Antisemita es aquel que "muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia", según la RAE. Aunque el antisemitismo es un fenómeno asociado tradicionalmente a la extrema derecha, la izquierda radical europea se ha aproximado mucho a sus tesis en los últimos años. De ahí que sus ataques al Estado de Israel, concebido como colectividad judía, sean constantes.
El caso de la Comunidad Valenciana resulta paradigmático. Ahí, PSOE, Compromís y Podemos han colaborado en los últimos años con el grupo nacionalista y antisemita BDS País Valencià, que aboga por el boicot como “herramienta pacífica” contra Israel.
Una resolución adoptada por el Bundestag alemán en mayo de 2019 declaró que "el discurso y los métodos del movimiento BDS son antisemitas" y se comprometió a "no apoyar financieramente a las organizaciones que cuestionan el derecho de Israel a existir, proyectos que requieren el boicot de Israel, u organizaciones que apoyan activamente el BDS”.
Pese a todo ello, el pasado mes de mayo, el Gobierno valenciano (presidido por el socialista Ximo Puig) anunció un curso de formación sobre "Judeofobia e islamofobia" organizado por BDS País Valencià. “Es como si ponen a dar clases de antirracismo a un miembro del Ku Klux Klan”, lamentaba entonces el colectivo judío ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio).
El caso provocó un revuelo que a punto estuvo de costar una crisis diplomática. La Generalitat valenciana se vio obligada a recular y canceló el curso. Sin embargo, desde la Consejeria de Educación aseguraron que la decisión se debía a “criterios exclusivamente técnicos” dentro de una “reprogramación general” debido al cambio de prioridades formativas por el coronavirus.
"Vicent Marzà [conseller de Educación] se descuelga con motivos técnicos que son mentiras e incongruencias, pero ni acepta el error ni condena al BDS. Ahí es donde se ve que están en connivencia", denuncian desde ACOM.
Más allá de aquel episodio, un repaso a la actividad política valenciana de los últimos años evidencia que, lejos de tratarse de un error o de un caso aislado, estamos ante un eslabón más de una cadena de pactos entre la izquierda valenciana y el grupo radical antisemita para promover el boicot a Israel. ¿De dónde nace esta connivencia? Vayamos por partes.
BDS País Valencià (Boicot, Desinversiones y Sanciones) es una asociación nacionalista y antisemita que no figura en el registro legal. El colectivo tiene a nueve de sus miembros sentados en el banquillo por graves delitos de acoso, coacción y agresión. Entre ellos está Jorge Ramos Tolosa, uno de los ponentes del curso que se suspendió, que es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia.
Socios desde el Botànic
Esta complicidad entre la izquierda valenciana y el antisemitismo canalizado en BDS País Valencià comienza en el año 2015, cuando tuvo lugar el pacto del Botànic, en el que el PSOE, Compromís y Podemos se repartieron el poder en la Comunidad Valenciana.
En verano de 2015, fue responsable del chantaje al cantante norteamericano de origen hebreo Matisyahu en el festival musical Rototom Sunsplash de Benicàssim. Las insistentes presiones del grupo nacionalista provocaron la cancelación del evento.
BDS País Valencià también fue responsable de que ayuntamientos y diputaciones valencianos promovieran la aprobación de mociones discriminatorias contra los judíos asociándose a la campaña Espacio Libre de Apartheid Israelí (ELAI) del Movimiento BDS.
Concretamente, la Diputación de Valencia y una docena de ayuntamientos regidos por la izquierda promovieron el boicot a los productos de Israel con el apoyo de PSOE, Compromís, Podemos y Esquerra Unida. Esas iniciativas han sido tumbadas en muchos casos por los tribunales por ser inconstitucionales.
Un problema nacional
Aunque el caso valenciano resulte paradigmático, la relación de la izquierda con el antisemitismo extiende sus raíces por todo el país: Avilés, Barcelona, Cádiz, Gijón, Pamplona, Santiago de Compostela… entre otros ayuntamientos. Así, hasta llegar a las 92 instituciones que han sido declaradas Espacios Libres de Apartheid Israelí (ELAI). Es decir, consistorios que han aprobado no contratar a ninguna empresa, producto, entidad y organización israelíes o que tuvieran relación con el pueblo judío.
Esta persecución antisemita ha sido denunciada a lo largo de estos años por el colectivo judío ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio), que ha logrado revocar judicialmente 67 de los 92 acuerdos discriminatorios alcanzados entre BDS y formaciones de izquierda. Estos incluyen ayuntamientos, diputaciones, cabildos y una universidad.
