José Manuel Villegas (Barcelona, 1968) atiende armado de retranca su primera entrevista tras anunciar que se marcha: “Soy un tipo aburrido que hace cosas aburridas”. El hasta ahora secretario general y mano derecha de Albert Rivera siempre ha disfrutado de ese papel de “eminencia gris”, de gestor en la sombra. Se aparta para contribuir al “cierre de una etapa”. Apunta que la cascada de dimisiones naranjas quizá sea uno de los “servicios más importantes de Ciudadanos”. En este país en el que las espaldas de los políticos hacen efecto ventosa con los sillones, la cúpula liberal dice adiós tras consumarse la debacle.

Villegas posa en la azotea de la sede de la calle Alcalá: “¡No sabía que se podía subir hasta aquí arriba!”. Y quizá -qué cosas- haya terminado de conocer las tripas del partido justo cuando se ha puesto a hacer las maletas. Como símbolo de ese traspaso de poderes, lanza al cielo de Madrid el balón de rugby que le ha acompañado durante la última campaña. Cree que levantar antes el veto al PSOE no habría mejorado los resultados. Le da vueltas, pero reitera que no existe un factor concreto para explicar el desastre. A lo largo de esta conversación, este hombre de verbo conciso, uno de los mayores artífices de la expansión nacional de Ciudadanos, trata de desmigar las pequeñas causas que dilapidaron el capital acumulado.

Ahora que se va quizá sea el momento para romper el mito de que “Villegas nunca da titulares jugosos”.

No creo que sea el momento adecuado -se ríe-. Después de una trayectoria tan larga… Prefiero seguir alimentando el mito.

Pero, ¿no se atreve siquiera a darme uno para definir la debacle electoral del 10-N?

No fuimos capaces de convencer a los españoles de que éramos útiles.

Seguimos, entonces, en la línea Villegas.

¡Hasta el final! El mito es real. 

¿Se va o le han pedido que lo haga?

Me voy. Nadie me ha pedido que me vaya.

¿Y le han pedido que se quede? 

Sí. Me han pedido que siga en el partido, pero se abre una nueva etapa. Además de un nuevo presidente, hace falta un nuevo secretario general. Con la salida de Albert acaba una etapa exitosa de Ciudadanos. Se abre otra y a mí no me toca estar. 

¿Renuncia también a desempeñar cargos internos en el nuevo Ciudadanos? Como, por ejemplo, jefaturas de gabinete, asesorías… 

Pienso que sí. No creo que esté en ninguno de esos cargos. Aunque tampoco sé a qué me voy a dedicar. Mi intención es ver qué opciones hay fuera de la política y regresar a la sociedad civil.

¿Descarta fichar por otro partido? 

Sí.

¿Qué emociones siente un día como hoy? Usted militaba en Ciudadanos cuando los líderes debían pegar los carteles y no tenían representación parlamentaria. Deja el partido tras muchas victorias electorales, la derrota del 10-N… 

Lo que prevalece es el orgullo. La etapa de Rivera ha supuesto muchas cosas: que alguien aglutinara la oposición al nacionalismo en Cataluña, la apertura del centro liberal en España y su consolidación… Dejamos un relevo: todas las personas que van a estar en la nueva etapa, la primera Inés, han crecido codo con codo y trabajando con nosotros.

Villegas, fotografiado desde la última planta de la sede de Ciudadanos. Jorge Barreno

Muy poca gente sabe que usted se enfrentó en un proceso interno a Rivera.

¡Es verdad! En 2006, en algunos momentos, estuvimos uno frente a otro. Hubo distintos movimientos internos, mociones de censura al secretario general de entonces… Cuando el proyecto fue madurando, tuve claro que Albert entraña algo especial para hacer política. Nos fuimos alineando. Desde 2007, remamos juntos. 

Entiendo que su salida y la de De Páramo eran necesarias para hablar de “renovación”.

Creo que la de Fernando, no. La mía sí que está más vinculada al cierre de una etapa. Se va a hacer un proyecto con personas diferentes al frente. Es lógico que yo no esté. 

