La negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2021 es la llave que pretende girar Pedro Sánchez para asegurar su estabilidad en Moncloa para la legislatura. Llegar a aprobarlos supondría un seguro de permanencia en el poder, sólo a expensas de los avatares lógicos de la política para un Ejecutivo en minoría parlamentaria. Y la circunstancia sobrevenida de la pandemia es a la vez, según las fuentes consultadas en el Gobierno, ventaja y desventaja.
Lo segundo, desventaja, porque sin duda la presencia de la Covid entre nosotros añade incertidumbre: según evolucione la expansión de la enfermedad habrá nuevas dificultades socioeconómicas, además de las tragedias sanitarias, por descontado. Y lo primero, ventaja, porque han sido el coronavirus y sus efectos los que han abierto la posibilidad de contar con Ciudadanos en la ecuación de la "geometría variable" a la que apela Sánchez.
Y es que a la contra de lo que transmiten de puertas afuera los principales actores gubernativos en las últimas semanas -y de lo defendido este sábado por Pablo Iglesias en el Consejo Ciudadanos de Podemos-, Moncloa sigue trabajando en un escenario que incluye a Ciudadanos en el acuerdo al que aspira. Y así se lo transmiten en las citas e intercambios de mensajes: "Os queremos en el auerdo".
El pasado 28 de agosto, la formación morada forzó en una rueda de prensa incendiaria de sus portavoces, Rafa Mayoral e Isa Serra, que la reunión del lunes 31 entre Sánchez y Pablo Iglesias modificara la venta pública del asunto.
Consultadas ambas áreas del Gobierno, la morada y la roja, EL ESPAÑOL ha podido reconstruir la verdad oculta en toda esta tramoya. El presidente llamó a su socio a capítulo con la intención de afearle la bronca organizada y, sin embargo, éste salió de palacio satisfecho con su botín: negociarían María Jesús Montero y Nacho Álvarez; sólo cuando lograran un borrador se presentaría éste a los grupos, por orden desde los del sí a los del no en la investidura; y el preacuerdo lo presentarían juntos Sánchez e Iglesias en rueda de prensa común. El día que esté.
"La negociación empezó en Cs"
Aún no se ha logrado ese pacto interno, pero ya el jueves a última hora, este periódico pudo confirmar que "el borrador está muy avanzado" y que éste incluye "subidas fiscales a las rentas más altas y a los grandes patrimonios".
Quizás eso explique que Moncloa no se sienta comprometida (todavía) con la segunda de las promesas del presidente al vicepresidente segundo, lo del orden de negociación. Lo que sin duda explica es el discurso de Iglesias ante los suyos: al tiempo que marcaba "la nueva república en nuestra patria" como objetivo "fundamental del partido", advertía de que "aunque no le guste al bloque que gobierna con la ultra derecha, estos Presupuestos dejarán claro que estamos en el Gobierno".
Y es que al mismo tiempo que Iglesias lo escenifica, reuniéndose con Esquerra y Bildu, a la vez que Carmen Calvo le sigue a la zaga en esas citas, una alta fuente de la oficina del jefe del Ejecutivo niega la mayor: "¿Cómo que nos estamos viendo primero con los del sí? Eso es falso". La versión de Moncloa es que "las negociaciones empezaron por Ciudadanos, acuérdate, y por eso se cabreó Pablo".
"Eso no existe"
Y es cierto, el pasado 3 de agosto, lunes, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, se citó en el Congreso con una delegación de Ciudadanos, en cabezada por Edmundo Bal. Una cita en la que los liberales no querían a Unidas Podemos, motivo de gran enfado en los morados e inicio de las hostilidades internas a cuenta de los Presupuestos que desembocó en la convocatoria de Mayoral y Serra tres semanas después.
Además, ni Bildu ni Esquerra votaron a favor de Sánchez en la investidura, aunque se repita lo contrario desde un lado y otro del arco parlamentario. "Iglesias quiere que se transmita un relato de que hay una cosa que se llama 'la mayoría de la investidura', pero eso no existe", explica esta fuente de Moncloa.
"A él le conviene para aparecer como el pegamento del Gobierno con los independentistas, pero esa mayoría es mentira, ni la hubo en la votación de los remanentes de los Ayuntamientos ni en el último estado de alarma, que nosotros queríamos que fuera de un mes y ellos nos lo tumbaron".
Dos visiones
Según este miembro del equipo de Presidencia, en el Gobierno conviven dos visiones de la negociación presupuestaria: la ya citada de Unidas Podemos y la del lado socialista, "que apuesta por la geometría variable". Porque, explica, para llegar a 176 diputados hay muchas vías: "Descartando, por supuesto, a Vox; y dando por hecho que el PP no se avendrá a negociar, se puede decir que lo que busca el presidente son unos Presupuestos progresistas de amplia mayoría"
Pero eso, ¿cómo se construye? "Negociando con todos, haciendo que sean compatibles". Y ahí está el secreto de Moncloa, quiere cuadrar el círculo y unir Cs con Bildu y ERC en el sí a las cuentas públicas, a Inés Arrimadas con los abertzales y los separatistas catalanes.
Y si se llega a la suma por las dos vías, por la de Ciudadanos y por la de Esquerra y Bildu, ¿qué prefiere el presidente? "Buscamos el apoyo más holgado posible, son unos Presupuestos clave, y el resultado no será a coste cero, ninguno saldremos con satisfacción total".
Porque el de Sánchez, además de ser el Gobierno con mayor debilidad parlamentaria de la democracia, es el que afronta un Congreso más fragmentado desde 1977. Con 16 formaciones distintas, muchas de ellas con un solo diputado, Moncloa tratará de huir del "suplicio territorial". Así le llaman en Presidencia al "carísimo precio" que deberían "pagar por el voto de Baldoví [Compromís], el de Revilla [PRC] o el de Oramas [CC]... porque un solo apoyo puede ser imprescindible".
Entonces, cambiemos la cuestión ante la insistencia de las fuentes moradas en que "el plan A es el de la mayoría de la investidura" y en que "eso es lo que Sánchez le prometió a Iglesias" aquel 31 de agosto: si se llega a la suma de 176 antes de cerrar acuerdos con Ciudadanos, ¿seguiría la negociación?
Pero esa pregunta ya se queda sin respuesta...