No era este el escenario deseado por Pedro Sánchez cuando decidió llevar al país a segundas elecciones. Difícilmente podría ser mejor, sin embargo, para una ERC conocedora de que la única posibilidad de que Sánchez sea investido presidente es que Gabriel Rufián y los suyos cedan su abstención a cambio de un precio que aumenta a cada hora que pasa.
Hasta qué punto los faroles de PSOE –o Pedro Sánchez presidente junto a Unidas Podemos o terceras elecciones– y de ERC –negociaciones "de Gobierno a Gobierno" en las que se hable de indultos y de autodeterminación– esconden una amenaza real será lo que a partir de hoy deberán dilucidar los líderes de ambos equipos negociadores, Adriana Lastra y el mismo Gabriel Rufián. Un solo paso en falso podría ser demoledor para socialistas y republicanos.
¿Quiénes serán los negociadores?
Por parte del PSOE, los negociadores serán tres: Adriana Lastra, portavoz del PSOE y vicesecretaria general del partido; José Luis Ábalos, número tres del PSOE y ministro de Fomento en funciones; y Salvador Illa, secretario de Organización del PSC.
Por parte de ERC, los negociadores serán también tres: Gabriel Rufián, número uno de ERC en el Congreso de los Diputados; Marta Vilalta, portavoz de los republicanos; y Josep Maria Jové, presidente del Consejo Nacional de ERC.
De forma informal, y puntualmente, podrían añadirse otros nombres a la mesa en función de la evolución de las negociaciones.
¿Por qué es polémica la presencia de Jové?
La inclusión de Josep Maria Jové en el equipo negociador de ERC ha sido una de las varias humillaciones que el partido republicano ha inflingido durante los últimos días a Pedro Sánchez. Jové fue el número dos de Oriol Junqueras en el Departamento autonómico de Vicepresidencia, Economía y Hacienda durante los meses de septiembre y octubre de 2017, además de la persona a la que los investigadores del referendo ilegal del 1-O atribuyen el diseño del operativo.
Jové, que está imputado frente al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por su participación en el golpe, encabeza la línea dura de ERC y su presencia en el equipo negociador de los republicanos ha sido interpretado como un desafío frontal de Junqueras a Sánchez.
¿Dónde se celebrarán las reuniones?
En el Congreso de los Diputados. La de hoy es a las cinco de la tarde.
¿Cuánto durarán las negociaciones?
No se ha determinado una duración concreta, aunque el globo sonda lanzado por el PSOE acerca de la posibilidad de unas terceras elecciones si ERC no facilita la investidura de Sánchez deja poco margen para que estas se alarguen más allá de unos pocos días.
Las fechas previstas inicialmente para la investidura de Pedro Sánchez –entre el 16 y el 18 de diciembre– obligarían a convocar, en caso de fracaso socialista, esas hipotéticas terceras elecciones el 5 de abril, en plenas vacaciones de Semana Santa. De ahí que el PSOE haya filtrado las fechas del 9 al 11 de diciembre para la votación de investidura y la del 29 de marzo para unas hipotéticas terceras elecciones.
¿Cómo llega el PSOE a la negociación?
Las negociaciones empiezan en el peor momento posible para el PSOE. A la sentencia de los ERE, demoledora y cuyos efectos en la moral del partido son mucho más importantes de lo que se está transmitiendo en público, se suma el desafío del Parlamento autonómico catalán, que desobedeció este martes al Tribunal Constitucional para aprobar una moción a favor de la autodeterminación y en contra de la Monarquía. La moción contó con la abstención de los comunes de Ada Colau. Es decir, de la marca local en Cataluña de Podemos, socios de Gobierno de Pedro Sánchez.
Tampoco ayuda la filtración del proyecto de nuevo Estatuto vasco que negocian en estos momentos Podemos y PNV y que, a efectos prácticos, implica una independencia de facto para el País Vasco al vaciar de competencias al Estado en la región y al distinguir entre ciudadanos de primera –"nacionales vascos"– y de segunda –el resto– en base a criterios étnicos. O la noticia de que el PSOE negocia ya los Presupuestos Generales de Navarra con Bildu, una línea roja que el partido socialista no se había atrevido a franquear hasta ahora.
La sensación de que la debilidad de Pedro Sánchez y su negativa a negociar un Gobierno junto a PP y Ciudadanos ha envalentonado al nacionalismo y estimulado su desafío al Estado supone una presión añadida para el PSOE. La sensación que está empezando a cuajar entre la opinión pública, e incluso en sectores del propio partido socialista, es que el deseo de Sánchez de ser investido a cualquier precio está poniendo en serio riesgo la unidad del país.
¿Y cómo llega ERC?
ERC está en una posición mucho más ventajosa tras estas segundas elecciones que hace sólo unos meses. Si después del 28 de abril Gabriel Rufián ofreció de forma gratuita la abstención de los republicanos para facilitar un hipotético Gobierno de PSOE y Podemos, ahora, tras las segundas elecciones, el precio de su abstención ha aumentado considerablemente, a pesar de haber perdido dos escaños y 150.000 votos.
