"Nadie quiere perderse estos Presupuestos". Ésa es la clave de que Esquerra y Bildu hayan bajado desde sus posiciones maximalistas de independentismo irredento a las reuniones no sólo con el interlocutor habitual, Pablo Iglesias, sino también con la miembro del Gobierno que más veces pronuncia la palabra España por minuto, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.
En realidad, ésa es sólo una de las claves. La otra, y principal, que los números no les interesan tanto como el intercambio de cromos. En las conversaciones que ya mantuvieron este miércoles con Iglesias las dos formaciones y con Calvo los republicanos, no se habló de medidas presupuestarias, ni de anticipos a cuenta, ni de subvenciones o financiación autonómica. Se habló de la mesa de negociación y de presos etarras; del conflicto que viene con la inhabilitación de Torra y de la derogación -a pasos, eso sí-, de la reforma laboral del PP.
Porque las cuentas van por otro lado. Pedro Sánchez, y con él, sus cuatro vicepresidentes, es muy consciente de que a quienes les interesa mirar con lupa los cuadros macroeconómicos, su traducción en políticas concretas, la senda de déficit, el techo de gasto, el plan de control de la deuda y el destino local y sectorial de los fondos de recuperación europeos no se sienta en el Congreso. Están -virtualmente- en el Palacio de la Bolsa de la plaza de la Lealtad y -de hecho- en Bruselas.
El Ibex, con quien Sánchez se hizo las primeras fotos a la vuelta de verano, y las instituciones europeas, de donde volvía el día que se grabó el vídeo de los aplausos, son los interlocutores principales. Fuentes del Ministerio de Hacienda confirman a este periódico que en la ronda de Iglesias y en la de Calvo no se habló de euros. Y que el plan de reforma fiscal se ha pospuesto definitivamente "hasta que cambie el panorama".
"Aún se está negociando"
¿Eso quiere decir que ni siquiera se le subirá el IRPF a los más ricos, como se rumoreaba desde la salida del Consejo de Ministros del martes? "Bueno... ése es uno de los detalles que aún se está negociando" entre PSOE y Podemos, explican desde Hacienda.
Y ésa es la prueba de todo: no se habla de Presupuestos, sino de apoyos políticos. Como dice la oposición, liderada por Pablo Casado -estupefacto tras su cita en la Moncloa por que le pidan al PP "que se entregue"- las cuentas públicas "aún no existen, no hemos visto una sola línea de ellas".
Y es que, según ha confirmado este periódico, aún no se ha acabado la negociación entre los socios. María Jesús Montero, ministra de la cosa, y Nacho Álvarez, mano derecha de Iglesias como su secretario de Estado, son los designados por Sánchez y el líder de Podemos para llegar a un pacto interno en el Ejecutivo. "Estamos aún por el acuerdo del acuerdo", explican las fuentes moradas, "es decir, por darnos el sí definitivo en lo que nos parece bien a ambas partes... aún no hemos llegado a las discrepancias".
La bronca del 31 de agosto
Esta información se abría con una cita textual de una fuente muy cercana a la Vicepresidencia segunda del Gobierno: "Nadie quiere perderse estos Presupuestos". Ni Esquerra, que sabe que jamás encontrará un Gobierno más proclive a sus tesis; ni Bildu, que sólo quiere el aval definitivo que lo blanquee como un partido más en el juego político.
Gabriel Rufián viró de posiciones hace un par de semanas, cuando recibió la garantía desde Unidas Podemos de que Sánchez va a "intentar el plan A" con insistencia. La confirmación vino tras una dura discusión entre el presidente y su socio morado.
El lunes 31 de agosto, en la Moncloa, Sánchez recibió a Iglesias -como casi cada lunes- dispuesto a afearle las amenazas que el viernes anterior habían vertido los portavoces de Podemos, Rafa Mayoral e Isa Serra. Sin embargo, según ha sabido EL ESPAÑOL, de esa cita salió el compromiso del jefe del Ejecutivo de que la negociación sería "por orden, primero con los del sí en la investidura, luego los abstencionistas y para el final, los del no".
Eso dejaba a Ciudadanos como convidado de piedra... o como "el plan B que se guarda el presidente porque calma al Ibex, a la UE y a los medios", explican las mismas fuentes.
También se decidió en esa reunión que serían Montero y Álvarez los negociadores y que hasta que no se cierre el pacto interno, no se llevarían números a otras mesas. Ni tampoco a la prensa, porque "la ministra es muy discreta cuando negocia de verdad", explican desde su equipo. Todo eso allanó el camino a que Iglesias ejerciera sus artes como pegamento del Gobierno con sus socios parlamentarios, y que éstos vieran una rendija por la que colar sus intereses. Al fin y al cabo, siempre podrán decir que todos son formaciones de izquierdas.
Los vistos buenos
Pero que en las cuentas de 2021 la UE es clave es evidente. Sí pueden llegar los 140.000 millones sin que haya Presupuestos de 2021 aprobados, como respondió la misma Comisión hace un par de semanas... pero el 15 de octubre el Ejecutivo tiene que ir a Bruselas con el borrador de las cuentas públicas y con el Plan de Reformas que libere el flujo de libración de esas transferencias y créditos europeos. "Además, está el llamado freno de emergencia que logró Rutte", recuerdan fuentes de otro Ministerio económico, "si no se fían lo paran todo".
Y que el Ibex no será maltratado por Moncloa y, al menos, dará su visto bueno quedó demostrado cuando Sánchez puso en su boca las frases que durante semanas le habían puesto en la oreja los líderes empresariales.
El presidente anunció, sin que nadie se lo preguntara, el día del último Consejo de Ministros previo a las vacaciones: "La reforma fiscal es necesaria por justicia, pero se pospone hasta que España vuelva a crecer y se recupere". Nada de eso se ha siquiera acercado durante los meses de verano, antes al contrario. Y como informa este jueves Invertia, nuestro país se aleja del crecimiento económico y se acerca al 120% de deuda pública a causa de los rebrotes.