La caótica jornada vivida este lunes en el Parlamento autonómico catalán deja poco espacio para la duda. Cataluña se encamina hacia unas elecciones autonómicas anticipadas como consecuencia de la ruptura tácita de la alianza política entre ERC y JxCAT, hegemónica en la región desde 2015, y hacia la formación de una nueva mayoría de ERC, el PSC y Podemos que supondrá la resurrección de los viejos tripartitos de Pasqual Maragall y José Montilla.
El colofón al caos de la jornada de ayer será la llegada hoy martes a la Cámara de Oriol Junqueras y otros presos del procés para declarar en la comisión parlamentaria de investigación del 155, un simple pretexto para una nueva escenificación de irredentismo nacionalista.
Cataluña ya está en campaña electoral y Junqueras, sabedor de que todos los ojos estarán puestos hoy martes sobre él, redoblará su pulso y dará un mitin personal y de partido que será convenientemente exprimido por ERC.
En el Parlamento, las señales de fin de ciclo estaban ayer lunes por doquier y eran evidentes tanto entre el bloque nacionalista como entre un bloque constitucionalista cuyos diputados, en conversación con EL ESPAÑOL, reconocían su desconcierto por la incomprensible virulencia del enfrentamiento entre ERC y JxCAT. "Soy incapaz de decirte qué pretenden", decía un diputado de Ciudadanos. "Parece que se han vuelto locos".
Un personaje secundario
La retirada de la condición de diputado a Quim Torra por parte de un personaje secundario del Parlamento catalán, el letrado y secretario general de la Cámara, Xavier Muro, fue la primera de las señales que avisan de un fin de ciclo en Cataluña.
Cuando se conoció la noticia a primera hora de la mañana, muchos entendieron por fin el extraño comunicado que la ANC lanzó a última hora del domingo y en el que la asociación civil separatista pedía apoyo para Torra. Alguien -probablemente los propios diputados de JxCAT- había filtrado la noticia a la ANC.
El aval a la decisión de Xavier Muro por parte de la Mesa del Parlamento, algo que JxCAT recibió como una traición de Roger Torrent al presidente de la Generalidad, fue la segunda de esas señales. La negativa de los diputados de ERC a aplaudir el discurso de Torra en el pleno de la Cámara, la tercera.
La ya acostumbrada violencia callejera en las calles de Barcelona, que suele coincidir con las convocatorias de la ANC y siempre en beneficio de las estrategias políticas más irredentistas de JxCAT, la cuarta.
Pero quizá la señal más relevante de todas fuera la petición de elecciones anticipadas por parte del PSC, el mejor termómetro posible de la temperatura política de ese nacionalismo supuestamente posibilista que hoy lidera Miquel Iceta.
En el lenguaje del nacionalismo, que el socialismo catalán diera ayer la legislatura por acabada es la prueba irrefutable de que esta se encuentra ya en los minutos de descuento.
Gritos de "delincuente"
El pleno del Parlamento catalán llegó a suspenderse hasta en cuatro ocasiones a lo largo de la tarde. La primera, a las 15:45, por la negativa de los diputados de Ciudadanos a obedecer a Roger Torrent, que les había exigido que dejaran de llamar "delincuente" a Quim Torra.
La segunda y la tercera, a las 16:26 y las 17:24, para que pudiera reunirse la Junta de Portavoces. La cuarta y definitiva, a las 18:04, por la petición de todos los grupos parlamentarios, salvo ERC y el PP.
Entre suspensión y suspensión dio tiempo para que los diputados catalanes votaran los polémicos presupuestos de la Cámara. Un asunto meramente administrativo y menor, pero que había provocado mucha polémica durante los últimos días con acusaciones cruzadas entre PP, Ciudadanos, PSC, ERC y JxCAT.
El resultado de la votación es un fiel reflejo de la atmósfera que se vivió en la Cámara. Porque nadie, ni siquiera los autores de esos presupuestos, votó a favor de ellos. ERC, PP, Ciudadanos y PSC se abstuvieron. Podemos y la CUP votaron en contra. JxCAT se ausentó de la Cámara durante la votación.
Diputado "político"
Al final del día, ni un solo diputado del Parlamento autonómico era capaz de afirmar cuál es el estatus actual del presidente de la Generalidad. Oficialmente, Torra ha sido desposeído de su escaño, algo que quedó claro cuando la Mesa del Parlamento catalán ratificó la decisión del letrado Muro, que es tanto como decir las resoluciones de la Junta Electoral Central (JEC) y del Tribunal Supremo (TS).
