Este sábado comienza la cuenta atrás para Inés Arrimadas. Recién inaugurada la gestora, el reloj de arena terminará de vaciarse en marzo, cuando se celebren esas primarias a las que la política jerezana deberá concurrir con su equipo ya formado. El modelo que marcan los estatutos de Ciudadanos es similar al del PSOE: el incipiente líder está obligado a confeccionar su alineación -Ejecutiva- antes de que los afiliados decidan.
De momento, Arrimadas guarda silencio. Apenas ha dado pistas de los nombres que maneja, más allá del indudable protagonismo que jugarán sus compañeras Begoña Villacís, Marta Rivera o Patricia Reyes. Sí está asegurado, no obstante, que el aparato experimentará una poderosa renovación. José Manuel Villegas -ex secretario general-, Fernando de Páramo -ex secretario de Comunicación-, Fran Hervías -ex secretario de Organización- y Juan Carlos Girauta -secretario de Regeneración Democrática- ya han anunciado su paso a un lado.
El nuevo Ciudadanos de Arrimadas -ella nunca ha utilizado el término "refundación"- deberá afrontar distintos retos. El plazo para superarlos dependerá, principalmente, de la investidura de Pedro Sánchez y de una posible convocatoria de elecciones catalanas.
'Arrimadismo' para dejar atrás el 'riverismo'
Ciudadanos, junto a Unidas Podemos, era el partido más mesiánico de los cinco principales. Durante sus trece años en la presidencia, Albert Rivera disfrutó de una estructura creada a imagen y semejanza. Por eso el relevo será más delicado que en otras formaciones. Los equipos, las estrategias, la imagen, el relato... Todo pasaba por él.
Ahora, Arrimadas deberá destaparse como regidora interna. "Ya sabemos que es muy buena candidata, que sabe ganar elecciones, pero dirigir un proyecto es algo muy distinto. Tiene facultades para hacerlo. A ver qué pasa", razona un miembro de la anterior Ejecutiva.
Este dirigente y otros tres consultados constatan que Arrimadas nunca estuvo en el núcleo duro de las decisiones de Rivera: "Eso tiene una parte buena. Inés será savia nueva. Seguro. La parte más delicada es su debut como presidenta de una formación".
La recomposición del partido
Meses antes del descalabro, Ciudadanos sufrió la mayor crisis interna de su historia. El veto al PSOE -en un principio "ratificado por unanimidad"- resquebrajó la tradicional unidad de este partido y alumbró una familia de críticos. Javier Nart, Toni Roldán y Xavier Pericay acabaron abandonando la Ejecutiva. Luis Garicano, peso pesado, mostró su desapego por el rumbo tomado. Por el camino, también se gestó la bronca entre Rivera y Manuel Valls.
Los nombres son tan sólo la punta del iceberg. Aquellas marchas ilustraron la pérdida del alma más centrista -o centro-izquierda- de Ciudadanos. En sus últimas entrevistas, Arrimadas ya ha anunciado que tratará de "reunir en torno al centro" a "todos los que quieran sumar". No lo harán Valls ni Roldán -éste último se autodescartó en una entrevista con Alsina-, pero sí podría hacerlo Pericay. En cualquier caso, la recomposición pasa por trazar un nuevo mensaje que incluya a quienes se sentían representados por aquellos críticos.
¿Derecha, izquierda... o centro?
Antes de las elecciones de abril, Ciudadanos -con el veto al PSOE- arrastró hacia la derecha su posición en el tablero político. Aunque Rivera nunca lo verbalizó, su partido, con aquellos 57 escaños, se convirtió en un competidor directo del Partido Popular. El centrismo quedó desdibujado.
In extremis, ante el bloqueo, levantó el veto a Sánchez. Una decisión que mantuvo para afrontar la campaña del 10-N. La pedagogía de los cambios no fue exitosa y llegó el descalabro. Arrimadas, por tanto, deberá delimitar el espacio de Ciudadanos. Con la desaparición de los vetos, ¿seguirá siendo el objetivo desbancar a Casado? ¿Se tratará, como antaño, de formar mayorías a izquierda y derecha en función de acuerdos programáticos?
La resaca del veto al PSOE
Con el levantamiento del veto, la relación entre PSOE y Ciudadanos no se ha normalizado. Principalmente porque Sánchez sigue en busca de un acuerdo con Podemos sostenido en Esquerra Republicana. En esa tesitura es muy complicado que se restablezcan los puentes entre Ferraz y Alcalá, 253. Pero la diferencia es notable: a día de hoy, cada vez que los socialistas miren al centro encontrarán la mano tendida de Ciudadanos.
Desde hace semanas, es Arrimadas quien está liderando la apuesta por un gran pacto constitucionalista entre Sánchez, Casado y ella. Aunque la posición naranja haya variado notablemente, la nueva líder deberá explorar cómo se articula la nueva relación parlamentaria con el PSOE.
La relación con Vox
Cuando Vox comenzó a asomar, Rivera eligió el silencio como estrategia. Rehuyó calificar a Abascal durante meses. "Comprenderán que no hable de una fuerza sin representación parlamentaria", solía responder. Tras los 24 escaños conseguidos en abril por la extrema derecha, adoptó una posición intermedia. Defendían juntos "la unidad de España", pero combatía los postulados de Vox en lo referido a los derechos sociales.
Fueron las autonómicas de mayo las que dinamitaron el sendero seguido por Rivera. PP y Ciudadanos necesitaron los votos de Abascal para formar gobierno en Comunidades y Ayuntamientos. Aunque fueron los de Casado quienes rubricaron los papeles, los naranjas también compartieron mesa y conversaciones.
Los más centristas y socialdemócratas de Ciudadanos concibieron ese peaje como un disparo al "alma liberal" del partido. Un argumento que explotaron hasta la saciedad el PSOE, Unidas Podemos, Manuel Valls y algunos fundadores de la organización. A partir de marzo, Arrimadas marcará qué debe decir y hacer Ciudadanos respecto a Vox.
La resurrección catalana
El 10 de noviembre también disolvió la columna vertebral de Ciudadanos: Cataluña. Allí donde Arrimadas ganó las autonómicas, el partido fue octava fuerza -por detrás de la CUP, Vox o el PP- y sólo obtuvo dos escaños. El castigo fue considerable. Siete meses antes, el 28 de abril, los liberales fueron quintos con tres escaños más.
Si los soberanistas convocan pronto los nuevos comicios catalanes, Ciudadanos se enfrentaría al enigma Lorena Roldán, que debutaría como candidata. Además, Arrimadas tendrá que replantear el relato de la organización allí, ya que el 10-N les desbancó como principal alternativa al nacionalismo.