Ni siquiera los sondeos más oscuros auguraban una debacle de tal envergadura. Las elecciones generales del 10 de noviembre han laminado a Ciudadanos, que se ha convertido en una fuerza política residual. Albert Rivera, ahora funambulista en la cuerda floja, ha sumado una decena de escaños. O dicho de otro modo: se ha dejado 47 de los 57 diputados que obtuvo el pasado 28 de abril. La caída, en términos porcentuales, es de casi un 85%. Del tercer escalón -disputando la hegemonía del PP- al sexto.
Estos comicios pasarán a la historia reciente como el día en que se desmoronó el único partido de la Cámara que se autoproclamaba "de centro". Sólo han pasado siete meses desde el último escrutinio.
El relato que pueda trazar Rivera es insostenible sea cual sea el espejo comparativo. Ciudadanos viajará al gallinero de la Carrera de San Jerónimo y dispondrá de un grupo más pequeño que el de Esquerra Republicana (13 escaños). Le mirarán de "tú a tú" el PNV (7), Junts Per Catalunya (8) e incluso EH Bildu (5).
Orgánicamente también puede hablarse de tragedia. Los dirigentes naranjas de más empaque no regresarán al Congreso. Se quedan fuera José Manuel Villegas -secretario general-, Fran Hervías -secretario de organización-, José María Espejo -íntimo amigo de Rivera-, Melisa Rodríguez -portavoz adjunta-, Juan Carlos Girauta -exportavoz titular-, Patricia Reyes -miembro de la Mesa-, Miguel Gutiérrez -secretario del grupo parlamentario-, Ignacio Prendes -miembro de la Mesa-, Joan Mesquida -fichaje de relumbrón-, Edmundo Bal -el abogado del Estado que purgó el PSOE-...
Los únicos diputados que Rivera ha conseguido mantener en la Cámara son aquellos fichajes a los que aupó en abril por encima del núcleo duro de la formación: Marcos de Quinto y Sara Giménez... Miembros debutantes sin experiencia política.
Tres millones de votos menos
Esta será la alineación completa de Ciudadanos una vez se constituyan las Cortes: Albert Rivera (Madrid), Inés Arrimadas (Barcelona), Sara Giménez (Madrid), María Muñoz (Valencia), Marta Martín (Alicante), Fernando de Páramo (Barcelona), Guillermo Díaz (Málaga), Mari Carmen Martínez (Cádiz) y Pablo Cambronero (Sevilla).
La fuga sufrida por Ciudadanos es de 2,5 millones de papeletas. Una debacle que ha vigorizado a Vox -Abascal es tercera fuerza con 53 escaños- y al Partido Popular -Casado es segundo con 85-. Ante tamaño bloqueo -no hay ninguna suma posible más allá de la gran coalición-, el protagonismo de Rivera durante las negociaciones -a expensas de que abandone su cargo- será nulo.
Los naranjas han desaparecido de casi todas las Comunidades Autónomas, con las excepciones de Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña. El principal éxito de abril fue, precisamente, implantar una infraestructura territorial que les asimilaba al bipartidismo. Otro logro que, esta noche, se ha visto dilapidado.
Económicamente -téngase en cuenta que los partidos reciben la principal subvención en función de los diputados-, el partido también deberá afrontar una reestructuración. Algo parecido le ocurrió al Partido Popular en abril tras cosechar el peor resultado de su Historia.
La única influencia que conservará Ciudadanos a partir de ahora será la de los gobiernos autonómicos y municipales que integra junto al PP: vicepresidencias y vicealcaldías. Como si fuera un intercambio de cromos, Vox ocupará en el Congreso casi las mismas butacas que tenía Rivera.
Ciudadanos, fuera de plano
Tras el 28-A, Ciudadanos copaba buena parte de los titulares en televisiones, radios y periódicos. Principalmente porque Rivera y Sánchez sumaban la única mayoría posible para gobernar. Un extremo que no fue posible, ya que Ciudadanos afrontó esa tesitura con el veto que había impuesto al PSOE.
Justo antes de que concluyera el plazo, Rivera ofreció, sin éxito, a Sánchez un pacto a cambio de tres condiciones -Navarra, impuestos y la planificación de una respuesta para Cataluña-.
A partir de ahí, ya con la nueva convocatoria, los liberales levantaron el veto al PSOE y trataron de hacer pedagogía al respecto. La estrategia -la Ejecutiva ya trabaja para detectar qué falló- fue errática y ha supuesto la muerte clínica del partido.
En las próximas semanas, Ciudadanos dejará de mirar hacia fuera y lo hará hacia dentro. Independientemente de la decisión de Rivera, la formación deberá reorganizarse tras el desmoronamiento. Tratarán de buscar un remedio a esa ausencia de los miembros de su Ejecutiva en las instituciones.