Fran Hervías, secretario de Organización, ni siquiera ha amagado con marcharse. ¿No queda señalado tras su dimisión, la de Rivera y la del secretario de Comunicación? 

No necesariamente. Mi salida, más que referida a la asunción de responsabilidades, está vinculada al cierre de una etapa. La veo más ligada a eso.

Pero, ¿no está ligada a la asunción de responsabilidades tras los resultados del 10-N?

Bueno, en cierta forma, pero está por encima de eso. Yo me presenté a las elecciones de 2007 y sacamos cero escaños. La gestión de los números es relativa y se puede hacer de distintas formas. Los diez escaños han marcado la salida de Albert; esa marcha ha supuesto el fin de una etapa… Y ahí entra mi marcha.

¿Debieron dar un paso atrás Sánchez y Casado tras conseguir los peores resultados de la Historia de sus partidos?

Resulta llamativo que un candidato como Sánchez saque los peores resultados de la Historia de su partido y diga que es un éxito. Quizá, en España, estemos demasiado acostumbrados a ese artificio. Rivera, con su salida, ha marcado una nueva forma de hacer política: cuando uno no cumple sus objetivos, se va y no pasa nada. Ese puede ser nuestro último servicio a la política.

La renovación de Ciudadanos no será ruptura en ningún caso

¿La renovación será ruptura? ¿Debe serlo?

La renovación en Ciudadanos no va a ser ruptura en ningún caso, Inés ha trabajado con nosotros codo a codo. Albert siempre fue su principal valedor. Hemos compartido escaño y despachos. En el nuevo proyecto habrá caras nuevas, pero también continuismo. Los nuevos no llegan de la estratosfera. Habrá renovación, pero en ningún caso ruptura. 

¿Arrimadas será capaz de igualar o superar los 57 escaños?

No hay que comparar a Inés con Albert, sino con sus rivales políticos. Ella ha demostrado capacidad más que suficiente para liderar este proyecto. Está preparada. Sin duda. El listón está muy alto, pero la marca que debe superar Inés, o quien coja el relevo, son los diez escaños.

Villegas, durante un momento de la entrevista con este periódico. Jorge Barreno

Entiendo que, vistos los resultados del 10-N, debe haber un cambio en el rumbo estratégico, más allá de las caras. 

Lo decidirán los afiliados y la nueva dirección.

¿Y usted qué piensa?

Debemos seguir siendo un partido de centro y reformista. Cambiar el sistema desde dentro, alejándonos de los extremos. Los movimientos tácticos en situaciones complejas deberá tomarlas la nueva dirección en cada momento. En esencia, Ciudadanos no ha cambiado. En este contexto tan polarizado, es muy difícil que el partido adopte una posición distinta a la que tiene.

Ciudadanos es uno de los partidos con más mujeres en cargos de relevancia, pero ninguna de ellas influyó en la toma de decisiones clave. ¿Qué sensación tiene?

Se tienen que formar los equipos. El papel de las mujeres en este partido ha sido y es muy importante. Seguramente, si Inés gana el proceso, tendremos presidenta y candidata. No lo hizo Albert, pero creo que Inés tampoco elegirá a la Ejecutiva en función del género.

El centro liberal no tiene por qué limitarse a los veinte escaños

Han pasado exactamente diez días desde las elecciones. Imagino que habrá dado muchas vueltas a los resultados. Albert Boadella, fundador de Ciudadanos, dijo en una entrevista con este diario que Ciudadanos no es un partido para tener 57 diputados. Aseguró que el espacio de centro es mucho menor. ¿Está de acuerdo?

No creo que haya límites cuantitativos para las ideas políticas. El centro liberal no tiene por qué limitarse y decir que sólo puede tener veinte escaños. Desde una posición reformista es posible generar mayorías. España no es un país condenado a que no haya mayorías de centro. Efectivamente, hay una polarización, pero no tenemos por qué estar siempre en las trincheras. Ciudadanos peleará por ello.

¿Cuáles fueron, a su juicio, las claves de la catástrofe?

