Si alguien puede estar relativamente satisfecho esta noche, a pesar de su nueva caída, ése es Pablo Iglesias. "Pedro Sánchez decidió repetir las elecciones porque pensaba que nos hundiríamos y él se acercaría a la mayoría absoluta", ha repetido el líder de Unidas Podemos en desde la precampaña de estas elecciones generales del 10-N. Y con una sonrisa agridulce habrá celebrado esta noche que ni lo uno ni lo otro. A pesar de perder 640.000 votos y retroceder de los 42 a los 35 escaños, Unidas Podemos ha demostrado capacidad de resistencia.
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Los electores no los han castigado tanto como se esperaba por no haber logrado el acuerdo de gobierno ni el pasado mes de julio ni tras las vacaciones, en septiembre. Ni le ha hecho daño real la aparición de Íñigo Errejón con su Más País, que se ha quedado en tres asientos. "Hemos hecho una campaña bonita, estamos satisfechos", explicaban este domingo fuentes de la formación morada. "Más bonita que la de abril".
En aquella, la de primavera, los mensajes de ambas candidaturas eran más que complementarios, casi confusos. De hecho, fuentes internas del partido morado se quejaban de que cada idea, cada propuesta, cada iniciativa que lanzaba Iglesias era "copiada" por Sánchez días después. Sin embargo, todo eso ha cambiado en otoño, con el viraje al centro del socialista.
El viaje del PSOE para comerle votantes a un disminuido Ciudadanos no parece haber resultado, ya que los del puño y la rosa ni siquiera empatan resultados con los de abril, cae de 123 a 120 diputados. Y además -ésta es la parte dulce-, en Podemos están convencidos de que ese movimiento de Sánchez les ha dejado un campo abierto a la izquierda para apuntalar sus posiciones. Porque al disolverse las Cortes los augurios eran mucho peores: las encuestas entonces le daban una mayor caída de escaños.
"Se duerme peor con más de 50 diputados de extrema derecha en el Congreso que con ministros y ministras de Unidas Podemos en el Gobierno", recriminó Iglesias en su comparecencia para valorar los resultados. Señalando veladamente a quien quiere que sea su socio de "un Gobierno de coalición plural, como han votado los españoles, en el que cada partido tenga el peso que los votos le han dado", el líder morado quería a la vez dejar claro quién es el responsable de que seis meses después la suma sea más difícil y dejar la puerta abierta a "desde este mismo lunes ponernos a negociar".
La parte amarga
Lo cierto es que la gobernabilidad es efectivamente todavía más difícil que tras los resultados del 28-A y ése es el lado amargo para Iglesias. Por un lado, si se hace caso a su discurso sobre las razones por las que no aceptó las ofertas de "ministerios huecos" y "sillones sin competencias" que le ofrecía Sánchez en verano. Y por otro porque con la suma de sus fuerzas con el PSOE no alcanza los 165 escaños que tenían en abril ni siquiera añadiendo a Errejón y su Más País a la ecuación, y eso significa que habría que buscar apoyos en los partidos independentistas, de los que Sánchez ha abjurado en esta ocasión.
Y es que "estas elecciones sólo han servido para que la derecha se refuerce y para que haya una extrema derecha de las mas poderosas y fuertes de Europa", dijo, acompañado de la inmensa mayoría de los líderes de Unidas Podemos. Así que "lo que era una oportunidad histórica tras las urnas de abril, hoy es una necesidad histórica", añadió Iglesias. Habría que agregarle que en diputados y número de votos, los de morado son hoy la mitad que hace un año.
Pero el líder morado quiere "frenar a la extrema derecha", y por eso, dijo, "es necesario un Gobierno con estabilidad parlamentaria, en el que se respete la pluralidad, esta vez aún mayor que en abril, con la que han votado los españoles". Ésa es la vía, una reedición aumentada del frankenstein,que necesitaría sumar al PSOE, a Unidas Podemos, a Más País, a Esquerra, al PNV...
Algo muy complicado, ya que el candidato socialista, en su viaje a la centralidad, la estabilidad y la convivencia, ha prometido intervenir TV3, recuperar el delito de referéndum ilegal e incluso "traer a Puigdemont ante la Justicia". Y esta última promesa, cuyo cumplimiento no dependen en nada de él, demuestra cuán comprometido estaba con que se visualizara que él ya no era del de Pedralbes y la moción de censura victoriosa de la mano de ERC, JxCat y Bildu.
Mano tendida... sin Calviño
Iglesias ofrecía ya desde la mañana del domingo, tras votar en Galapagar, "tender la mano" al PSOE. E insistió en la noche electoral con ese planteamiento. Aun contando con el anuncio de que una de las bestias negras de su formación en el lado socialista, Nadia Calviño, debe ser vicepresidenta económica si hacemos caso a otra de las promesas de Sánchez en esta campaña.
La todavía ministra de Economía en funciones es, para Unidas Podemos, la responsable de que no se haya derogado la reforma laboral del PP, de que no se cumpliera el compromiso firmado en el acuerdo de Presupuestos PSOE-Podemos de intervenir el mercado del alquiler. "Es la guardiana de la ortodoxia de Bruselas, la responsable de que continúen los recortes", sostienen las fuentes oficiales de los morados, "y nosotros exigimos que los recortes de la nueva desaceleración económica se hagan por arriba", advertía Iglesias.
Ése será el principal escollo si el PSOE se llega siquiera a plantear una negociación de gobierno a su izquierda. Porque Iglesias ha basado su cosecha de votos este 10-N en que "la garantía de que baje el recibo de la luz, de que suba el Salario Mínimo y de que las pensiones se actualicen con el IPC es que nosotros entremos en el Gobierno".
Puede que el cabeza de lista de Unidas Podemos dijera hace unas semanas que no se quiere "ir de la política sin gobernar". Pero dadas las posiciones de partida, quizá su augurio el pasado 22 de julio -"si no llegamos a un acuerdo, señor Sánchez, puede que usted no sea nunca presidente"- tenga como consecuencia que él tampoco pueda entrar en Moncloa más que de visita.