Los estrategas de Pedro Sánchez han convertido en tradición el juego de las dos barajas. Conscientes de la debilidad parlamentaria del Gobierno, apuran los dos caminos hasta que llega la hora de pulsar el botón en el Congreso de los Diputados. El ejemplo más paradigmático son los Presupuestos.
En un juego comunicativo camaleónico, Sánchez varía su discurso varias veces por semana, hasta el punto de combinar el cortejo a Ciudadanos con ofrecimientos camuflados a los separatistas, como los indultos de este miércoles. Un gesto para rescatar a ERC y JxCAT de cara a las cuentas públicas.
Cabe recordar que Pedro Sánchez, el pasado 14 de octubre y en pleno clima electoral, desdeñó los indultos. Así se pronunció en una comparecencia desde Moncloa: "El acatamiento de la sentencia significa su cumplimiento, reitero, su íntegro cumplimiento".
Tras la reunión entre Sánchez y Arrimadas, el Ejecutivo trasladó a los medios que compartía "diagnóstico de país" con Ciudadanos. Ahora, a través de su ministro de Justicia y en conversación directa con el independentismo catalán, saca pecho de "empezar a tramitar los indultos".
Por un lado, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián avisan a Sánchez de que son incompatibles con el "liberalismo" de Arrimadas. Por el otro, los naranjas amenazan con romper si el coqueteo con Esquerra Republicana cristaliza en medidas concretas. Entonces, ¿qué busca Moncloa?
Fuentes autorizadas de Ciudadanos, en conversación con este periódico, reconocen que la "tramitación" de los indultos es una obligación legal, aunque muestran sorpresa por la forma en que se ha presentado: sin venir a cuento y a modo de concesión en charla con una diputada secesionista.
Sin embargo, la dirección liberal reitera que seguirá "atornillada a la silla" para negociar y lograr que las cuentas públicas "no dependan de Rufián ni de Otegi". Por tanto, esa baraja sigue en pie y preparada para la partida. No es casualidad que varios dirigentes de Ciudadanos se refieran a Sánchez como el "croupier".
"Geometría variable"
¿Qué sucede al otro lado? La buena sintonía de Moncloa con Arrimadas soliviantó a Pablo Iglesias, que se reunió con el presidente para relajar la tensión. El líder de Podemos arrancó a Sánchez esta circunstancia: cualquier borrador de Presupuestos llevará las dos firmas antes de que lo vean en Ciudadanos. Y el socialista aceptó... después de haber abierto el camino naranja.
Faltaban en la terna los independentistas catalanes, que fueron una de las claves en la mayoría de la investidura. Todos ellos -ERC y JxCAT- se habían alejado de Sánchez debido a la entente cordial auspiciada con Arrimadas.
Conscientes de la tecla que había que tocar, los estrategas de Moncloa echaron el resto: el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, reveló casi sin venir a cuento la tramitación de los indultos. Se lo dijo en la Cámara, delante del resto de fuerzas, a Laura Borràs, la portavoz de Junts. La diputada secesionista habló de "bomba sorpresa" y celebró que la negociación de los Presupuestos "no se pueda desvincular de los indultos". Ahí estaba la otra baraja, de nuevo construida y lista para jugar la partida.
Sánchez tiene claro su objetivo: sacar adelante unos Presupuestos que cumplan con las exigencias europeas. Sabe que puede hacerlo por uno y otro camino. Si es con Ciudadanos, el tinte liberal de las medidas tranquilizará a Bruselas. Si es con los nacionalistas, podría brindarles concesiones políticas que no resquebrajen la economía -pero que a largo plazo pueden descalabrar el orden constitucional-.
Algunos técnicos de Moncloa ya hablan de "geometría variable". Se trata de la tesitura que seguiría tras esquivar las enmiendas a la totalidad. En ese caso, las dos barajas podrían permitir al Gobierno combinar el apoyo de Ciudadanos y de los separatistas en distintas partidas.