"Todo el mundo sabe quién consigue los acuerdos y es la única que le regala fotos de unidad al presidente"... y como todo el mundo lo sabe, Moncloa debe de pensar que no hace falta destacar más a Yolanda Díaz.
La segunda parte de la frase, la que no va entrecomillada, es la que deja colgando uno de los participantes del exitoso diálogo social. Este viernes, empresarios, sindicatos y la plana mayor del Gobierno -asesores incluidos para darle empaque de acto glorioso- se reunía en los jardines de Moncloa para celebrar que Pedro Sánchez tenía un nuevo compromiso que firmar con CEOE, Cepyme, CCOO y UGT: el Pacto por la Reactivación Económica y el Empleo.
En lo poco que va de legislatura, y con una pandemia mundial de por medio, Sánchez no ha tenido muchas alegrías: más de 28.000 muertos oficiales, cientos de miles de trabajadores en casa por desempleo o sometidos a ERTE, una caída del PIB de más del 5% en el primer trimestre...
En ese tiempo, sin embargo, ha tenido ocasión de hacerse al menos cuatro fotos sonrientes: el acuerdo para subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 950 euros, el pacto de los ERTE, el de su prórroga en mayo y, ahora, el que pretende ser la antesala de la reconstrucción del empleo a la vuelta de verano.
Pero como en las demás ocasiones, las fotos de este viernes eran inequívocas, y el vídeo también: Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, está al sol, en segunda fila, las imágenes la sitúan detrás de Pablo Iglesias cuya fisonomía, aunque se enfoque de lejos, es inconfundible. A la firma solmene van Gerardo Cuerva (Cepyme), Pepe Álvarez (UGT), Antonio Garamendi (CEOE), Unai Sordo (CCOO) y el jefe del Ejecutivo.
Más tarde, Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, está a la sombra, pero hay que localizarla, de espaldas, buscando su cabello recogido fuera de foco. Las cámaras oficiales de Moncloa se sitúan a la izquierda del atril, y enmarcan al orador y a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño; y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Incluso, se aprecia sin dificultad el gesto satisfecho de Iván Redondo, jefe de gabinete del presidente, y la mirada concentrada de Félix Bolaños, secretario general de Presidencia.
'Superviernes' de Calviño
La celebración del acto, bajo los hermosos olivos que enmarcan la escalinata del palacio, se encuadraba en una suerte de superviernes a mayor gloria del presidente y de su candidata a presidir el Eurogrupo, la vicepresidenta económica, omnipresente en los tiros de cámara y en las fotografías compartidas por los servicios oficiales de Presidencia. Sólo en 12 de las 90 imágenes enviadas por Moncloa a los medios aparece, y nunca en primer plano, la ministra de Trabajo.
Porque ésa fue otra: varios oradores y, entre ellos, Sánchez tuvieron una mención al inicio de sus discursos a la presencia de los presentes... y a la de los ausentes: "Agradezco también los medios de comunicación por su trabajo", apuntó el presidente. Y, sin embargo, él era consciente de que allí no había ningún periodista acreditado, ya que la Secretaría de Estado de Comunicación había advertido a la prensa en la mañana del viernes de que a pesar de celebrarse un Consejo de Ministros extraordinario, no estaba "prevista rueda de prensa posterior".
Es más, que Moncloa ofrecería "señal realizada" del acto de firma del acuerdo, y que éste tendría "cobertura gráfica" de sus fotógrafos oficiales. Por primera vez desde el 3 de junio de 2014, un Consejo de Ministros dejaba fuera a la prensa y sus contenidos no eran sometidos a las cuestiones de los periodistas. En aquella ocasión la reunión extraordinaria tampoco era poca cosa: aprobaba el proyecto de ley orgánica que reguló la abdicación del Rey Juan Carlos I.
Una situación similar, el esquinamiento de Díaz, se había dado ya el pasado 11 de mayo, cuando en uno de los salones de Moncloa el gabinete del presidente impidió que Díaz e Iglesias se colgaran la medalla del Pacto por el Empleo que prolongaba los ERTE hasta el 30 de junio. También entonces no se invitó a la prensa y la cobertura gráfica fue únicamente la oficial... pero en aquel momento se pudo alegar que España estaba confinada, que en Moncloa habían caído enfermos de Covid-19 hasta el médico y un escolta del presidente.
200 horas y casi sin personal
Los cuatro pactos labrados por Díaz en estos meses se han llevado, según las fuentes consultadas, más de 200 horas de reuniones con CEOE, Cepyme y sindicatos. "Yolanda lo lleva todo a la mesa de diálogo... hasta podría decirse que es más una negocianta que una ministra", bromea una de las personas que participa en las citas.
Y esto, además, pasando por unas circunstancias epidemiológicas similares a las descritas del Palacio de la Moncloa. Durante el pico más alto de la epidemia, la planta de la ministra en la sede de Trabajo vio reducido su personal de la veintena habitual a no más de cuatro personas, contándola a ella.
Después de editar una guía laboral para hacer frente al coronavirus en las empresas, Díaz recibió ataques hasta de Moncloa: "las decisiones en este aspecto se toman en el Ministerio de Sanidad, de Salvador Illa", llegó a decir una nota oficial. Y en todo caso fue la única de las ministras que no acudió a la marcha del 8-M. Una circunstancia que se ha querido usar para enfrentarla al resto del Gobierno, sobre todo cuando una juez de Madrid abrió diligencias contra el delegado del Gobierno en Madrid. Aunque la realidad es que, precisamente ese fin de semana, acababa de bajar su familia de Galicia a la capital.
Y eso fue una suerte, porque tal como se desarrollaron los acontecimientos, con el estado de alarma decretado el 14 de marzo, ni la ministra ni cualquier ciudadano podría haber cambiado de provincia durante los 101 días de confinamiento.
Desde que el Gobierno tomó posesión, la primera gran victoria del presidente fue la del SMI. La delegación de la CEOE confesó a este periódico que no tuvieron más remedio que tragar, porque la decisión era política. Estaba firmada en el pacto de coalición, y los empresarios acudían a las mesas del diálogo social sabiendo que o pactaban o el decreto se podría redactar sin sus aportaciones.
Pero según ha sabido EL ESPAÑOL ahí nació una línea directa de diálogo entre Antonio Garamendi, líder de los empresarios, y la ministra a la que más temían. La "comunista" que venía de la vida sindical en la Galicia industrializada siempre en crisis, la hija del líder de Comisiones, se reveló para el empresariado como una máquina de dialogar y acordar, "incluso en materias en las que ella podría legislar sin preguntar".
Así, durante los tres meses largos de confinamiento, y vía telemática, sindicatos, empresarios y la delegación de Trabajo, con Díaz al frente, tuvieron alrededor de 200 horas de reuniones. Citas todas las semanas para sacar adelante compromisos. Fuentes conocedoras del ritmo de trabajo de esas teleconferencias explican a este periódico que cada pacto ha llevado entre 10 y 12 cumbres, cada una de ellas de, al menos, cinco horas.