El pacto electoral del PP con Ciudadanos agoniza apenas cinco días después de las elecciones autonómicas vascas y gallegas. Todas las fuentes populares consultadas por EL ESPAÑOL coinciden en su diagnóstico: el pacto con los naranjas no ha sumado votos, ha hecho perder perfil al PP y ha cedido el flanco derecho del partido a Vox.
La contundente victoria por mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, que se opuso con vehemencia a un pacto con los de Inés Arrimadas, sumada a la también contundente caída electoral en el País Vasco, comunidad en la que PP y Ciudadanos se presentaban de la mano y donde se ha pasado de 129.248 (12,20%) a 60.299 votos (6,75%), ha supuesto un clavo más en el ataúd del pacto con los naranjas.
El PP no descarga en Ciudadanos todas las culpas del descalabro en el País Vasco. Los populares reconocen los errores cometidos en la autonomía, y entre esos errores la batalla pública de liderazgos entre Alfonso Alonso y Pablo Casado, pero también se muestran convencidos de que la coalición con Ciudadanos está tocada de muerte y debería ser finiquitada discretamente.
España Resta
De momento, la dirección del partido calla respecto a un posible pacto con Ciudadanos en Cataluña. Pero si hace unas semanas respondía con un sí rotundo a la idea de ese pacto, ahora se escabulle con evasivas. "De momento no hay convocadas elecciones. Veremos qué ocurre cuando Torra las convoque".
"España Suma es ahora España Resta" dice una fuente cercana a la dirección de Génova. "Los errores en los tiempos son incluso más graves en política que en gramática. Y el problema de la coalición con Ciudadanos es de tiempos. Lo que habría sido muy bueno en abril o mayo, o incluso antes de las elecciones de noviembre, se convierte en un error después del descalabro de Ciudadanos en esas elecciones".
"La apuesta de unir meriendas entre PP y Ciudadanos ya está caducada" añade la misma fuente. "Cuando los naranjas implosionan en noviembre, la alianza enmascara la caída en picado de Ciudadanos y nos hace perder perfil a nosotros. A día de hoy, Ciudadanos es un proyecto en busca de autor. Por un lado, pacta con el PSOE. Por otro lado, tiene acuerdos con el PP. Pero no es una apuesta ganadora".
Hibernación de Ciudadanos
En el PP ha empezado a cundir la idea de que la dirección del partido es más partidaria del pacto con Ciudadanos que los barones regionales y las propias bases del partido. "Es que la hostia que se pegó Albert Rivera no es normal, es de recomposición total del proyecto. Pasaron de ser posible partido de gobierno a tener diez escaños. Es probable que ellos pensaran lo mismo de nosotros después de abril".
"Ciudadanos está en estado de hibernación electoral. Los ciudadanos están a la espera con ellos, y por eso ha sido un error de libro la aventura en el País Vasco. Pactar con Arrimadas en Cataluña sería un despropósito inmenso. Ojalá nadie insista en ese pacto. Esa es la lección de las elecciones del pasado domingo" dicen desde el partido.
Pero la constatación del fracaso del pacto con Ciudadanos no es siquiera la peor noticia para el PP de las elecciones vascas del pasado domingo. Porque los seis diputados obtenidos, los cinco del domingo más el escaño obtenido tras el recuento del voto por correo, eran el peor de los resultados previstos por los populares.
Mala noticia a la que se ha sumado una segunda. La constatación de que el constitucionalismo de centroderecha ha empezado a desaparecer de dos de las tres provincias vascas, Vizcaya y Guipuzcoa, dejando a Álava como la única provincia de la comunidad que resiste, aunque de forma relativa, el empuje del nacionalismo. "Ni en Gerona hay una desafección tan radical hacia la Constitución" afirman en el PP.
Un partido roto
El PP vasco prefiere, sin embargo, centrarse en los errores propios más que en el pacto con Ciudadanos. "Hay espacio para el PP en el País Vasco, pero ha habido muchos errores de campaña. Si pones a Carlos Iturgaiz no puedes escoger como lema 'Un plan para el futuro'. Tuvo que venir Génova a media campaña a corregir el rumbo porque era todo muy antiguo".
"El partido está muy mal en el País Vasco. No hay partido. Todos se llevan mal. Sólo tienes que ver las imágenes de la presidenta, Amaya Fernández, durante la noche de las elecciones. Sin mascarilla y con una sonrisa de oreja a oreja. Eso te lo dice todo".
El nombre de la presidenta del PP vasco aparece varias veces en la conversación. En el partido no ha sentado bien su desafío a Pablo Casado frente a las cámaras de televisión durante un acto de campaña en Labastida. "Pablo Casado pidió que subieran al escenario todos los líderes del PP vasco y subieron todos menos Amaya, que se negó por tres veces. Pero, ¿a quién pones si la quitas a ella? La situación es insostenible".
