El PNV ha dicho basta. La filtración por parte de Ajuria Enea de su hartazgo con Pedro Sánchez convierte en oficial lo que hasta hace sólo una semana era una sospecha. El unilateralismo del presidente del Gobierno y su decisión de que la estructura administrativa base del plan de desescalada sea la provincia, y no la comunidad, ha rebosado el vaso de la paciencia de Iñigo Urkullu.
A día de hoy, Pedro Sánchez ni siquiera tiene asegurado el apoyo del PNV a la nueva prórroga del estado de alarma que el presidente tenía pensado solicitar al Congreso la semana que viene. Urkullu ha pedido, de hecho, levantar ya el estado de alarma y que la desescalada sea diseñada y gestionada por las comunidades, sin el control del Gobierno central y de acuerdo a las competencias reconocidas por la legislación.
Pero el movimiento del PNV va mucho más allá de su disgusto con lo que los nacionalistas vascos interpretan como un afán recentralizador de Sánchez con la excusa del mando único.
No es un farol
Según fuentes de la oposición constitucionalista vasca, el PNV no está lanzando un farol. "Si se alejan de Sánchez es que lo dan por amortizado" dicen. Que Urkullu baraje como posible fecha para las elecciones autonómicas vascas el próximo 12 o 19 de julio abona esa tesis.
La fecha de los comicios ha sido escogida con mimo por Urkullu. No es la fecha deseada por Bildu, que habría preferido el mes de septiembre para coincidir con las elecciones autonómicas catalanas y poder centrar la campaña en el eje nacional. Pero para el PSE, julio es el peor mes de todos los posibles.
Según fuentes de la oposición constitucionalista vasca, Idoia Mendia, secretaria general del PSE y socia de gobierno del PNV, habría respondido al anuncio de las fechas barajadas por Urkullu con la afirmación de que estas son "una amenaza" para el socialismo vasco.
Retrasar la fecha de las elecciones autonómicas hasta otoño habría permitido al socialismo vasco coger aire. Pero si las elecciones se celebran en julio, el castigo electoral al PSE por la deficiente gestión de la epidemia del PSOE podría ser demoledor. El castigo no sería tampoco menor para Podemos, que podría ver a buena parte de sus votantes fugarse a Bildu.
Es de prever, en definitiva, que unas elecciones en julio refuercen al nacionalismo vasco y castiguen severamente a PSOE y Podemos.
Un síntoma clave
El apoyo del PNV en el Congreso de los Diputados es clave para Sánchez porque es este el que le permite mantener su fantasía de transversalidad ideológica. Sin el PNV, los apoyos del presidente se limitan a Podemos, a los partidos de la extrema izquierda nacionalista como ERC y Bildu, y a algunos pequeños partidos cantonalistas.
El PNV apoyó a Pedro Sánchez en la moción de censura a Rajoy y en su investidura del pasado mes de enero, tras las elecciones de noviembre de 2019. El apoyo del PNV es además una de los indicativos más claros y fiables de la fortaleza de un presidente del Gobierno español, ya sea este del PSOE o del PP.
El PNV abandonó a José Luis Rodríguez Zapatero cuando su gobierno amenazaba ruina. También dejó caer a Mariano Rajoy en la moción de censura de 2018. Lo hizo sólo unos días después de aprobar sus Presupuestos Generales del Estado y a cambio del compromiso de Sánchez de no convocar elecciones generales inmediatas. Elecciones que podrían haber dado las llaves de la Moncloa a Ciudadanos.
Lejos de Sánchez
"El PNV necesita como agua de mayo distanciarse del PSOE para que los problemas de gestión de los que son corresponsables por aupar a Sánchez a la Moncloa no les salpiquen en las próximas elecciones" dicen fuentes del PP. "Problemas de gestión que en el País Vasco pesarán mucho, puesto que gran parte del electorado del PNV vota gestión, no nacionalismo".
Pero como Sánchez en el Congreso de los Diputados, también Urkullu debe hacer equilibrismos en el Parlamento autonómico vasco. "De momento, PNV y PSE se necesitan" dicen en el PP. "Pero sólo de momento. Aquí el PNV necesita al PSE para gobernar porque la mayoría absoluta con la epidemia de Covid-19 y la crisis del vertedero de Zaldibar es una quimera".
El PNV no tiene alternativas al PSE, dada la debilidad actual del PP en el País Vasco. "Gobernar apoyándose en Bildu o en Podemos implica renunciar a su electorado moderado. Saben que Sanchez está amortizado, pero no pueden vivir sin el PSE. Lo que ocurre es que el PNV busca un enfrentamiento con Sánchez porque el presidente simboliza al PSOE y a Podemos al mismo tiempo, y eso les permite presentarse como ajenos a la mala gestión de la epidemia".
Pero si en algo confía el PP es en la capacidad del PNV para detectar la debilidad ajena. "El PNV es experto en saber cuándo alguien va a caer. Y ahora creen que Sanchez va a caer", dicen en la sede de los populares vascos.
Los caminos de Sánchez y PNV han empezado a separarse y las elecciones vascas serán clave para determinar la viabilidad futura del gobierno de PSOE y Podemos. Un buen resultado del PNV y uno malo del PSE podría sentenciar al presidente del Gobierno.