La victoria del PNV en las elecciones vascas es el espejo en el que busca reflejarse la galaxia de formaciones en el centro derecha nacionalista catalán que el procés pulverizó tras el divorcio de Convergència i Unió (CiU). Desde el PDeCAT hasta el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), pasando por Lliga Democrática, felicitaron a los jertzales por sus 31 escaños que le garantizan su permanencia en Ajuria Enea.
El objetivo de esta nueva versión del catalanismo es recomponer de cara a las más que probables elecciones en Cataluña el próximo otoño este espacio posibilista que antaño había representado Convergència. Sin embargo, el escollo de este plan es Carles Puigdemont. El expresidente de la Generalitat sigue siendo el principal activo de Junts per Catalunya (JxCat) y no piensa renunciar a su estrategia de buscar la “confrontación con el Estado”.
A la espera de saber si el PDeCAT, principal heredero de la Convergència de Jordi Pujol, se presenta a los comicios junto a Puigdemont, el exmandatario catalán huido a Waterloo ya ha anunciado la presentación de su nuevo partido el 25 de julio. Puigdemont no está dispuesto a que le hagan la cama los de su propio espectro ideológico con escisiones y ante esta posibilidad redobla su apuesta con la puesta en marcha de una nueva formación.
Al mismo tiempo, el expresident cree que puede recuperar terreno frente a ERC -quien lidera la intención de voto en todos los sondeos- y, por esta razón, delegó en Quim Torra ese nuevo pulso con el Estado mediante la aprobación de un Decreto Ley para confinar Lérida que busca esquivar el veto judicial, que considera que la Generalitat no tiene competencias al respeto. Con este enésimo choque contra la justicia, Puigdemont busca capitalizar el voto nacionalista ante sus adversarios de ERC y volver a ganar protagonismo con sus tira y afloja con la justicia.
Las fuentes consultadas aseguran que en su mente están las elecciones en el Parlamento Europeo de 2019, cuando el propio Puigdemont logró imponerse a Oriol Junqueras (con el 28,52% de los sufragios frente al 21,19 %). El ahora eurodiputado es consciente de que facciones internas del PDeCAT lo quieren dar por amortizado, pero la ausencia de nuevos liderazgos garantiza su mando férreo sobre este espacio hasta al menos las próximas elecciones. Solo restará pendiente elegir a su candidato entre sus hombres de confianza.
"Gestión y moderación"
En paralelo, las nuevas formaciones que orbitan alrededor de este espacio de centro derecha no renuncian a erosionar las posibilidades de Puigdemont en los comicios autonómicos vendiendo “gestión” y “moderación”. Y más en la coyuntura actual, donde la crisis sanitaria del coronavirus, ha desplazado la cuestión identitaria en un segundo plano y están en juego los fondos de la Unión Europea.
Desde Lliga Democrática afirmaban en redes sociales que la “moderación se había impuesto” en Galicia y País Vasco e instaban a “los catalanes a emular a gallegos y vasco” en la próxima cita en las urnas.
Asimismo, en el mitin del final de campaña del PNV coincidieron en Bilbao Marta Pascal, nueva líder del PNC, y David Bonvehí, que busca la supervivencia del PDeCAT de la tentativa de OPA de Puigdemont. Si ambos dirigentes también reivindican la victoria de Íñigo Urkullu, el expresidente de la Generalitat ha llevado demasiado lejos su programa maximalista como para reflejarse en los jertzales.
Tampoco es ningún secreto que el PNV aspira a contar con un socio catalán con quien entenderse en Madrid y, de este modo, presionar al PSOE hacia medidas económicas que no pasen por la subida de impuestos. En este sentido, con ERC -alineado con EH Bildu en temas como la derogación de la reforma laboral-, no pueden contar. Y, al mismo tiempo, JxCat, en su deriva antisistema, ya no está interesado en jugar este papel.
Ruptura con Puigdemont
La relaciones entre Urkullu y Puigdemont hace tiempo que están rotas. Según relata el expresident en su libro escrito desde Bélgica, el lehendakari ocultó en su declaración como testigo ante el Tribunal Supremo en el juicio por el 1-O parte de la negociación. “Le faltó parte de la memoria o del relato”, relata Puigdemont.
Desde Ajuria Enea respondieron a sus palabras hablado de la "memoria envidiable" del lehendakari y recordaban que se había enviado más de trescientas páginas documentando sus gestiones durante el desafío secesionista al Archivo Histórico del País Vasco, la Fundación Sabino Arana y el archivo del monasterio de Poblet.
El 'error Ibarretxe'
El PNV es ahora en el País Vasco el partido de la moderación. Ni siquiera se plantea formar una mayoría soberanista con EH Bildu y se siente más cómodo pactando con los socialistas.
Después de la experiencia fallida de Juan José Ibarretxe, los jertzales evitan tomar riesgos y aplazar cualquier propuesta de autodeterminación de la región. Su apuesta da resultados en las urnas. Y en Cataluña, después del despeño de Convergència con el procés, el nacionalismo moderado lo mira como ejemplo a seguir.