Han sido meses de tira y afloja. Primero, con discreción. Y, a medida que crecía el ruido mediático, parlamentario e incluso callejero -recuerden las caceroladas contra la Monarquía que impulsó Unidas Podemos al inicio del confinamiento-, a cara descubierta. Moncloa y Zarzuela empezaron a revisar la situación de Juan Carlos, padre del Rey Felipe VI, en febrero, cuando se supo que un fiscal de Suiza, andaba detrás de unos presuntos delitos de blanqueo y evasión de impuestos por valor de 100 millones de dólares.
Lo cierto es que hay que leer marcha atrás a Pedro Sánchez para ir entendiendo bien todo lo que ha pasado.
Cuando dijo, hace una semana en una entrevista improvisada en Tele 5, que el PSOE es "un partido que defiende el pacto constitucional y la Monarquía Parlamentaria", el presidente ya sabía lo que se iba a comunicar este lunes 3 de agosto.
Aquel día, liberado de presión, colocaba a su formación política en una posición alejada de los juegos a los que, por ejemplo, se prestaba hace sólo un año, cuando incluía la bandera republicana en los documentos oficiales del Ministerio de Exteriores.
Es cierto que había redoblado la presión sobre Zarzuela, reclamando "pasos a favor de la transparencia y la ejemplaridad" por el bien de "la estabilidad de las instituciones".
Pero es que fueron precisamente ésas las palabras que utilizó Moncloa este lunes para celebrar el gesto que venía reclamando: "Respeto a las decisiones comunicadas hoy por la Casa del Rey y reconocimiento del sentido de la ejemplaridad y transparencia que siempre han guiado al rey Felipe VI desde su llegada a la Jefatura del Estado".
Quién toma la decisión
¿Qué se ha estado negociando? "Todas las opciones". Pero sobre todo, "una solución que fuera en la línea seguida hasta el momento" por la Casa Real "desde que Felipe VI accedió a la Jefatura del Estado". Y sobre la mesa estuvieron varias opciones. Desde la anunciada este lunes, la salida del padre del Rey de España, hasta que fuera oficialmente apartado de la Familia Real por su hijo.
Pero en el ánimo de Zarzuela siempre estuvo que el cortafuegos erigido en torno a Don Felipe permaneciera incólume incluso en el día en el que se sustanciase "el gesto". La iniciativa debía partir del protagonista, del ex Jefe del Estado.
Las fuentes de Moncloa siempre fueron discretas con el devenir de las conversaciones, pero en el último mes ya no las negaban: "Llevamos meses hablando con la Casa Real, y lo que tenga que pasar pasará".
El repudio
Si seguimos leyendo hacia atrás, vemos cómo Sánchez se confesó "perturbado e inquieto" hace menos de un mes, cuando EL ESPAÑOL comenzó a publicar en exclusiva todos los documentos y desvelar las declaraciones de los implicados en el escándalo de los 100 millones de dólares regalados por el rey saudí a Juan Carlos en 2008.
Al día siguiente, este periódico desgranó toda la sucesión de hechos que la Fiscalía del Tribunal Supremo aún debe decidir si son constitutivos de delito, si están o no prescritos y si, en todo caso, estuvieron amparados por la inviolabilidad que protegía a Juan Carlos hasta que en junio de 2014 abdicó la corona en su hijo Felipe VI.
Que el Rey Emérito, todavía Jefe del Estado, ordenó "construir una estructura" en un banco suizo para ocultar el dinero; y que cuando en 2012 el país helvético acordó intercambiar información bancaria con la Unión Europea, decidió "donar irrevocablemente" los 65 millones de euros (al cambio) a su expareja, la alemana Corinna Larsen.
Por entonces, Zarzuela sólo había dado un paso: Felipe VI había repudiado públicamente a su padre al día siguiente de imponerse el estado de alarma. Cuando acababa de publicarse que la Fiscalía suiza investigaba estos movimientos de capitales. Así que el presidente, presionado en el seno del Gobierno por Unidas Podemos, pedía más.
Le resultaba difícil unirse a PP y a Vox para decirle no públicamente a su socio de Gobierno a "investigar en el Congreso" los "negocios presuntamente corruptos" de su padre. Así que mandaba mensajes públicos a Don Felipe por la vía de elogiarle por haber "marcado distancias" a principios de marzo, al tiempo que anunciaba que su Gobierno aplaudiría "cuantos pasos más se den en ese sentido".
La necesidad de que la Casa Real hiciese algún movimiento quedó demostrada al día siguiente, cuando Pablo Iglesias manipuló las palabras de Sánchez para cuestionar la misma "utilidad de la Monarquía"... lo mismo que se preguntaban las caceroladas de cuatro meses atrás. Según el vicepresidente segundo, lo que había querido decir su jefe (del Ejecutivo) era algo muy "valiente": que el Gobierno ponía sobre la mesa "el debate sobre la utilidad" de la Corona española. Moncloa lo desmintió.
Papel errado de Podemos
Así, mirando con perspectiva, y según lo consultado por este periódico en fuentes gubernamentales, el papel de Unidas Podemos ha podido servir precisamente para lo contrario de lo que iban buscando sus dirigentes.
Desde Iglesias a Pablo Echenique -quien este mismo lunes acusaba a Juan Carlos de "huir de España" y reclamaba que "la Justicia lo impida"-, los puyazos que han dado al modelo de Estado sólo han consolidado a la Monarquía. Han sido a la vez palanca y coartada: por un lado han colocado a Sánchez en una posición institucional, y por otro han terminado de empujar a Don Felipe a impulsar este gesto doloroso e histórico en el seno de la Familia Real.
Como informó este periódico, Moncloa daba por hecho que "la Casa Real tiene sus tiempos" y no esperaba antes de agosto el gesto de Felipe VI de alejamiento definitivo respecto a su padre. "Si Zarzuela tiene pensado algo, utilizará el efecto sorpresa", señalaban las fuentes de Moncloa para corroborar que agosto sería el mes elegido. Con las Cortes cerradas, y con los diferentes grupos políticos opositores en modo verano, es decir, con poco personal para movilizar más campañas como las sufridas en los últimos meses.