Inés Arrimadas ha dedicado el grueso de su intervención a "buscar la dignidad" de los diputados del PSOE. "Un sueldo no justifica esta humillación", ha dicho en relación a las "cesiones" de Sánchez a los nacionalistas. Tal y como anunció su portavoz a principios de esta semana, Ciudadanos se afana en romper la disciplina de voto en la bancada de Ferraz.
El eje de esa estrategia fue la ronda de llamadas a los barones. Cogieron Page -Castilla La-Mancha- y Lambán -Aragón-. No descolgó Fernández Vara -Extremadura-. De momento, el gesto no parece haber tenido consecuencias. "¿De verdad no hay ni un solo valiente?", ha repetido Arrimadas con la vista puesta en los diputados socialistas.
"¿No le da vergüenza llamar fachas a los que decimos lo que usted antes?", ha ironizado la líder de Ciudadanos en el Congreso. Como ejemplos, ha puesto el ya mítico "no podría dormir", el "dos gobiernos en uno" o el peligro de tener un vicepresidente que sostenga la existencia de "presos políticos". La propia diputada ha reconocido las "facilidades" que le ha brindado la hemeroteca de Sánchez.
Arrimadas ha dibujado el Gobierno entrante como un Ejecutivo plegado a la "agenda nacionalista". "¿De verdad están de acuerdo los diputados socialistas de Andalucía, Aragón o Castilla?", les ha preguntado.
"¿Ni siquiera les ha removido un poquito escuchar hablar de los países catalanes? ¡El presidente no ha dicho nada! ¡Se lo ha tragado todo!", ha vuelto a interpelarles. La conclusión de Arrimadas es esta: "Sánchez nos ha vendido al nacionalismo".
"Cómo será el daño que ha hecho a este país que ha tenido que empezar su discurso diciendo que no va a romper España... Incluso se ha visto obligado a explicar que el PSOE es un partido español", ha criticado Arrimadas.
"Infamia" y "vergüenza" han sido dos de los sustantivos más utilizados por la líder de Ciudadanos, que ha centrado sus esfuerzos en desmigar los acuerdos de Sánchez con PNV y ERC.
Tras prácticamente deletrearlos, ha clamado: "¿Por qué no ha sometido esos dos documentos a consulta entre sus bases?". Según Arrimadas, la prueba del algodón pasa por contemplar la "diferencia con la que el presidente trata a nacionalistas y constitucionalistas".