Cuando Podemos era simplemente un movimiento social heredero del 15-M que se había inscrito en el registro del Ministerio del Interior y había dado dos sorpresas brutales con cinco eurodiputados (2014) y una entrada espectacular en el Congreso de 69 escaños, allá por 2016, Pedro Sánchez ya intentó ser presidente del Gobierno. Parece que han pasado varias eras geológicas y alguna que otra glaciación desde entonces, y de hecho han transcurrido cuatro legislaturas distintas... aunque son menos de cuatro años desde que Pablo Echenique sondeaba a su equipo, entonces todavía en Zaragoza: "¿Y si me hacen ministro, os venís?"
El hoy por fin presidente tras una investidura -le ha costado seis votaciones: en 2016, 2019 y 2020- se había abrazado a Albert Rivera -otro que ya está amortizado, pese a que dimitió hace sólo un par de meses- y le pedía a Iglesias que se aviniera a un pacto transversal.
La leyenda oficial dice que Podemos se negó desde el principio a participar de aquel acuerdo "liberal y progresista". Pero las fuentes consultadas en la formación morada lo desmienten. Echenique no llegó a preparar las maletas, pero sí que habló con Iglesias de la posibilidad de ser él el representante de Podemos en el Consejo de Ministros.
Sin embargo, este 8 de enero de 2020 el fiel escudero del secretario general ha sido nombrado portavoz parlamentario. El primer elegido se queda a las puertas. De todos los compañeros de fatigas en "estos seis años de cloacas contra Podemos", es él el sacrificado que no alcanza la tierra prometida de ir a Moncloa cada viernes.
No está sobrado Pablo Iglesias de alfiles con autoridad en el partido. Y por eso necesitaba alguien de su máxima confianza para controlar el Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común. Como informó este periódico en exclusiva el pasado 2 de diciembre, el secretario general había pedido a Pablo Echenique que reprodujera el tándem que operó durante un par de años en la sede del partido junto a Noelia Vera como portavoz y número dos.
De los morados, con Iglesias vicepresidente, se van a gobernar España Irene Montero como ministra, y Ione Belarra como su número dos en una Secretaría de Estado. Es decir, el líder, la portavoz y la adjunta. Además, serán titulares de una cartera Alberto Garzón (IU), Yolanda Díaz (Galicia en Común) y Manuel Castells (En Comú). Todos, quizás salvo el último, son algunas de las caras más conocidas de Unidas Podemos para el gran público, y voces autorizadas en su campo.
Las fuentes consultadas en el partido morado confirman a este periódico que ahora, además, se dará más visibilidad en el Congreso al actual secretario de Organización, Alberto Rodríguez -sucesor de Echenique en el puesto-, y a Rafa Mayoral, secretario de Sociedad Civil de Podemos.
La primera traición
El primer ministrable de Podemos se queda a cargo, así, de la coordinación del grupo en el Congreso. Un cargo para el que está dotado de experiencia porque en aquel 2016, a la vez que Iglesias debía decidir si desteñía el morado intenso del Podemos callejero tocando poder desde el primer día, estaba afrontando su primera gran crisis interna en la formación política.
A la vuelta de su breve estancia de un año en Bruselas como eurodiputado se había topado con una rebelión interna a mayor gloria de Íñigo Errejón, y tuvo que sacrificar a su también amigo y secretario de Organización, Sergio Pascual, porque parecía trabajar más por poner el partido al servicio del hoy líder de Más País que por dotar a Podemos de una estructura territorial estable.
De eso se encargó Echenique, importando desde la capital maña a Madrid para darle músculo fiel a la sede. Quienes lo conocen y han trabajado con él destacan su capacidad de trabajo y su lealtad al proyecto: "Echenique le disputó el liderazgo de Podemos a Iglesias en el primer Vistalegre", recuerdan, "pero nadie se acuerda de eso, porque una vez derrotado se puso al servicio del proyecto ganador".
Fidelidad y tribunales
En su entorno se destaca su compromiso con el proyecto general de Podemos y, por ende, su condición de fiel escudero del líder una vez que cayó derrotado en la votación de la militancia. Eso le ha granjeado una confianza absoluta de Iglesias, acosado por las traiciones y los movimientos tácticos dentro de una formación que nunca ha conseguido tejer una estructura estable.
Y eso es lo que le achacan a Echenique sus detractores: que como secretario de Organización no supo ver -o atajar- los movimientos de Errejón, el examigo de su jefe y fundador, antes de que estallaran en enero pasado con el comunicado conjunto en el que anunciaba que se iba con Manuela Carmena.
Doctor en Ciencias Físicas y en excedencia como investigador titular del CSIC, ha negociado con el PSOE el acuerdo no nato de Presupuestos -ése que al decaer provocó el adelanto electoral del 28 de abril-, lideró las conversaciones fracasadas de julio y ha cerrado los detalles del llamado pacto del insomnio nacido sólo 48 horas después de las urnas repetidas del 10-N.
Nunca ha dejado de sonar como ministrable, pero una vez más ha cumplido con el encargo de Iglesias, que se fía de sus conocimientos y capacidad de trabajo como de pocos más dentro de Podemos. Aunque también ha podido influir en su no ascenso a la cartera ministerial el hecho de que sigue pendiente de que el Tribunal Supremo dé firmeza a la sentencia condenatoria del Tribunal Superior de Justicia de Aragón por haber contratado 'en negro' a su asistente personal.