El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió este sábado por la noche su gestión en la emergencia sanitaria y económica del coronavirus. Lo hizo parapetándose en las Organización Mundial de la Salud (OMS) y en decenas de datos y porcentajes, demostrando que sus medidas de confinamiento, "las más restrictivas de Europa y a nivel global", están funcionando.
Pero, eso sí, avisó de que los ciudadanos tienen que seguir cumpliendo: "Tenemos que ganar tiempo, resistir, hay que llegar fuertes al final de la próxima semana".
De lo que no dio cuenta ni en su larguísimo discurso inicial, antes de las pocas preguntas a las que dio paso su secretario de Estado de Comunicación, fue de las razones por las que España era este sábado el tercer país con más contagiados del mundo.
Y eso que aún "viene la ola más dañina", según aseguró el jefe del Ejecutivo, sabedor de que hasta la semana que viene, cuando deberían empezarse a notar los efectos de su estado de alarma, los casos de positivos seguramente sigan aumentando "dramáticamente".
Prestidigitación de palabra
Pedro Sánchez admitió explícitamente que España es uno de los países más afectados de Europa por la pandemia, pero se parapetó en una larguísima verborrea leída en teleprompter televisivo que anticipaba algún anuncio que nunca llegó. Y escondiéndose en dos trampantojos.
El primero, que éste es "un enemigo al que aún estamos conociendo", lo que pretendía justificar que hayamos pasado en dos semanas de simples medidas de contención al estado de alarma. Pese a ello, China, que lo conoció el primero, tomó medidas mucho más drásticas, el foco inicial, la ciudad de Wuhan lleva dos meses aislado, y sólo ahora empieza a parar al virus.
Y el segundo, que sus decisiones -"todas, créanme"- han sido tomadas "según el criterio de los científicos de la OMS" y los técnicos de Emergencias Sanitarias. Para pasar de inmediato a unirse a los plausos a "los funcionarios públicos españoles, ejemplo de abnegación".
195 minutos al micro
Era la sexta comparecencia del presidente desde el pasado 10 de marzo, cuando sus socios de Gobierno ya llevaban semanas insistiéndole en que empezara a liderar la lucha contra la entonces sólo epidemia -hoy ya pandemia-, y el clamor de la oposición y de los medios, además de la convocatoria de un Consejo Europeo extraordinario, lo acabaron obligando. Desde entonces, a una media de cada dos días, él solo, sin opción de cambiar el punto de vista, centrando la atención.
Llevaba más de un mes y medio sin atender a la prensa. Y ahora lo hace con las preguntas filtradas -por mor de la telemática- y de golpe ya son seis las veces que se ha dirigido a la nación, siempre con un discurso previo de larga factura y con mensajes cada vez más trabajados: la situación en las calles se asemeja al paisaje de una guerra, con ciudades desiertas y comercios clausurados... pero su lenguaje lo corrobora: "enemigo", "resistencia", "lucha", "batalla"...
En estos apenas 11 días, Sánchez acumula 195 minutos de soliloquios ante las cámaras, las de la televisión y la de los Diputados, según los cálculos de este periódico, repasando sus intervenciones. A más de media hora por cada una de las seis comparecencias. Y eso sin las preguntas a las que contestó cada día, ni las réplicas del pasado miércoles en el Congreso a la oposición.
Épica sin razones
En ese tiempo, el presidente del Gobierno ha recurrido a la épica y a la emoción -"estos días nos han cambiado, ahora desdeñamos lo superfluo, y a nuestros vecinos ya no los vemos como ajenos"-. Ha elogiado "a nuestros héroes", y ha "puesto en valor lo común, lo público". Ha glorificado "al pueblo español, por su disciplina y su moral de victoria".
Pero no ha explicado por qué viendo las barbas de nuestro vecino italiano pelar, no pusimos las nuestras a remojar. Por qué sólo después de dos semanas en las CCAA le han reclamado más material médico, se acude a esos "mercados extremadamente agresivos". Por qué si hace unos días los tests de Covid-19 practicados en España eran 35.000, de repente este sábado eran 350.000.
Si hay alguna razón para que el Ejército anunciara que iba al País Vasco a desinfectar el aeropuerto de Bilbao y luego no lo hiciera... ni, por supuesto, qué es lo que hace que España presente una curva de infectados y muertos mucho peor que la que tenía Italia en el mismo día de su brote, o de las previsiones del propio Fernando Simón hace dos semanas, cuando se podía ir a las manifestaciones "si uno quería".
El epicentro de la pandemia
El virus, dijo Sánchez, tiene varias particularidades diferentes de los de la gripe común y es que se propaga mucho más deprisa que ésta y su letalidad es mas alta. Pero se le parece en que "ataca a los mayores ya las personas con patologías previas". Ésa fue su digresión más gráfica de la crisis sanitaria. "Debemos seguir confinados para ganarle la batalla, aguantar la ola y que la crisis temporal pase, que pasará", añadió.
Preguntado por la razón de que Italia y España sean hoy el epicentro mundial de la emergencia, el presidente recordó que todos los gobiernos han ido tomando decisiones al ritmo de los acontecimientos. Y que "esta crisis ya está en Alemania, en Francia, en Irán, en EEUU", no sólo en los dos países mediterráneos o China. Y que esas medidas ya son "extremas" en todas esas naciones para salvaguardar a los ciudadanos de los distintos países.
El jefe del Ejecutivo comparecía en el día que España había registrado 1.326 muertes por coronavirus, aumentando la cifra de casos positivos hasta los 24.924, según los datos ofrecidos en la mañana de este sábado por el Ministerio de Sanidad.
Sanidad ha comprado ya 640.000 test rápidos, que dan resultados en 15 minutos y que irán llegando a lo largo de los próximos días. La intención es llegar al millón. También se han adquirido 700 nuevos respiradores. Sánchez ha adelantado que en los próximos días se repartirán 1.300.000 mascarillas entre las comunidades autónomas, tanto para profesionales sanitarios como para afectados.
El presidente ha avanzado que tanto Sanidad como el Ministerio de Industria están trabajando para que no haya desabastecimiento de estos materiales y que serán "producto español".
Y es que, dijo, "la humanidad no estaba preparada para esta pandemia".
Eso sí, para arengar a los 47 millones de españoles, muchos de los cuales habían salido minutos antes a los balcones a golpear cacerolas contra la gestión de la crisis, dio un rayo de esperanza: "Cuanto más conocemos al enemigo, nos adaptamos para ser más eficaces".