1. "¿Está usted llamando a la sublevación de la Guardia Civil?" le preguntó el pasado miércoles Pablo Iglesias al secretario general del PP, Teodoro García Egea, en el Congreso de los Diputados.
2. "A ustedes les gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreven" le dijo ayer jueves a Iván Espinosa de los Monteros durante su intervención en la Comisión para la Reconstrucción.
3. La insistencia del vicepresidente segundo en la idea de un golpe de Estado por parte de la derecha tiene dos objetivos. El primero es reventar la Comisión de Reconstrucción. Una herramienta de Nadia Calviño que a Iglesias le interesa sobremanera torpedear.
4. Sin una Comisión de Reconstrucción exitosa, es decir, sin el aval de un pacto entre las principales fuerzas políticas españolas, y muy singularmente entre el PSOE y el PP, la ministra de Asuntos Económicos tendrá mucho más difícil la negociación con una UE a la que nada complacería más que la salida de Podemos del Gobierno.
5. Aislando a Pedro Sánchez de posibles aliados razonables como el PP, Ciudadanos o la UE, Iglesias está condenando al presidente a depender única y exclusivamente de su apoyo y de los votos de los nacionalistas vascos y catalanes.
6. La Comisión de Reconstrucción, a día de hoy, está rota. Si alguien dio ayer jueves un golpe de Estado contra los españoles, ese fue Pablo Iglesias.
7. La afirmación anterior se explica rápido. No habrá salida de la crisis sin las ayudas de la UE. Los salarios, los trabajos y las empresas de millones de españoles dependen de esas ayudas que ayer jueves Iglesias encareció de forma exponencial.
8. Como bien dijo Cayetana Álvarez de Toledo el miércoles, la prima de riesgo española lleva el nombre de Pablo Iglesias.
9. El segundo objetivo de Pablo Iglesias es garantizar su permanencia en el Gobierno aglutinando a nacionalistas, populistas y radicales de extrema izquierda en contra de un enemigo común: una derecha intrínsecamente golpista y siempre al borde de la asonada.
10. Asonada que sólo existe en la cabeza del líder de Podemos, pero que este seguirá agitando como un espantapájaros cada vez que su influencia sobre el presidente se debilite.
11. Dado que ese golpe de Estado no se ejecutará jamás –la España de 2020 no es la España de 1936 y ni siquiera la de 1981– Iglesias podrá seguir recurriendo al espantapájaros todas las veces que lo crea necesario. "No hay golpe de Estado, pero podría haberlo: sólo les falta el coraje para llevarlo a cabo".
13. La insistencia de Pablo Iglesias en la idea de un golpe de Estado de la derecha tiene otro matiz inquietante. Porque el que parece desear un golpe de Estado de la derecha es él. No Teodoro García Egea ni Iván Espinosa de los Monteros.
14. A ese juego ya jugaron los radicales de extrema izquierda y de extrema derecha en 1936.
15. Los primeros buscaron forzar un golpe de las derechas en la creencia de que este sería rápidamente sofocado por el Ejército Popular de la República.
16. El objetivo era erradicar a las derechas, y a los sectores de la sociedad civil asociados a ellas, como los empresarios, los banqueros, la burguesía o los altos funcionarios, del escenario político español.
16. Los segundos ejecutaron el golpe de Estado y llevaron a cabo el plan inverso. Era el octavo golpe que sufría la II República. La diferencia con los anteriores es que este triunfó.
17. Si cualquiera de los anteriores, que corrieron a cargo tanto de las derechas como de las izquierdas como de los nacionalismos, hubiera triunfado, el resultado también habría sido con total seguridad un régimen autoritario. El destino de España estaba escrito mucho antes de julio de 1936. Sólo faltaba por decidir el signo político del dictador.
18. ¿Qué es hoy un golpe de Estado? En España, un golpe a la vieja usanza, es decir un golpe militar, es inconcebible. Para dar un golpe hacen falta golpistas y en España no los hay.
