Decir que diez escaños pesan tanto como cincuenta y siete sería ingenuo, pero ya no es arriesgado afirmar que los restos del naufragio liberal se han convertido en una de las piedras angulares de la legislatura. Esta es una de las claves del discurso que intenta sembrar Ciudadanos. Así lo discurren varios de sus dirigentes en conversación con este periódico.
La cumbre de este lunes -la segunda en apenas dos meses- consolida a Inés Arrimadas como bisagra engrasada e imprescindible. Pedro Sánchez ha vuelto a elegir a los liberales como socio para sus políticas de Estado, en detrimento de los nacionalistas... y de Unidas Podemos.
Tal y como se pactó el pasado junio en el primer careo de las delegaciones, la reunión de hoy debía sentar a la mesa a los mismos contendientes. Y así se apalabró al borde de este fin de semana. Según ha contrastado este diario, la facción gubernamental de Unidas Podemos pidió estar presente. Un ruego que los liberales no aceptaron. A continuación, Carmen Calvo admitió seguir adelante sin los de Pablo Iglesias.
No obstante, a última hora de la noche del domingo, Podemos se apuntó una pírrica victoria: los gabineteros del Gobierno -tras la marejada interna- llamaron a Ciudadanos para trasladar la reunión de Moncloa al Congreso. Le restaron solemnidad.
En la práctica, el "no" a Iglesias es de Ciudadanos, pero los de Arrimadas han testado la comodidad que supone para la vicepresidenta que la cumbre replique el formato anterior. "Intentaron apuntarse, pero trasladamos que su presencia es innecesaria. Los temas que tocamos no son de su competencia", explican fuentes autorizadas de la organización centrista.
Fue Irene Montero quien puso el grito en el cielo a media tarde, poco después de que trascendiera en EL ESPAÑOL la celebración de la nueva reunión: "Ciudadanos ha rechazado reunirse con el Gobierno de coalición y ha optado por reunirse sólo con el PSOE. Lo respetamos y les animamos a respetar la soberanía popular y su expresión en el Parlamento aunque el resultado no estuviera entre sus planes".
La cercanía mostrada por Sánchez y Arrimadas con los Presupuestos a la vuelta de la esquina venía sulfurando a Podemos y los nacionalistas, pero hasta entonces ningún ministro morado se había pronunciado con tal contundencia, desvelando los detalles diplomáticos que dieron lugar a la cumbre.
Presupuestos o farol
Farol o no -la prueba de algodón serán los Presupuestos-, Ciudadanos vuelve a tener en sus manos la posibilidad de negociar acuerdos de capital importancia: las medidas con las que hacer frente a los últimos rebrotes.
Mientras, en la otra orilla, se ha ido disolviendo aquella “mesa del diálogo” que otrora pregonara Quim Torra. El discurso de los separatistas, resituado en torno a puntos como la amnistía y el unilateralismo, ha alejado la celebración de un cónclave que iba a dificultar sobremanera los pactos de Sánchez con Arrimadas.
En el núcleo duro de la formación centrista, lo tienen claro: “No nos fiamos de Sánchez, por eso negociamos pactos muy concretos”. Han elegido la luz y los taquígrafos como una suerte de “mal menor”. La alternativa: “Una España en brazos del nacionalismo”.
"El croupier"
Un importante dirigente de Ciudadanos, en charla con este diario, describe así al presidente del Gobierno: “Es un croupier que está en varias mesas a la vez”. El razonamiento concuerda con la postura del Gobierno en el asunto catalán, a pesar de que el independentismo se haya alejado del diálogo debido a esa inminente campaña electoral: “Si ellos quieren, nos reuniremos”.
Sánchez había preparado una “mesa del diálogo” de segunda división: pegada al verano, encabezada por segundos espadas y sin un orden del día demasiado concreto. Carente de acuerdos. Una circunstancia que ya había sido transmitida a los de Inés Arrimadas, que estaban dispuestos a aceptarlo.
Tal y como, por ejemplo, contó Marina Bravo -secretaria general de Ciudadanos- en su última entrevista con EL ESPAÑOL, la línea roja está en “la igualdad entre españoles”. Fuera de micro, los liberales reconocen -y lamentan- el engaño del que fueron víctimas cuando Sánchez pactó con ellos… al mismo tiempo que firmaba con EH Bildu la derogación de la reforma laboral.
“No nos fiamos. Por supuesto que no. Pero, ¿cómo es posible que la opinión pública penalice más al engañado que a quien engaña?”, lamenta otro alto cargo del partido nacido en Cataluña.
Las alianzas estratégicas con el Gobierno no han sido un camino sencillo para Arrimadas. Ni siquiera en clave interna. Ahí queda el descontento de varios miembros de la Ejecutiva, manifestado en un chat interno. Eran días de confinamiento, sin reuniones presenciales. Con los líderes autonómicos y municipales desconcertados, poco informados.
Con el objetivo de limar asperezas, Inés Arrimadas convocó una especie de retiro espiritual, que se celebró a orillas de Tres Cantos (Madrid) el pasado fin de semana. Allí, el núcleo duro desveló sus intenciones a toda la dirección y se abrió un espacio sin límite de tiempo para que quien lo deseara exteriorizase su disconformidad. “Salimos mucho más unidos”, reseñan varios de los presentes.
La siguiente pantalla, de mucho más calado, serán los Presupuestos. Sánchez deberá desvelar si su coqueteo con Ciudadanos es sincero o si, en su defecto, se trata de una mera maniobra electoral. Arrimadas, por su parte, tendrá que decidir si traza un pacto con el Gobierno que vaya mucho más allá de la pandemia.