No habrá elecciones autonómicas catalanas el próximo 4 de octubre. Tampoco habrá, muy probablemente, Presupuestos Generales del Estado con el apoyo de ERC.
Lo primero era condición para lo segundo. Aplazada la convocatoria de elecciones hasta una fecha posterior, que podría ser la del 15 de noviembre, Torra ha colocado entre la espada y la pared a los republicanos y abortado un posible acuerdo de estos con Sánchez.
Si las elecciones se celebraran finalmente el 15 de noviembre, como especulaban ayer algunos medios en Cataluña, Torra podría convocarlas el 18 de septiembre, durante el debate de política general que se celebrará ese día en el parlamento autonómico catalán. Es decir, apenas 24 horas después del inicio de la vista en el Tribunal Supremo (TS) que decidirá la posible inhabilitación del presidente de la Generalidad.
Desde el punto de vista propagandístico, la imagen del presidente de la Generalidad sentado en el banquillo del Tribunal Supremo un jueves y convocando elecciones al día siguiente, tras un discurso centrado en la hipotética opresión del Estado español, le daría la pole position de la carrera electoral a JxCAT por delante de ERC.
El lunes era el último día hábil para convocar elecciones si estas querían celebrarse el 4 de octubre. La fecha parecía la más conveniente para JxCAT y de hecho todos los partidos de la oposición daban ya por seguro que la campaña electoral catalana empezaría el jueves 17 de septiembre.
Pero Torra no ha convocado elecciones y la excusa oficial dada ayer en rueda de prensa por Elsa Artadi, vicepresidenta de JxCAT, ha sido la de que no se convocarán elecciones antes de la posible ratificación de la inhabilitación de Torra en el TS. Artadi, de hecho, ni siquiera ha descartado la posibilidad de agotar la legislatura. "Todos los escenarios están abiertos y las cosas cambian muy rápido".
Ciudadanos, necesario
Las posibles razones para ese aplazamiento de las elecciones más allá de la fecha que todos daban por segura son varias. Pero sus consecuencias están claras.
Cualquier fecha posterior al 4 de octubre coloca en una posición muy difícil a ERC y rompe buena parte de sus planes de cara a otoño. Estos pasaban por la negociación paralela del apoyo del PSC en Cataluña a un gobierno republicano en la Generalidad, posiblemente en forma de tripartito junto a Podemos, a cambio del apoyo de ERC en Madrid a los Presupuestos Generales.
El aplazamiento de las elecciones también altera, aunque en menor medida, los planes del Gobierno. Porque el Ejecutivo de Pedro Sánchez ya veía muy complicado, incluso antes de la decisión de Torra, un apoyo de ERC que no le obligara a algún tipo de trágala en Cataluña. Abortada la vía ERC, que es también la vía de EH Bildu y el BNG, los diez diputados de Ciudadanos se convierten en más imprescindibles que nunca.
La negativa del Gobierno a aumentar impuestos ha sido interpretado, además, como un gesto claro hacia el PP, cuyo apoyo a los Presupuestos sigue sin estar descartado a día de hoy. La negociación para la renovación del Consejo General del Poder Judicial entre PP y PSOE ha roto el tabú de los grandes pactos entre las actuales direcciones de ambos partidos y ya no se habla de vetos radicales ni en Moncloa ni en Ferraz.
El objetivo de Sánchez era presentar los Presupuestos en el Congreso durante la tercera semana de septiembre y dedicar agosto a negociar. De acuerdo a la ley General Presupuestaria, el Gobierno debería presentar su proyecto de ley de Presupuestos Generales antes del 1 de octubre. Lo haría, en este caso, junto con el techo de gasto y la senda de déficit.
Callejón sin salida
El aplazamiento de las elecciones impide a los republicanos mostrar el más mínimo gesto de acercamiento al PSOE por el castigo que eso podría comportar para ellos en las urnas. La salida de España de Juan Carlos I, sumado a la anulación de los permisos concedidos a los presos del procés, ya habían colocado en una situación muy incómoda a ERC. El aplazamiento de las elecciones les aboca a un callejón sin salida.
El principal damnificado por el aplazamiento de las elecciones es Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalidad y posible número uno de la lista de ERC. Los últimos sondeos realizados en Cataluña parecen mostrar una clara subida de Junts, el partido de Carles Puigdemont, y una diferencia de escaños mínima en contraste con la mucho más abultada diferencia que mostraban los sondeos de hace apenas unos meses.
Según el último sondeo del CEO, el CIS catalán, ERC cuenta con una estimación de voto del 22,1% por un 20,9% para JxCAT. Un PSC a la baja pierde la segunda posición y desciende hasta un 17% de los votos. Ciudadanos, ganador de las elecciones de 2017, baja hasta la cuarta posición y se queda con un 14,4% de las papeletas.
El calendario no favorece tampoco a ERC dado que todas las consejerías con responsabilidad en la pandemia y la consecuente crisis económica están en sus manos: Sanidad, Educación y Economía. Los rebrotes, el caos durante la vuelta al colegio o posibles jarros de agua fría financieros por parte del Gobierno central supondrían duros golpes para ERC a pocas semanas de las elecciones.
En este escenario, quien tiene todos los incentivos para tensar la cuerda y dejar correr el tiempo es Quim Torra. Con Puigdemont respirando en su nuca en los sondeos y un PSC al acecho, el riesgo de un pacto con el PSOE es muy alto para ERC y podría dejar a los republicanos, una vez más, a las puertas de la Generalidad. Ya ocurrió en 2017 y cada vez parece más posible que vuelva a ocurrir en 2020.