19. No es inconcebible sin embargo la idea de un golpe de funcionarios como el ejecutado por el catalanismo en septiembre y octubre de 2017. Un golpe posmoderno, en acertada definición de Daniel Gascón.
20. O no tan moderno. Curzio Malaparte ya previó en su libro Técnica del golpe de Estado, de 1931, la posibilidad de un golpe contra el orden democrático ejecutado por funcionarios del Estado. Ese fue, de hecho, el tipo de golpe ejecutado por Adolf Hitler en Alemania tras el incendio del Reichstag.
21. En estos momentos, y especulando en el terreno de la política ficción, Pablo Iglesias tendría mucho más fácil que Pablo Casado o Santiago Abascal ejecutar un golpe de Estado como el llevado a cabo por ERC y JxCAT en 2017.
22. Los golpes posmodernos se ejecutan hoy desde el poder y contra la oposición y el orden constitucional, no desde la oposición y contra el poder en favor del orden constitucional, que sería el tipo de golpe que –de nuevo en el terreno de la ficción– podría interesarle a la derecha española.
23. El problema con Pablo Iglesias es que su insistencia en volar cualquier tipo de puente con la oposición y la UE acabará redundando sin duda alguna en un empeoramiento de la calidad de vida de los españoles.
24. Ese empeoramiento será tanto económico como social. La crispación de la convivencia no suele salir gratis y las palabras pesan. Más aún si se pronuncian desde la Moncloa.
24. ¿Está Pablo Iglesias, en fin, acusando a Vox y PP de querencias golpistas para justificar la adopción de medidas radicales?
25. ¿Quizá un cambio de régimen por la vía de los hechos consumados y que aprovecharía la crisis económica y sanitaria provocada por la epidemia de Covid-19 para conseguir aquello que jamás podría conseguir partido alguno, ni de derechas ni de izquierdas, en las urnas?
26. A ese juego siempre suelen jugar dos. La historia española está llena de ejemplos de ello. La responsabilidad de Pablo Iglesias es mayor que la de la oposición por razones obvias. Pero ciertos sectores de la derecha han hecho también bandera de un lenguaje que atribuye a la izquierda querencias golpistas similares a las que Iglesias les atribuye a ellos.
27. Por más indignante que sea, la manipulación de las instituciones o el uso y abuso de la propaganda no es un golpe de Estado. Podrá ser políticamente intolerable, pero no es un golpe de Estado. Especialmente desde que el Tribunal Constitucional consagró en 2001 la tesis de que España no es una democracia militante.
28. Las continuas llamadas a una intervención del rey o a una "reacción" de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado por parte de la derecha radical no sólo no sirven de nada sino que resultan contraproducentes, alimentan las fantasías de Iglesias, ahuyentan al votante moderado y movilizan a la extrema izquierda.
29. A día de hoy, un golpe de Estado es impensable en España. La degeneración de la calidad de nuestra democracia es, sin embargo, un peligro muy real.
30. Una reflexión final. Las condiciones de la UE para el rescate de España, ese plan de reformas que Pedro Sánchez deberá enviar a Bruselas en octubre, son en la práctica el programa económico del PP o Ciudadanos. No del PSOE, que ha ganado las elecciones, o de Podemos, que cogobierna en Moncloa.
31. Independientemente de que esas medidas sean las necesarias para la recuperación económica de España –lo son– lo cierto es que, desde un punto de vista estrictamente político, suponen una enmienda a la totalidad de lo decidido por los españoles en las urnas el pasado noviembre de 2019. La democracia es también el derecho de los ciudadanos a escoger su ruina.
32. Dicho de otra manera. Si Pablo Iglesias o Pablo Casado o Pedro Sánchez o Santiago Abascal quisieran dar hoy un golpe de Estado, deberían darlo en Bruselas. No en España, donde la soberanía se reduce día a día.
33. Pero sólo imaginemos una Bruselas abiertamente socialista imponiendo un programa de gasto desorbitado, subvenciones sin ton ni son e incremento de la deuda a un Ejecutivo español liberal. ¿Lo aceptaríamos? El debate es interesante.