La consejera de Sanidad valenciana, Ana Barceló, comparece este miércoles en la comisión permanente del Parlamento autonómico para rendir cuentas sobre la gestión de la crisis sanitaria por la Covid-19. La región tiene un 17% de sanitarios contagiados, por encima de la media nacional (15%), y desde los principales sindicatos y colegios de médicos se han mostrado muy críticos por el retraso de las medidas anticontagio y la falta de material. Algunos agentes sociales, como el Sindicato Médico (CESM-CV), pidió incluso la dimisión de la consejera.
Por su parte, el PP aprovechará el pleno para pedir a Barceló que explique los “errores” en la adquisición de material sanitario, como las mascarillas de albañil compradas a una empresa brasileña sin homologación o las mascarillas compradas en China que también han resultado defectuosas. “Dice que se han usado 1.068, pero no sabe decir dónde están las 15.000 restantes”, explica el portavoz en Sanidad del PP José Juan Zaplana.
Como publicó este medio, la Generalitat valenciana compró 16.000 mascarillas que repartió entre el personal sanitario pese a que su utilidad era para tareas relacionadas con la construcción. En el mismo envoltorio de cada unidad aparece que son del tipo PFF2 en lugar de FFP2. Se trata de un criterio internacional para cualquier comprador pueda saber que el producto que adquiere es el que busca y que está homologado y certificado por las agencias de medicina y productos sanitarios, pero el Ejecutivo de Ximo Puig erró en su compra.
Además, al personal médico que durante días ha estado utilizando este material que ha resultado fraudulento tampoco les han realizado tests PCR para detectar si habían sido contagiados. “Solamente a 60 sanitarios se les ha practicado el test”, añaden desde los partidos de la oposición.
El malestar con la consejera de Sanidad se extiende desde hace semanas. Sus desafortunadas palabras afirmando que los contagios entre el personal médico se pudo haber dado a causa de su actividad privada extrahospitalaria generó un alud de críticas entre los principales sindicatos. La consejera se retractó después de las reacciones que se produjeron, las cartas que los colegios profesionales le remitieron así como la organización por redes sociales de una cacerolada en su contra.
A estos diferentes lotes de mascarillas fallidas se le suma la adquisición de unos buzos de protección procedentes de China que traían cucarachas dentro. Sin saber que el material contenía insectos, el Consell pidió a los colectivos de costureras convertir esos buzos en batas debido a la ausencia de material para evitar el contagio.
En la misma línea, el hospital de campaña anunciado por Puig a finales de marzo sigue sin poder acoger a pacientes afectados por el coronavirus. Todos estos fallos en la gestión apuntan al gobierno de Puig y, en particular, a la consejera Barceló. De momento el PP evita pedir su dimisión. Pero el asunto no acaba aquí.