Rosa Reigía, responsable de Relaciones Institucionales y Políticas de ACOM, explica a EL ESPAÑOL que estas iniciativas antisemitas se llevan produciendo “desde 2015, cuando Podemos llegó al poder de manera local”.
“Podemos siempre está metido en el ajo. Es un grupo muy en la extrema izquierda y, por tanto, muy cercano a los postulados del BDS. Pablo Iglesias dijo en TVE que Israel era un Estado criminal y homicida. Eso está directamente catalogado como antisemitismo”, sostiene Reigía.
Si atendemos al patrón habitual del BDS, el grupo antisemita ha encontrado siempre como aliados políticos al separatismo y a la extrema izquierda, con la mirada permisiva de los socialistas.
Esto tiene una explicación, según Reigía: “El BDS es muy hábil en el uso del léxico. Hablan de justicia, derechos humanos… y eso conecta con la especial sensibilidad de la izquierda. La izquierda radical mundial es muy antisemita, está en contra del Estado de Israel”. Y añade: “La extrema derecha ha sido y sigue siendo antisemita, pero el surgimiento de este tipo de movimientos en la extrema izquierda no es nuevo. Los extremos se tocan”.
Con respecto al caso valenciano y la especial influencia que ahí ha tenido BDS en los consistorios donde gobierna la izquierda, la responsable de Relaciones Institucionales y Políticas de ACOM lo explica a partir de la “fuerte aparición de Podemos en el poder local, gracias a la complicidad de Compromís y con la colaboración del PSOE”.
En esta línea, Rosa Reigía dice que “en Valencia ha habido personajes relevantes que pertenecían al BDS y a la Generalitat Valenciana simultáneamente, como Jorge Ramos".
Reigía continúa su análisis: “Se han confabulado la izquierda, el separatismo y el BDS. Los círculos de la extrema izquierda y el BDS se superponen; ambos llegan al mismo lugar”.
El BDS, en palabras de Reigía, trata de equiparar lo que sucede en Israel con el apartheid de Sudáfrica: “Intentar equiparar estas dos realidades es un punto de vista engañoso. Es muy hábil porque te ponen en un marco referencial de discriminación, pero cuando rascas ves que no es real, que hay algo más. Su objetivo es la destrucción del Estado de Israel.
"Tienen odio al judío, nada tiene que ver con otras realidades que intentan vender. El cantante Matisyahu es norteamericano, no israelí, lo que demuestra que le boicotearon por judío”, concluye.
Izquierda y antisemitismo
Históricamente, se pueden distinguir tres etapas del antisemitismo. Así lo advirtió Luis Castellví Laukamp, investigador postdoctoral Humboldt de la Universidad de Heidelberg, en este medio. Las tres etapas son:
1.- Durante la Edad Media, se odió al llamado "pueblo deicida" por su religión.
2.- En el siglo XIX y primera mitad del XX, proliferaron las teorías pseudocientíficas sobre la inferioridad de los judíos, a quienes se odió por su "raza". Entonces, la palabra tenía connotaciones culturales y nacionales, además de biologicistas.
3.- De 1948 en adelante, el odio a los judíos se expresa a través de los ataques al Estado de Israel.
Esta clasificación histórica, sistematizada por el rabino y filósofo Jonathan Sacks, está ratificada por ejemplos recientes en España. En abril de 2018, Pablo Iglesias moderó una tertulia sobre "El poder sionista en EEUU". Entre las aportaciones de sus invitados destacan: "Uno se puede preguntar si el lobby proisraelí dirige la política estadounidense"; "Desde Goldman Sachs hasta las grandes entidades financieras de Wall Street, prácticamente todas están en manos de los judíos".
Mes y medio después, el actual vicepresidente del Gobierno dedicó otro programa de televisión al conflicto isrelí-palestino. Como título, escogió: "Israel quiere a Palestina muerta". El contenido fue polémico, como se infiere por el título y, aún más, por las intervenciones: "Israel es un peligro para Europa"; "Los palestinos se enfrentan a una de las entidades más violentas del mundo". Por su parte, Pablo Iglesias denunció el "proyecto de derecha mundial" que está "normalizando" Israel.
Estas declaraciones parecen corresponderse con la definición de antisemitismo aceptada por IHRA (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto). En este sentido, denunciar políticas concretas del Estado de Israel es legítimo. Sin embargo, muchos de los ataques que se vierten sobre Israel desde la izquierda radical incurren en la demonización de Israel o, incluso, le niegan su derecho a existir.