No es exagerado decir que Alberto Garzón Espinosa (Logroño, 1984) es el perfil más radical del actual Consejo de Ministros: antimonárquico, comunista confeso, admirador del régimen cubano y de Ernesto -Che- Guevara.
Tampoco sería desmedido afirmar que su carrera política ha transcurrido a pasos agigantados. Con 16 años, se afilió a las Juventudes Comunistas; en 2011, se convirtió en el diputado más joven en pisar el hemiciclo (24); en junio de 2016 se hizo con las riendas de Izquierda Unida en sustitución de Cayo Lara. Y en 2020, se convirtió en el primer militante del Partido Comunista de España -junto a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo- que forma parte del Gobierno desde 1939.
Con esta trayectoria, no extraña que haya sido el elegido para capitanear la última -y más feroz- ofensiva de Podemos contra el Rey Felipe VI, al que juró lealtad cuando tomó posesión del cargo como ministro de Consumo. Un ataque que le convierte en un kamikaze, porque lo lógico es que tuviera consecuencias para él.
Este viernes, Alberto Garzón acusaba a la Monarquía de "maniobrar contra el Gobierno democráticamente elegido, incumpliendo de ese modo la Constitución que impone su neutralidad", en respuesta a la llamada de cortesía del Rey al presidente del Supremo para agradecerle que le hubiera recordado durante la entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona. Felipe VI no asistió por primera vez a esa ceremonia por decisión expresa del Gobierno.
Artífice de Unidas Podemos
Garzón es el artífice de la unión de Izquierda Unida con los morados, pese a las reticencias de la cúpula comunista y las críticas del exdirigente Gaspar Llamazares, que confesó a este medio que el actual ministro de Consumo "no cree en las instituciones" y, por creer, "no cree ni en IU".
Garzón eligió concurrir junto a Podemos en una confluencia a las elecciones generales de 2016 bajo el nombre de Unidos Podemos. Se le llamó el "pacto de los botellines", porque lo sellaron Iglesias y él con unas cervezas en la Puerta de Sol.
Pese a que la intención detrás de esta unión era dar el sorpasso al PSOE, la coalición obtuvo 71 escaños y perdió más de un millón de votos con respecto a 2015. En los sucesivos comicios, Unidas Podemos ha seguido perdiendo votos pero Garzón ha mantenido siempre su acta de diputado, aunque haya sido a costa de fagocitar IU en el partido de Iglesias.
Por ello, la elección de Garzón como portador de la cartera de Consumo fue interpretada por muchos como una recompensa por los servicios prestados.
Comunista en Consumo
La elección de un comunista confeso como Garzón para un ministerio como el de Consumo fue polémica por diversas razones. En primer lugar, por entrar en conflicto con la supuesta ortodoxia económica pretendida por Nadia Calviño, ministra de Economía.
En segundo lugar, por haber manifestado en 2012 que Cuba es "el único modelo económico sostenible". El tuit en el que relataba las bondados del régimen del país caribeño, fue borrado por su autor cuando tomó posesión como ministro.
En tercer lugar, porque la cartera de Consumo antes dependía de Hacienda. La creación de un ministerio ad hoc para cuestiones relacionadas con el juego de azar y las casas de apuestas fue entendida por la oposición como un dispendio innecesario en el ya de por sí Consejo de Ministros más abultado de la democracia.
Desde que tomó posesión, su labor al frente de Consumo ha sido más bien opaca. Durante la pandemia, de hecho, ha tenido mayor notoriedad por sus exabruptos que por su actividad al frente del Ministerio.
Durante el confinamiento, en una de sus pocas apariciones públicas, se vanaglorió en rueda de prensa de que las apuestas deportivas se habían reducido desde el comienzo de la crisis sanitaria. "Percibimos en los datos que al no haber competiciones deportivas, las apuestas vinculadas a este tipo de eventos se han reducido de manera extraordinaria", celebraba el ministro de Consumo, que ha hecho de la lucha contra las casas de apuestas una de sus grandes cruzadas.
En mayo, volvió al epicentro de la polémica cuando aseguró que el sector del turismo en España es "de bajo valor añadido" y tiene una actividad "estacional y precaria".
Ante estas declaraciones, realizadas en un momento muy sensible para el sector, la Mesa del Turismo exigió una rectificación "inmediata" o bien la dimisión de Alberto Garzón como ministro de Consumo. Distintos empresarios y profesionales del sector turístico, además, recordaron a Garzón que el sector lidera el ranking mundial de competitividad turística, según el Foro Económico Mundial.
Para más inri, la Confederación Española de la Policía (CEP) pidió en junio su dimisión por llamar "banda organizada" a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los que acusó de golpismo. "El ministro ha traspasado una línea roja al insinuar que algunos policías o guardias civiles asumen un discurso golpista", se quejaban los agentes.
Perfil ideológico
Alberto Garzón es licenciado en Economía y tiene un Máster en Economía Internacional y Desarrollo. Siempre ha compaginado su actividad política con su vocación de divulgación del marxismo. En este sentido, es autor de libros como La tercera República (2013), El trabajo garantizado (2015), Por qué soy comunista (2017) o ¿Quién vota a la derecha? (2019).
Afiliado a las Juventudes Comunistas desde los 18 años y posteriormente al Partido Comunista de España (PCE), tiene como referencia a pensadores como Karl Marx, Antonio Gramsci, Lenin y Che Guevara. Todos ellos, referentes de la izquierda radical.
Garzón ha definido el comunismo como "unas gafas a través de las cuales vemos la realidad sociales y la realidad que nos rodea". Además, ha señalado que seguirá siendo comunista mientras que exista el capitalismo, "un sistema apolítico amoral regido sólo por la ganancia", pero del que él se beneficia.
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