Son complejas. No vamos a hallar una en concreto. Existe un factor que envuelve todo: la utilidad. ¿Por qué no nos han considerado útiles? Son muchos motivos. Hay uno de novedad, ese voto contra el bipartidismo que acumulamos en abril quizá se haya ido a Vox. Por otro lado, “el voto útil” enarbolado por el PP quizá también nos costó una bajada.

Villegas forma parte de Ciudadanos desde su fundación. Jorge Barreno

Vamos por partes. En cuanto a los factores internos, ¿qué decisiones tomaría de otra manera si pudiera volver a la última campaña?

Es difícil. Entramos en campaña con unas dinámicas… No sé si había opción de corregirlas o de darles la vuelta. Si existía esa posibilidad, todavía no se me ha ocurrido. En los diez días que han pasado, le he dado muchas vueltas, pero aún no he encontrado el motivo. No he sido capaz de verlo.

Pero, si viajase hacia atrás, ¿qué cambiaría?

El único cambio estratégico fue la oferta in extremis al PSOE. No sirvió para mejorar nuestros resultados electorales.

No hubo ninguna posibilidad de negociar con el PSOE

Hay una decisión muy importante, aunque sea por omisión: no sentarse a negociar con el PSOE hasta que la repetición electoral ya era casi inevitable.

Sí, pero no hubo ninguna posibilidad de negociar con el PSOE. Nunca nos lo plantearon. Pretendían que aceptáramos un cheque en blanco. No podíamos hacerlo. Aunque es verdad que, en un principio, decidimos mantener ese veto. Cumplimos con nuestra palabra. ¿Levantar el veto antes? Pienso que no lo hubiera arreglado. Si hubiésemos negociado con Sánchez, ¿el millón y medio de personas que se han ido a PP y Vox no lo habría hecho? ¿O quizá se habrían ido más? No soy capaz de encontrar una causa concreta.

Usted fue el encargado de mantener las conversaciones con PP y PSOE. ¿De verdad nunca existió un resquicio para pactar con Sánchez? Ahora ustedes sí pretenden arrastrar al centro al presidente en funciones, pero no lo hicieron entonces.

No existió esa oportunidad. Es verdad que mantuvimos el veto y sólo lo levantamos al final. Pero concurrimos a estas elecciones con el mensaje que usted menciona: intentar gobernar con el PP; y si no era posible, pactar con el PSOE a cambio de una serie de condiciones.

La estrategia actual, la de intentar arrastrar al PSOE, es la de un verdadero partido de centro.

Sí, y es la que nos ha dado diez escaños. Pero repito: creo que nunca obtendremos datos científicos que descubran la verdadera causa.

Usted, entonces, deja entrever que, comportándose como un verdadero partido de centro, Ciudadanos obtuvo diez escaños; y que, manteniendo el veto a Sánchez, consiguieron 57. 

Bueno, es que los datos están ahí. Pero hay muchos factores que pueden haber influido. Muchísimos.

¿Les perjudicó su coqueteo con Vox?

Es complicado… Existen las dos teorías. Algunos dicen que nos ha penalizado habernos dejado apoyar por Vox. También están quienes dicen que haber maltratado a Vox nos ha costado caro. Los datos refrendan ambas teorías. Hemos perdido votantes camino de la abstención, pero también hay miles que han viajado a la formación de Abascal. 

¿Le da miedo el auge de Santiago Abascal?

No me gusta que Vox tenga 53 escaños, pero me da más miedo que Pablo Iglesias sea vicepresidente del Gobierno.

En relación a los factores externos… ¿Se sienten víctimas del 'establishment'? 

Creo que esa campaña contra Ciudadanos ha sucedido. No hace falta ser un perspicaz analista para darse cuenta, pero a la política se viene llorado de casa.

¿Qué va a hacer en marzo cuando concluya su trabajo en la gestora? ¿Alguna afición inconfesable que la política le haya impedido colmar?

No lo sé. Soy un tipo aburrido que hace cosas aburridas -bromea-. Esto de la primera línea política marca y absorbe mucho…

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