La explicación a la paradoja es que la investidura de Sánchez depende ahora, única y exclusivamente, de ERC. Es decir, de un partido liderado por un presidiario condenado a trece años de cárcel por un golpe contra el orden constitucional.
La burla de Rufián a Sánchez –"como es un Sánchez derrotado, se le puede sentar a hablar"– ha sido replicada por el PSOE con la aprobación ayer en la Diputación Permanente del Real Decreto Ley que permite bloquear las páginas web de la llamada "república digital independentista". El Real Decreto Ley ha sido aprobado con los votos a favor de PP y Ciudadanos y la abstención de Podemos, lo que ha sido interpretado por ERC como un indicio de que la voluntad real de diálogo del partido socialista es más que dudosa. Montserrat Bassa, diputada de ERC, ha calificado la medida de "ley mordaza digital".
¿Qué bazas tiene el PSOE?
Pocas. Pero ERC no está libre de presiones. El resultado de su propia consulta interna no dejó lugar a dudas. El 94,6% de los militantes republicanos rechaza de forma tajante un pacto con el PSOE si este no concede antes una "mesa de negociación". Mesa de negociación, y aquí está la letra pequeña del contrato, en la que se hablará "sin limitaciones" de todo lo que ERC quiera.
Dicho de otra manera. ERC juega con un as en la manga. Si facilita la investidura de Sánchez será porque éste ha cedido a sus demandas, lo que será presentado en Cataluña como prueba de la capacidad de los republicanos para doblegar al Estado español. Si ERC vota 'no' a la investidura de Sánchez, los republicanos venderán en Cataluña una imagen de irreductibles, además de su capacidad para tumbar Gobiernos en el Congreso de los Diputados.
En cualquiera de los dos casos, ERC gana credibilidad entre el independentismo de cara a unas hipotéticas elecciones anticipadas autonómicas en Cataluña provocadas por la previsible inhabilitación del presidente de la Generalidad Quim Torra. Y de ahí que ERC tenga todos los incentivos, y ninguno de los frenos, para elevar sus exigencias mucho más allá de los límites de la Constitución.
¿Qué pide, oficialmente, ERC?
ERC no se fía de un Pedro Sánchez que ya ha demostrado ser capaz de defender una cosa y la contraria en el plazo de unas pocas horas. Y de ahí que lo republicanos exijan garantías de que los acuerdos a los que se llegue en la mesa de negociación serán cumplidos por el Gobierno una vez superada la investidura.
ERC pide una mesa de diálogo "entre iguales", que en el lenguaje separatista implica de Gobierno "nacional" a Gobierno "nacional". También la promesa de que en esa mesa se hablará de "todo", es decir de un referéndum de autodeterminación y de la amnistía de los condenados en el juicio del procés. Finalmente, ERC pide un calendario de cumplimiento, que se concretaría en dos rondas de negociaciones: antes y después de la investidura.
La figura del mediador ha sido obviada durante las últimas horas, aunque se da por supuesto que esa será una de las principales reclamaciones de los republicanos.
¿Qué ofrece el PSOE?
El PSOE se ha mostrado dispuesto a ofrecer una mesa de diálogo cuyo único límite sería la autodeterminación y que adoptaría la forma de una comisión bilateral, figura contemplada por el actual Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Sin embargo, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, anunció ayer una posible finta que permitiría esquivar la línea roja de la autodeterminación: una reforma del Título VIII de la Constitución, el relativo a la Organización Territorial del Estado, en el sentido deseado por los separatistas. Una oferta que muchos han interpretado como una oferta de federalización del Estado por la puerta de atrás.
La obviedad de que el PSOE no cuenta con los votos necesarios en el Congreso de los Diputados para una reforma de ese calado no ha frenado sin embargo a una Carmen Calvo que ha ido mucho más allá, con una sola frase, que cualquier otro Gobierno del PSOE o del PP en cuarenta años de democracia.
¿Cómo ha digerido el separatismo la negociación?
Con recelo. JxCAT no se fía de ERC y ya ha exigido que en la mesa de diálogo que pacten a partir de hoy socialistas y republicanos haya una silla reservada para ellos. Y, más concretamente, para el presidente de la Generalidad, en tanto en cuanto no sea inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalidad y número dos de los republicanos tras Oriol Junqueras, ya ha anunciado que "no es imprescindible" que Torra esté presente en dicha mesa de diálogo con el argumento de que si Pedro Sánchez no está en esas reuniones, tampoco debería estar el presidente de la Generalidad.
La tesis de Aragonès cumple una doble función. En primer lugar, refuerza esa fantasía del imaginario separatista que sostiene que los presidentes del Gobierno y de la Generalidad son cargos políticos equivalentes. Y, en segundo lugar, relega a Torra a la intrascendencia y reserva el protagonismo de las negociaciones a ERC en su guerra civil soterrada con JxCAT por el control de la Generalidad.