En el PP vasco existe el convencimiento de que Carlos Iturgaiz "se ha comido un marrón". Pero también de que la culpa tiene muchos padres. "El desplome de Álava, por ejemplo, viene de varias cosas. Uno, que el partido está roto ahí. Dos, la salida de Javier Maroto, que llevaba el discurso de 'Vitoria en el corazón' y que se va a Castilla y León. Tres, la salida de Alfonso Alonso".
"Mira, en La Rioja alavesa nos hemos desplomado un 50%. Y la diferencia es que Ramón Rabanera era un tipo que se iba a visitar pueblos en zapatillas, mientras que Iñaki Oyarzabal [presidente del PP de Álava y director de la campaña electoral] se iba vestido de punta en blanco, acompañado de su perro, incapaz de mancharse los zapatos. Son cositas que van sumando, sumando. Iturgaiz no es un gran orador, pero es que no tiene partido" dicen en el PP vasco.
Refundación del PP vasco
Con todo, las críticas a Ciudadanos en el PP vasco son pocas y muy medidas. Colaboración sí, pero con una fórmula diferente. "La coalición con Ciudadanos se ha de analizar territorio a territorio. En el País Vasco, los constitucionalistas tenemos un problema enorme. Por eso hemos de ser capaces de recoger los votos de Ciudadanos y de Vox. El partido en el País Vasco debe refundarse junto a Ciudadanos".
Otras fuentes regionales del PP son más escépticas aún respecto al pacto con Ciudadanos y se muestran radicalmente en contra de cualquier acuerdo en Cataluña, que califican de "tiro en el pie". "La coalición con Ciudadanos en Cataluña sería un grave error. Ciudadanos es ahora socio prioritario de Pedro Sánchez. Eso le da una autopista a Vox si el partido se vuelve a dar la mano con Inés Arrimadas".
Las acusaciones son muchas. La tendencia de Ciudadanos a votar en el Parlamento autonómico catalán junto al PSC en detrimento del PP. Unos sondeos que hunden cada vez más a Ciudadanos, acortando su distancia con el PP. Y una cultura de pactos que, como demuestra lo ocurrido en la Comunidad de Madrid, concibe los acuerdos de coalición más como una suma de dos proyectos independientes que como un proyecto común.
Pero el reproche más contundente es el que acusa a Ciudadanos de "haberle tomado el pelo" al PP. Porque dos de los seis futuros diputados de la coalición PP+Cs en el País Vasco serán para Ciudadanos. Dos diputados de seis para un partido del que todos sospechan que no sólo no ha sumado, sino que ha restado votantes. El negocio es redondo para los naranjas y pésimo para el PP.
"Nos han colado un par de diputados en el País vasco que no tendrían ni de broma si se hubieran presentado en solitario. Han cabreado a Feijóo y de milagro no liquidan al PP catalán. Y a las primeras de cambio, pactan con Pedro Sánchez y se convierten en sus socios preferentes. ¡Son unos campeones!" dicen en el PP.
¿Desembarco de Feijóo?
La sintonía entre Feijóo y otros barones regionales como Juanma Moreno, presidente de Andalucía, y Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León, se supone total en relación al modelo de futuro para el PP. Y ese es un modelo en el que no tiene cabida Ciudadanos, al menos en pie de igualdad con el PP y conservando sus siglas.
Nadie en el partido da credibilidad, sin embargo, a la posibilidad de un futuro desembarco de Feijóo en Madrid. En el PP afirman que el presidente gallego sólo quiere hacer valer su peso a la hora de determinar la estrategia del partido y que Casado le concedió este miércoles su deseo, tanto en público como en privado, así que la posibilidad de un golpe de Estado destinado a derrocar al actual número uno se da por descartada.
Otros barones, como Fernando López Miras e Isabel Ayuso, se mueven en coordenadas más cercanas a Casado y, al menos en teoría, también más favorables al pacto con Ciudadanos.
Pero el hecho de que el gobierno de coalición en la Comunidad de Madrid no haya fluido como se esperaba por las suspicacias, las filtraciones y las puñaladas públicas y privadas entre ambos partidos ha dado un argumento de peso más a los contrarios a la alianza con los naranjas.
De las conversaciones con diferentes altos cargos del PP se deduce la idea de que no existe animadversión alguna en el PP contra Ciudadanos, más allá de los roces puntuales con Ignacio Aguado en Madrid. Pero también la de que el PP no debería convertirse en el salvavidas de Ciudadanos. Flota en Génova, en fin, el temor a que los naranjas se conviertan en un peso muerto que acabe arrastrando al PP en su caída. Pero la decisión no está tomada todavía.