Pablo Iglesias y Pedro Sánchez despacharon por última vez el pasado lunes. En aquella reunión, según ha sabido este periódico, el presidente no mencionó la operación CaixaBank-Bankia, que acabaría trascendiendo a finales semana. Tampoco informó vía mensaje después de aquel día.
Los portavoces oficiales de Unidas Podemos, en conversación con este diario, rechazan exteriorizar la opinión del partido y se remiten a las últimas declaraciones de Nacho Álvarez. El secretario de estado de derechos sociales y negociador de Iglesias en los Presupuestos tachó la operación de "mala noticia" y reiteró su apuesta por la "banca pública".
Sin embargo, una de las cabezas de la organización morada, en charla con EL ESPAÑOL, resume así la sensación que predomina entre los dirigentes de Podemos tras conocer el inicio de la fusión: "Es feo, disparan contra el 15-M".
Los de Iglesias conciben que este movimiento bancario conduce a la "concentración", el "oligopolio", los "despidos de muchos trabajadores" y la reducción del papel del Estado en una estructura financiera de calibre -el FROB tenía hasta el 61% en Bankia y apenas llegará al 14% en la nueva entidad-.
Podemos siempre ha anhelado la creación de "una banca pública". Lo elevó a la altura de ruego capital en distintas campañas, pero renunció a ello en el último acuerdo de coalición. La carrera política de Pablo Iglesias nació en las plazas y contra los bancos. Seis años después ve, desde el Gobierno del país, cómo se cocina lo que nunca estuvo dispuesto a tolerar.
"¿Realmente se pueden cambiar las cosas?"
"Esto abre un espacio de reflexión muy interesante. ¿Realmente el poder político sirve para cambiar las cosas? ¿Se puede luchar contra las operaciones que se gestan en lo oscuro? ¿De veras hay margen contra las injusticias financieras?", lamenta una de las fuentes consultadas.
Iglesias, a tenor de lo expuesto por algunos de sus asesores áulicos, razona que la facción socialista del Gobierno se divide en "dos almas". Una de ellas se encuentra más próxima a Podemos, pero la otra -la que tiene más fuerza- es "capitaneada" por Nadia Calviño.
La vicepresidenta tercera y ministra de Economía mantiene una "relación cordial" con sus adversarios internos, pero es vista como una "enviada del liberalismo, de los empresarios y de los bancos". Cada vez son más los choques. La fusión es el último de ellos.
La paciencia de Iglesias se va laminando a marchas forzadas. Cada vez es más difícil para el vicepresidente 'vender' a su parroquia la labor de gestión. Antes de la operación bancaria, llegó la crisis del rey emérito, que abrió la primera gran brecha en Moncloa. ¿Aguantaría tanto Unidas Podemos en el Ejecutivo de no ser por su caída libre en las encuestas?
Tanto un caso como otro -la fusión bancaria y Juan Carlos I- enraizan en la razón de ser de Podemos: la crítica y el derribo del sistema, lo que antes llamaban con mayor vehemencia el "régimen de 1978". De momento, y de puertas hacia fuera, Iglesias guarda silencio. Dentro, continúa la disputa.