El lunes era el último día hábil para que el presidente de la Generalidad convocara unas elecciones que se habrían celebrado el primer domingo de octubre. De hecho, una gran mayoría en Cataluña estaba convencida de que Quim Torra firmaría el decreto para anticipar los comicios al próximo 4 de octubre.
La convocatoria en esta fecha convenía, sobre todo, a los partidos independentistas, que podrían haber aprovechado electoralmente la inercia de la Diada del 11 de septiembre y la coincidencia de la campaña con el aniversario del referéndum ilegal del 1-O y del discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017.
Desde el punto de vista simbólico, la campaña electoral catalana habría sido de alto voltaje emocional para un independentismo necesitado de una gran movilización de sus votantes con el objetivo de seguir manteniendo las espadas en alto en su confrontación con el Estado.
Pero, sobre todo, los partidos independentistas habrían podido aprovechar la indignación por la posible confirmación de la inhabilitación de Torra como presidente de la Generalidad por parte del Tribunal Supremo, cuya vista está prevista para el próximo 17 de septiembre.
El retraso de la convocatoria para votar el 4-0 obedece a varias causas, aunque el presidente de la Generalidad lo ha justificado en la incertidumbre provocada por la epidemia de Covid-19.
1. La excusa oficial
Oficialmente, la delicada situación de Cataluña, la comunidad más afectada por los rebrotes junto a Aragón, el País Vasco y Navarra, habría desaconsejado la convocatoria.
La pregunta, sin embargo, es evidente. ¿Quién garantiza que en noviembre, diciembre o los meses siguientes la epidemia habrá amainado y el gobierno habrá controlado los rebrotes?
2. Carles Puigdemont
"La fecha de las elecciones la decidirá JxCAT", dicen en Ciudadanos. "Pero especialmente Carles Puigdemont, según le convenga y le sea más beneficioso a su nuevo proyecto, a la vista de sus luchas internas y su confrontación abierta con ERC. Ahora pesa más la visión partidista que las fechas simbólicas. Y ya no te digo la gestión de la crisis, que para los separatistas está muy atrás en sus prioridades".
La sospecha es corroborada por una segunda fuente. "Creo que no revelo ningún secreto si digo que las elecciones se harán en la fecha que más le convenga a Puigdemont. Si no las convocan ahora es porque el prófugo no se siente todavía lo suficientemente fuerte en los sondeos. Probablemente esté esperando a que su proyecto, que es todavía demasiado reciente, coja fuerza y se asiente".
3. El congreso de JxCAT
El 4 de octubre es una mala fecha para JxCAT, el partido creado por Puigdemont, dado que su congreso fundacional se alargará hasta el 3 de octubre. En ese congreso, la formación deberá decidir su funcionamiento interno, así como la dirección del partido.
Cualquier detalle inesperado, cualquier imprevisto, cualquier contratiempo, hubiera sido catastrófico para el partido, ya que no habría tiempo material para gestionarlo. Demasiado riesgo a sólo 24 horas de unas elecciones cruciales para el futuro, político pero también personal, de muchos de los implicados.
4. Esperar a la inhabilitación
Algunos medios catalanes han especulado también con la posibilidad de que Torra espere a ser inhabilitado por el Tribunal Supremo, probablemente con el objetivo de aprovechar la ola de indignación que esta decisión provocaría entre el electorado independentista.
Si Torra es inhabilitado antes de haber convocado las elecciones, el parlamento autonómico pondría en marcha el proceso para la elección de un nuevo presidente de la Generalidad. Mientras este no fuera escogido, el presidente en funciones sería el vicepresidente de la Generalidad, Pere Aragonès, de ERC.
Si no se lograra investir a un nuevo presidente, las elecciones quedarían convocadas de forma automática. El handicap de esta opción, desde el punto de vista del independentismo, es evidente.
De cara a su electorado, la convocatoria tras la no-investidura de un nuevo presidente transmitiría la idea de que el que ha decidido la fecha de las nuevas elecciones catalanas es el Tribunal Supremo. Algo que el independentismo preferiría evitar dada la evidencia de que las anteriores elecciones autonómicas, las de 2017, fueron convocadas por Mariano Rajoy.
5. Dar tiempo al desgaste de ERC
Estratégicamente, a Torra, Puigdemont y JxCAT podría interesarle alargar lo máximo posible la convocatoria de elecciones para dar tiempo a explotar las contradicciones de ERC. Una ERC cuya opción preferida tras las elecciones sería un tripartito junto a PSC y Podemos, pero que no quiere que las elecciones coincidan con las negociaciones con el PSOE para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Cualquier acuerdo de ERC con el PSOE sería vista por su electorado como una traición al independentismo y de ahí que JxCAT pueda estar interesado en exponer a la vista de sus votantes las verdaderas intenciones de los republicanos. Sobre todo, después de que la Justicia haya anulado los permisos de los presos del procés y el presidente del Parlamento autonómico, Roger Torrent, haya sido puesto en la picota por Torra.
6. Agotar la legislatura
Es la única opción alternativa a las cinco anteriores. Transigir con la inhabilitación de Puigdemont, pactar la investidura de un nuevo presidente con ERC y un tercer partido, que podría ser tanto la CUP como los comunes de Podemos, y agotar la legislatura hasta finales de 2021, sin convocar elecciones.
Esta opción ofrece el panorama más incierto dada la multitud de elementos de la ecuación incontrolables para el independentismo, y entre ellos la epidemia, la crisis económica, la crisis de la coalición de gobierno en Madrid y la posible desmovilización del electorado independentista. Pero es la única alternativa si Puigdemont no da con una fecha a su gusto y ERC no logra forzar el brazo de Torra.