Las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2019 convirtieron a Madrid en el mayor objeto de deseo para todos los partidos políticos. La izquierda quería mantener a toda costa a Manuela Carmena en el Palacio de Cibeles y, con la salida abrupta del tablero político de Cristina Cifuentes, los conservadores, con Pablo Casado recién llegado a la presidencia del PP, luchaban por no perder la Comunidad de Madrid.
Los números no dieron una mayoría suficiente a ningún partido para formar un gobierno monocolor y Albert Rivera ofreció por primera vez los resultados de Ciudadanos para coaligarse con el Partido Popular y estrenar los primeros gobiernos en coalición entre los dos partidos. Así, Isabel Díaz Ayuso (PP) conseguía ser presidenta de la Comunidad de Madrid e Ignacio Aguado (Cs) su vicepresidente mientras que Carmena tuvo que salir de Cibeles y ceder su silla a José Luis Martínez-Almeida (PP), que nombró como 'número dos' a Begoña Villacís (Cs).
La legislatura arrancó y pronto se dejó constancia de la buena sintonía que unía a Almeida y a su vicealcaldesa. "Ellos siempre se han llevado bien. Han estado cuatro años haciendo oposición a Carmena porque el PSOE no existía y han hecho mil acciones juntos", destacan desde los dos equipos de gobierno de la Alcaldía de Madrid. En el caso de Ayuso y Aguado, sin embargo, la relación ha sido mucho más fría desde que formaron un único equipo.
Dos gobiernos, dos caminos
Nadie esperaba la llegada de la Covid-19, que hizo volar por los aires todos los proyectos planeados para la presente legislatura. La crisis se ha cebado particularmente en Madrid, la comunidad con más contagios y muertes de España, poniendo a prueba también la resistencia de los dos gobiernos de coalición, el de la Real Casa de Correos (sede de la Comunidad de Madrid) y el de Palacio de Cibeles (casa del Ayuntamiento). Los dos equipos han demostrado ser como el agua y el aceite: mientras la popularidad de Almeida se dispara y su relación con Villacís se refuerza, Ayuso y Aguado han pasado de ser socios naturales a convertirse en su principal oposición.
En el Palacio de Cibeles se respira tranquilidad y confianza, a pesar de que ha habido días en los que la ciudad se ha visto sobrepasada por los acontecimientos. Almeida y Villacís hablan "muchas veces" todos los días y no hay una sola medida decretada que no haya sido previamente consensuada. "Son un equipo y trabajan como tal", reconocen fuentes desde el entorno más cercano de los mandatarios madrileños.
El 6 de marzo Almeida y Villacís ofrecieron la primera rueda de prensa conjunta sobre el coronavirus. En todas las comparecencias posteriores a las juntas de Gobierno han vuelto a ofrecer unidos toda la información que se solicitase. El objetivo es trasladar a los madrileños una imagen de ayuntamiento cohesionado que trabaja compacto en el momento más difícil de los últimos tiempos.
Desde que estalló esta crisis, Almeida y Villacís consensuaron repartirse el trabajo por áreas, cada uno pilota las que le corresponde, pero también han encontrado tiempo para aparcar sus quehaceres diarios y visitar a los que están en primera línea de batalla. Alcalde y vicealcaldesa han visitado juntos el hospital de Ifema y el Gregorio Marañón; fueron a un polideportivo del distrito de Arganzuela y acudieron a la vez a la Casa de Campo para recibir el material sanitario procedente de China que tenía como destino Madrid capital. Fuentes de los dos equipos coinciden en el diagnóstico: "Son un único equipo de Gobierno".
