El día que España exhumó a Franco, la Gran Logia de Madrid -a unos quinientos metros del Santiago Bernabéu- amaneció empapelada y pintarrajeada de vivas al dictador. El vandalismo se encuadró en una acción que atacó, de manera similar, a distintas sedes del PSOE, a un monumento de la Constitución... y a varias parroquias -"traidores que no protegieron la tumba". Los partidarios del militar volvían a señalar a un colectivo duramente reprimido entre 1936 y 1975.
En el comunicado que el Grande Oriente Español distribuyó entre los suyos se catalogaba el ataque como una suerte de déjà vu: "De todos los dictadores que ha conocido el siglo XX, Franco fue el que persiguió con mayor virulencia los valores de librepensamiento que abandera la masonería".
Óscar de Alfonso, máxima autoridad nacional de la hermandad, enlaza -en conversación con este periódico- el ataque con unas declaraciones previas de Francis Franco. Desde su punto de vista, aquel alegato les colocó en el punto de mira. De ahí que tachen de "masofóbico" al nieto del dictador.
Esta entrevista con De Alfonso es una circunstancia inusual, ya que los dirigentes masones acostumbran a permanecer ajenos al debate político. "De hecho, nosotros nunca nos postulamos siquiera acerca de la exhumación", apunta.
De Alfonso se refiere a una entrevista que Francis Franco concedió a El País en calidad de portavoz familiar, en la que espetó: "Mi abuelo tuvo dos enemigos, que son los masones y los comunistas. La ley de la memoria histórica que hizo Zapatero, que era masón, lo único que ha hecho ha sido crear rojos y azules".
"Las masones no fuimos los enemigos de Franco, fuimos sus víctimas. Las palabras de Francis sólo se entienden desde la ignorancia o la maldad", introduce el gran maestro, que habla de miles de masones asesinados por el bando sublevado sólo entre 1936 y 1938. La misiva de la Gran Logia, por otra parte, acusa a este descendiente de haberles "culpado" de la exhumación.
"Pretende justificar, de alguna manera, la persecución de Franco contra los masones, muy parecida a un intento de exterminio. Nos provoca muchísimo dolor. Nosotros no hemos tenido nada que ver con el desentierro", arguye De Alfonso.
Preguntado acerca del traslado de los restos de Franco, el dirigente masón se limita a responder: "Esa decisión fue tomada por los tres poderes. Ejecutivo, legislativo y judicial".
Al hilo de este suceso, ha vuelto a circular entre los miembros de la sociedad uno de los últimos discursos públicos del dictador, en el que se calificó de "carroña política" a los masones y se les culpó de la "marejada" que, en ocasiones, zarandeaba al régimen.
La dictadura llegó a poseer 80.000 fichas acusatorias -cuando sólo había 5.000 hermanos en toda España- y creó un Tribunal exclusivamente dedicado a eliminar esta institución. Actualmente, existen cerca de 4.000. Muy lejos queda aquella Segunda República, en cuyo Congreso llegó a haber 170 diputados masones.
"Los ataques a nuestra sede son una muestra más del fanatismo de unos sujetos que buscan encontrar culpables a sus propios problemas. No podemos tolerar ni el más mínimo ataque", concluye De Alfonso.