Para ERC, y según lo manifestado durante su rueda de prensa de ayer por Sergi Sabrià, presidente del grupo parlamentario republicano, el presidente de la Generalidad continúa siendo diputado "políticamente", que es una forma más o menos taimada de decir que no lo consideran ya diputado "legalmente".
En la práctica, sin embargo, ERC se negó a "blindar" a Torra como diputado. Algo que el presidente exigió reiteradamente mientras señalaba a los que él cree culpables de su situación: los republicanos.
"Soy diputado y presidente de Cataluña y sólo el pleno de este Parlamento puede cambiar estas dos realidades. Lo votamos el 4 de enero, ¿qué valor tiene esa votación?", dijo Torra sin que sus arengas hicieran el más mínimo efecto entre unos republicanos que ya dan al presidente por amortizado, sabedores de que su desaparición del escenario político es inminente.
Desobedece tú primero
Torra pedía algo, la desobediencia, que ni siquiera él mismo estaba dispuesto a ejecutar. Confirmada la pérdida de su escaño, el objetivo de JxCAT era evitar la imagen de un Quim Torra renunciando a votar para no incurrir en un nuevo delito, el de usurpación de funciones.
El pleno del Parlamento se convirtió, en consecuencia, en un largo y espasmódico tira y afloja entre JxCAT y el presidente de la Cámara para que este suspendiera la sesión, para que la Mesa reconsiderara la decisión de aceptar la retirada del escaño de Torra y para que este pudiera evitar la humillación de tener que abstenerse en la votación. El interés de ERC era exactamente el contrario. Evitar una nueva votación en la Mesa que evidenciara su negativa a desobedecer a la JEC y al TS.
Finalmente, y ante la negativa de Torrent de dar su brazo a torcer, los diputados de JxCAT escenificaron una renuncia colectiva al voto que permitiera salvar la cara a Torra. La solución fue el abandono del hemiciclo por parte de todo el grupo parlamentario de JxCAT durante la votación de los presupuestos de la Cámara.
Simbolismos sin recorrido
Torra podrá así defender hoy la idea de que su insurrección contra la decisión de la JEC, del TS y de la propia Mesa del Parlamento es real y ha sido llevada hasta sus últimas consecuencias aunque, en la práctica, esta haya sido esquivada mediante un subterfugio que dejará de resultar útil la misma semana que viene, cuando se celebre el próximo pleno.
ERC podrá defender por su parte que el apoyo a Torra es también real y que se han limitado a ceder en un asunto que no conlleva mayores consecuencias.
Políticamente, la negativa de ERC a dar su apoyo explícito a Torra en los términos exactos exigidos por él conduce a la parálisis del Gobierno. Los presupuestos de la Generalidad, ya pactados por ERC y los comunes de Podemos, penden ahora de un hilo.
"Lo que pone en riesgo los presupuestos es la retirada de mi condición de diputado", dijo Torra, lo que fue interpretado por ERC, correctamente, como una amenaza de dar por acabada la legislatura e ir a nuevas elecciones. Algo que ahora mismo sólo depende de Torra. Es decir de Carles Puigdemont.
Para ERC, el enrocamiento de Torra no es más que un "simbolismo estéril". "No es el momento de unas elecciones, sino de aprobar unos presupuestos tres años después y aprovechar la mesa de negociación entre gobiernos, unos retos que queremos que lidere Quim Torra" dijo su portavoz parlamentario. "La mejor manera de garantizar presupuestos y Gobierno es que Torra sea diputado", contestó Albert Batet, portavoz de JxCAT.
Mientras tanto, Ciudadanos, que considera que la pérdida de la condición de diputado conlleva también la de presidente de la Generalidad de acuerdo a la literalidad del propio Estatuto de Autonomía catalán, se quejaba a Torrent de que se le concediera la palabra "a un expresidente".
El 'procés 2.0'
La segunda fase del procés nació ayer entre convulsiones y espasmos. El vuelco es total.
Si los actuales sondeos electorales se confirman, ERC ocupará, tras las próximas elecciones autonómicas catalanas, el espacio que han ocupado durante los últimos cuarenta años Convergencia y JxCAT: el de partido hegemónico del nacionalismo catalán. Los exconvergentes quedarán relegados a la oposición y los nuevos socios preferentes del separatismo serán PSC y Podemos.
El procés abandonará así la unilateralidad, pero no la idea de un referéndum que consagre un federalismo a la carta para Cataluña. Lo que ayer asomó la cabeza en el Parlamento catalán no es más, en definitiva, que el procés 2.0.