Alcalde y vicealcaldesa se citan personalmente cada dos días en el Palacio de Cibeles para reunirse por videoconferencia con los portavoces de la oposición: Pepu Hernández (PSOE), Rita Maestre (Mas País) y Javier Ortega Smith (Vox) o su sustituto el tiempo que estuvo en cuarentena por haber dado positivo en Covid. Este viernes se celebra un pleno en el Palacio de Cibeles y cada uno ha preparado su comparecencia para explicar cada decisión que se ha tomado en cada área. "Es importante que haya máxima transparencia. Y lealtad, también lealtad", deslizan, a modo de advertencia para que la apunten sus compañeros de la Real Casa de Correos.
El mando único
A diferencia de Madrid capital, el equipo de Gobierno de la Comunidad de Madrid transmite una imagen de frialdad, descoordinación y de una falsa unidad. Desde los dos equipos que conforman el Ejecutivo regional son incapaces ya de esconder las diferencias internas, aunque intentan mitigar la escalada real de tensión que se sufre de puertas hacia dentro. La propia Isabel Díaz Ayuso ha reconocido que, como en las mejores familias, "puede haber disparidad de opiniones en algún momento", pero quieren evitar darle más importancia y desde sus entornos maquillan la pésima relación real que mantienen: "Tienen una comunicación diaria y muy fluida", argumentan desde las direcciones de ambos equipos.
La tensión estalló cuando Ayuso decidió pasar las competencias de las residencias de mayores de la Consejería de Asuntos Sociales (dirigida por Ciudadanos) a Sanidad, un departamento a manos del PP. Presidencia lo justifica con que la situación era tan complicada que era "imprescindible un mando único que pilotara la gestión", pero alegan que en ningún caso fue para despojar a los naranjas de competencias que son suyas.
El equipo naranja lo sintió como un desplante, como la manea que encontró el PP para despojar a Ciudadanos de la poca capacidad real de gestión de la crisis que tenía hasta entonces. Tras arrebatarle la gestión de las residencias, el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero (Cs) ha criticado abiertamente que la Comunidad de Madrid envíe efectivos del Samur-Protección Civil a Soria y Segovia en lugar de "reforzar la presencia de personal sanitario en residencias de mayores" de la propia región. El vicepresidente Aguado echó más leña al fuego a esta teoría apuntando que los centros de mayores "no están diseñados para crisis sanitarias porque muchas ni siquiera tienen médico". También ha reprochado ante los micrófonos que no se escuche "al titular del área, que es el que sabe lo que pasa" en otra crítica velada contra el mando único impuesto por Ayuso.
Los niños, sin calle
Aguado llevó este miércoles al Consejo de Gobierno la propuesta de que los niños de Madrid puedan salir a dar un paseo corto a partir del 26 de abril, que es el día que termina el estado de alarma si no se solicita una nueva prórroga la semana que viene. La iniciativa no prosperó, fue tumbada en la reunión gubernamental gracias a la mayoría del PP: "La Consejería de Sanidad está por salvar vidas, cualquier medida que se tome debe estar avalada previamente por los expertos", alegan desde el Ejecutivo autonómico para enterrar la propuesta del vicepresidente, al que afean haberla anunciado antes de consensuarla en la Junta de Gobierno. Desde el equipo de Aguado creen que, en el fondo, hay "una obsesión" por parte de Ayuso por "tapar" al portavoz del Gobierno y frenar su proyección. En su entorno aseguran que el equipo de Ayuso le prohibía hasta ofrecer ruedas de prensa.
Desde que dio positivo en Covid, Ayuso ha pasado la cuarentena encerrada en un apartahotel. Superado ya el coronavirus, esta semana retomó su agenda. En apenas unos días la presidenta de Madrid ha visitado ya en dos ocasiones Ifema, el recinto ferial reconvertido en un gran centro hospitalario de campaña y se ha fotografiado en el aeropuerto de Barajas recibiendo un avión con material sanitario procedente de China. De momento, no hay ni una sola imagen juntos de Ayuso y Aguado en el tiempo que dura ya esta crisis, y sus respectivas agendas adelantan que cada uno seguirá dando la batalla por su cuenta. Para los próximos días no hay reservada ninguna convocatoria conjunta.