Alguien va a pararle los pies al nacionalismo alguna vez? (por favor, que no sea toda esa vomitiva panda de ultras franquistas que el otro día salió a la calle, que se parece tanto a los CDR que van a acabar por tener descendencia) Nadie. ¿Alguien puede detener la violencia en Catalunya antes de que sea demasiado tarde?
Después que hablen de lo que les dé la gana, pero que piensen en la gente, y esta vez en todos, por favor, no solo en la audiencia de Sanchís. ¡Ah! y prueben con más Serrat y menos Lluís Llach y tal vez "ens podrem alliberar".
***Ignasi Vidal es autor y director teatral.