Tánger

La Casa Real de Marruecos está llamando personalmente por teléfono a los ciudadanos hebreos de Ceuta y Melilla para que se instalen en las zonas empresariales fronterizas del país magrebí. Cerca de Beni Ensar y Castillejos.

Un empresario judío con dos líneas de negocio -venta y exportación de calzado en Melilla- explica a EL ESPAÑOL: "El pasado viernes 12 de junio recibí una llamada de un número muy largo, que tenía catorce dígitos más el prefijo marroquí, como de una centralita".

Al otro lado del auricular, un "funcionario y miembro de la Casa Real alauita" le hizo la siguiente oferta: "Suelo completamente gratis para hacer una inversión, bonificaciones dentro de los tributos de Marruecos, que además ya son más bajos que los españoles; y ayuda de gestión en la apertura e infraestructura”.

También se le ofrecieron contactos para exportar desde Marruecos a terceros países, siempre en el continente africano. En realidad, este empresario español ya mantenía buenas relaciones comerciales con el país vecino, exportando hasta un contenedor de mercancía a la semana, y enviando su producto desde allí a Sudáfrica y Cabo Verde.

El elegido, que prefiere no revelar su nombre, explica a este diario que, antes de esta proposición, ya había asistido a charlas y comidas informales en Marruecos, con delegados de Nador, donde se le informó de que “la zona se iba a potenciar económicamente".

¿De qué manera? "Implantando una aduana comercial que abasteciera la zona norte del Rif y así reforzar el entorno empresarial de Beni Ensar para relanzar las zonas portuarias". A estas reuniones, estuvieron invitados también españoles de origen marroquí, a los que se les ofrecieron las mismas ventajas y condiciones.

Por el momento, este empresario asegura que va a estudiar la oferta, y que le contestó al consejero real que “no es momento de tomar una decisión, pero que no descarta un encuentro futuro”. Ha quedado con él "en contactar vía telefónica e incluso en cerrar una reunión cuando termine la crisis sanitaria".

Sin embargo, confiesa a este periódico: "Le expliqué que no tenemos la vista puesta en Marruecos, que con la presión del país también ha descendido la economía en Melilla; y que nuestras expectativas económicas y de futuro pasan por irnos a Israel, donde además ya se han instalado mis hijos".

Grandes empresarios

En la conversación telefónica, recuerda que "el 80% de la exportación de Melilla entraba por la frontera de Marruecos, por la aduana comercial y a través de las porteadoras". Y en la ciudad, el 60% del comercio ha cerrado, sector al que se dedican principalmente los hebreos. Por eso, en la última década, la comunidad judía en Melilla ha descendido en un 70%, pasando de 7.000 residentes a alrededor de 600, unas cien familias.

El distribuidor de cervezas Amstel de Holanda a Melilla es otro de los empresarios contactados por la monarquía marroquí. Esta marca es muy popular entre los ciudadanos magrebíes que cruzan habitualmente la frontera para consumir alcohol. De hecho, cuando cambió su logotipo por la fusión de cerveceras de España, en Melilla descendió la venta, así que volvieron a recuperar la etiqueta antigua solo para la ciudad autónoma que exporta a Marruecos.

Estos empresarios son melillenses de origen marroquí, con padres o abuelos nacidos en el país vecino. Los antepasados se instalaron en la ciudad cuando España consintió, a mitad del siglo pasado, el paso clandestino del éxodo de 5.000 judíos del norte de África a la península, desde principalmente Casablanca, Tánger y Fez.

A pesar de que los empresarios españoles han preferido no desvelar la identidad del captador real marroquí, EL ESPAÑOL ha podido confirmar que se trata de André Azoulay (79 años), consejero de asuntos económicos y financieros del rey Mohamed VI desde 1991.

Azoulay es un político marroquí de origen judío sefardí, periodista de formación en Francia. En las últimas tres décadas ha participado en diversos movimientos y asociaciones para ayudar al proceso de diálogo y la reconciliación entre los árabes y los judíos. Y en España se le otorgó este año la medalla Andalucía 2020.

Los objetivos de Marruecos al atraer las inversiones de los hebreos son desarrollar una zona comercial con una aduana de importación y exportación cercana a las fronteras y puertos, vaciar las ciudades de Ceuta y Melilla para que se dirijan al turismo e implantar una zona de ocio en el norte con locales autorizados a dispensar alcohol dirigida a extranjeros que lleguen en cruceros.

Pero además se persigue otro fin: no solo se trata de inversiones y de que todo el negocio de las naves de comercio atípico de Melilla se trasladen a una aduana portuaria, también es clave la inversión judía para el desarrollo del turismo. “En el norte del país vecino se necesitan locales de ocio con alcohol que las autoridades marroquíes prefieren regenten extranjeros o judíos”, explican autoridades locales de la región de Nador.

Y en Melilla...

Desde Melilla, el presidente Eduardo de Castro apuntaba el 14 de junio en una comparecencia, tras la reunión de los líderes autonómicos con el presidente Pedro Sánchez, a un plan por parte de Marruecos "con un cierre de la aduana, la frontera y el comercio atípico".

En Marruecos, esta acogida se interpreta como parte de la historia y del diálogo interreligioso con la llegada al trono de Mohamed VI en 1999, que abrió una puerta a los judíos instalados principalmente en Europa. En los últimos tres años se ha producido un retorno a Marruecos de una parte de esta comunidad residente en países europeos, instalándose principalmente en las capitales económicas y administrativas, Casablanca y Rabat.

Según ha podido saber este medio, Azoulay también está contactando en las últimas semanas con mayoristas judíos de grandes marcas de artículos de droguería y perfumería instalados en Gibraltar para ofrecerles las mismas condiciones que a los melillenses y ceutíes.

En el país magrebí sigue residiendo la mayor comunidad de judíos del norte de África, alrededor de 3.000 personas. Además, es tierra de peregrinaciones anuales de miles de judíos de origen sefardí.

Este año se ha visto incluso el acercamiento personal de Mohamed VI a la comunidad hebrea. En el mes de enero, el monarca visitó Bayt Dakira en Essauira, un espacio espiritual y emblemático dedicado a la preservación de la memoria judeo-marroquí. Las fotografías del monarca y el israelí Yoshiyahu Pinto, el rabino principal en el país, recorrieron las portadas de los medios, y entonces ya se mencionó una aproximación en la sombra entre Rabat y Tel Aviv.