Inés Arrimadas cree que todavía existe una mínima posibilidad. En público y en privado, repite el cálculo como un mantra: "Bastaría con que un solo diputado del PSOE votara contra Sánchez". El presidente en funciones tiene, a priori, garantizada la investidura, pero el margen cosechado es muy estrecho. Un "no" inesperado entre los suyos -o dos abstenciones- le apartarían de Moncloa.
La líder de Ciudadanos puso a trabajar a su partido este lunes. Ella misma ha llamado a los barones para buscar su connivencia. Sus altos cargos territoriales también se han puesto manos a la obra. "Lo intentaremos hasta el final", reiteró Arrimadas en los pasillos del Congreso este domingo. "Hasta el martes... Eso en política es mucho tiempo. Sabemos que es muy difícil, pero puede ocurrir", apuntan algunos de sus compañeros.
La formación liberal, no obstante, describe su misión como "casi imposible". "Ninguno quiere perder su cargo ni su sueldo. Pero, ¿de verdad no hay ningún valiente entre ustedes?", preguntó Arrimadas desde la tribuna con la vista puesta en la bancada socialista. "No es transfuguismo, sino dignidad", sintetizó.
El giro de Ana Oramas -votará "no" en contra de la postura que le marca Coalición Canaria- empujó a Sánchez al borde del abismo. "Tendrían que poner a alguien a hacer guardia en la puerta de los 120 domicilios", bromea un dirigente de Unidas Podemos en conversación con este diario.
En las últimas horas, el parte de situación es justo el contrario al de hace una semana: los apoyos de nacionalistas y regionalistas -costaron a Moncloa sudor y dinero- ya están garantizados... ahora el único riesgo "está dentro del PSOE". Así lo conciben en PP y Ciudadanos, pero también en Ferraz y Podemos.
El milagro que busca Arrimadas entraña dos gruesas dificultades: la votación es a rostro descubierto y en el grupo parlamentario socialista apenas existe la discrepancia. "Se cuidó muy bien a la hora de hacer la lista electoral. Es casi como su Ejecutiva", lamentan en Ciudadanos.
"¿Qué más necesitan oír?"
"¿De verdad existe un cargo o sueldo que justifique esta humillación?", preguntó una incrédula Arrimadas desde la tribuna. "Simplemente tendrían ustedes que votar en función de lo que prometieron en campaña electoral. Pero, claro, para ser valiente primero hay que ser libre", desafió la de Ciudadanos.
Según la sucesora de Rivera, el "sueldo" y el "cargo" son los dos principales impedimentos a la hora de quebrar la disciplina interna. "A nosotros no nos pasaría porque todos tenemos un trabajo fuera de la política, pero ellos...", cuenta a este diario un miembro de Ciudadanos. Como ejemplo de lo contrario, Arrimadas puso a Adriana Lastra: "Ella no es libre. Jamás ha tenido un trabajo fuera del PSOE".
"¿Qué más quieren oír?". A ojos de Arrimadas, la respuesta de Pedro Sánchez al órdago de EH Bildu en el Congreso debería ser la puntilla para que, por lo menos, un diputado socialista votara en contra de su propio líder. "¡Escuchen, escuchen cómo Sánchez se acerca a Bildu!", comentó la diputada jerezana al salir de la Cámara.
Tal es el riesgo que afronta el PSOE, que Ferraz ya ha dado una orden a sus 120 diputados: todos ellos deberán pasar en Madrid la noche del 6 de enero para que no haya sorpresas en la votación del 7, que comenzará a las doce del mediodía.
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